Noche de recuerdos

Había olvidado su risa y sus charlas encantadoras. Había olvidado sus finos labios voluptuosos, adornados de algunos lunares casi imperceptibles. Había olvidado sus penetrantes ojos caoba, llenos de coraje y curiosidad. Había olvidado la espuma de su cabello de otoño, salvaje y vigoroso. Aunque no había olvidado su movimiento grácil y delicado, producido en cada risa perlada y sonora. Ella vive con plenitud y enamora con cada gesto.

Recuerdo cuando la conocí… era la novia de uno de mis mejores amigos. Sin mediar palabras, pensé instantáneamente que era una de esas chicas geniales y misteriosas de las que hablan innumerables historias. Al interactuar con ella, lo supe: era una mujer tremenda que impresionaba con sus ideas y maneras. Hablaba con pasión de su carrera y sus anhelos, no tenía miedo de expresarse ni defender a los que no podían, era fuerte y hermosa. Me sentí como una hormiga frente a semejante personaje.

Así, más temprano que tarde entendí por qué mi amigo estaba perdidamente enamorado de ella. Eran perfectos el uno para el otro, pues cada uno tenía gran fortaleza y dedicación. Cuando estábamos juntos veía la ternura reflejada en cada caricia y cada mirada furtiva. Nunca envidié su amor y si alguno pedía mi consejo, los impulsaba a resolver sus diferencias. A pesar de que mi vida fuese un desastre, no dejaría que la felicidad se les escapara tan fácilmente.

La otra noche, cuando la vi, la noté distinta aún más fuerte y mucho más estable emocionalmente, aunque conservaba la picardía en su mirada. Sus palabras estaban llenas de sabiduría, me contaba sobre su carrera profesional y la relación con mi amigo. Ambos crecieron y ahora comparten metas, pero tienen los pies sobre la tierra y saben que necesitan tiempo. Sin embargo, sé que pueden cumplirlas.

La conversación fue diversa y el futuro no fue el único tópico. El pequeño bar, la música tropical y unas cervezas frías dieron pie a sus cuentos y anécdotas. Hablaba de su pasado como si fuese otra vida, un sueño de rock and roll, compuesto de sexo desenfrenado, drogas, animales exóticos, descubrimiento y locura. Eso fue acabándose paulatinamente, quizás debido a las despedidas o el crecimiento personal de cada uno. No es fácil mantener el descontrol si no te quieres estrellar contra la realidad. De todas formas, noté que esa etapa fue necesaria para que floreciera y se convirtiera en la guerrera que es ahora. Al despedirme supe que la huella que dejó en mí desde el primer momento, fue profunda.