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“Deberías venir y acostarte. Ya es tarde”. La cortina descorrida anuncia un maravilloso e inefable ocaso que se traga consigo el estruendo de una interminable ciudad, y la panorámica que ese doceavo piso ofrece no deja nada que anhelar. La única luz que ilumina la habitación proviene de la ventana. Su silueta a lo largo de la cama es lo único que te preocupa, es ella quien te mantiene en la realidad, ella es lo único rescatable de tu arruinada realidad, así que no lo derrumbes así como así, piensa bien las cosas, antes de que sea tarde.

Tu habitación no es lo suficientemente pequeña para sentirte miserable, nunca lo será. Es, digámoslo, acogedora, cálida, suficiente. Ella espera por ti ¿Por qué coño demoras tanto en el baño? ¿Qué tanto miras en el espejo? No es como si hubiese algo distinto allí. Eres el mismo déspota, dueño de sus verdades y mentiras. No esperes más nada, no pienses más las cosas, no le des más demoras a su felicidad, que tú solito te metiste en esto, nadie te lo pidió, nadie te buscó. Tú mismo decidiste abordarla y adueñarte de ella ¿y qué diablos quieres decir con esa mirada? Parece que te arrepintieras, ahora que no hay absolutamente nada qué hacer al respecto, nada diferente de romperle el corazón huyendo de su lado y dejándola descampada y desprotegida en esta realidad tan estridente y corrosiva. No. Eso no es opción. Sé hombrecito. Tú mismo sabías desde un principio qué diablos era lo que buscabas, y cuando viste que se te estaba pasando la mano debiste hablarle claro y hacer lo que en verdad querías hacer. Hubiese sido menos egoísta y más sano para ambos, pero mírate ahora. No sientes ni cosquillas cuando ella desvive sus carnes para hacerte el amor de maneras inolvidables, finges estar feliz a su lado. Pero al menos analízalo de una manera egoísta: ¿hasta cuándo te vas a calar este teatro que montaste? ¿Hasta cuándo te vas a permitir sufrir así? Por ahora, sácala a ella de esto y céntrate en ti, a ver si así tomas la decisión correcta una vez en tu vida. Ahora sal, piensa en todo esto que hablamos y actúa natural, o al menos, finge, como siempre lo has hecho.

“¿Por qué hablabas solo en el baño? ¿Pasa algo?”. Te acuestas a su lado y ella te rodea con su brazo, como siempre, como le nace hacerlo. Enciendes un cigarrillo que nada tiene que ver con la poesía de este relato y rascas tu barba en señal de algo que yo como narrador no sería capaz de describir. Por supuesto que su nombre importa, como solía importarte tu honestidad y tu autenticidad, pero ¿Qué te queda de todo ello? Basura invaluable que perdura en tu memoria, transformada en mujeres que amaron lo que sí eres, no ésta mierda de fachada que te construiste
quién sabe con qué intención, si tú eres consciente de que ella pudo amar tu debilidad y tu pasividad para afrontar el mundo. Tú bien sabes que ella jamás te hubiese mirado desde la misericordia y la lástima como un ser indefenso ante un nauseabundo día a día que te quemaba sueles decir como excusa para esa fallida e inoportuna metamorfosis que te aseguro que ni tú mismo te crees. “Álvaro deja de ser cruel conmigo. Bésame”. Cada edificio a tu alrededor conspiraría en contra de tu falsedad, a cambio de una pizca de autenticidad en sus sonrisas y sus deseos. Le sonríes y sigues su juego o ella sigue el tuyo. El televisor reproduce cualquier video musical que le profiere a esta habitación una atmósfera de intimidad que de no ser por ello tú evitarías o simplemente ignorarías, y no lo niegues que te conozco, Álvaro. Cuánto darías por no ser Álvaro en este momento, pero los lunares de su espalda y sus sedosos cabellos sepia son más poderosos de lo que tú sientes ¿La amas? No me contestes a mí, yo solo estoy para narrar esta historia dentro de tu cabeza y perturbar tu mente, llevarte al suicidio quizá, recordándote lo estúpido que has sido desde ese fatídico mes de depresión y desesperanza. Es ternura tal vez lo que te hace permanecer en un sitio tan mezquino como su habitación, a su lado, acariciando la lascivia de sus mejillas, o contemplando desde el interior sus ojos monocromáticos, unos que producen eclipses imparciales en tus miradas desde una tarde en la ciudad que tú calificaste de “cínica y aburrida” mientras sentado en un improbable banco de madera, bajo el amparo de cielos y verdes árboles aguardabas por una casualidad que modificara tu vida para siempre, para bien o para mal, no importaba realmente. Sólo perseguías algún suceso que hiciera de tu transcurrir algo más divertido que ir a la universidad, cocinar, lavar la ropa, jugar FIFA cada tarde y eventualmente salir con el blanquito. Ya eso era rutina repetitiva y fastidiosa.

¿Entonces? Entonces sucede que pasó ella a través de lo que tú veías como el sitio más tranquilo del parque. Robaría cualquier atención de cualquier persona con quien se cruzara. Cabello color cobre, no tan largo, alta, ojos de maciza esmeralda ascendida y una sonrisa a la que ni el infierno sobreviviría. Decidiste no mirarla en demasía debido a que a una dama nunca se le observa con ojos de tal deseo, con ojos tan incisivos que la harían sentir intimidada, como si con tu mirada de solitario compulsivo pudieses tocarla. En vez de eso le sonreíste cálida e inocentemente, y te sorprendiste por supuesto. Hacía mucho tiempo que no se te salía un gesto de inocencia, lo cual dice mucho sobre ti, o solo lo necesario: has vuelto a sentir. Esto es bueno y malo. Bueno, porque por primera vez en meses o años tal vez experimentas de nuevo ese regocijo provocado por la silueta de una mujer, y no un regocijo sexual puramente. Ves más allá de su caparazón, lees el libro sin ni siquiera abrirlo. Malo, porque eres pésimo reaccionando ante esas situaciones, las transformas (buenísima habilidad esa que posees) en lo que se te dé la gana. Si te enamoras, bien haces de ello o unas cuantas noches de juerga, algunas salidas a cualquier café en la ciudad o lo desechas a placer.

Desafortunadamente siempre tomas la peor salida, porque por más que seas un tenaz contorsionista de sentimientos, igual eres pésimo para reaccionar ante cualquier decisión que tomes. Algún día ella se irá y hagas lo que hagas con ella, por más indiferente que aparentes ser durante su estancia, igualmente quedarás jodido al momento de su partida, si es que no la jodes a ella también como sucede con la chica que sosteniendo un termo con un líquido que ella llama “La Viuda Negra” se sentó a tu lado a preguntarte por qué llevas tanto rato mirándola de esa manera. Ella no estaba molesta, por el contrario, sonreía curiosamente. La respuesta que le diste sonó como un signo de interrogación que la desconcertó, pero no fundió su curiosidad. Ella llevaba un vestido apropiado para el sol y el verano, un vestido que nunca querrás olvidar, es tu ilusión de satisfacción y te aferras a tal recuerdo con impertinencia insaturable. Le dijiste que te ibas pero que querrías salir con ella alguna vez. “Te vas rápido ¿Me tienes miedo? Apenas acabo de llegar”. La despides con cualquier frase evasiva no sin antes darle tu número y decirle que vives en la avenida tal entre calles nosequé y nosecuál, frente al edificio equis. Te sonríes sintiendo la gloria de una conquista más ante la perfidia de la soledad.

Fotografía @connor-russo

“Coño Álvaro ¿Tú no tienes hambre? Voy a pedir algo de comer, me da ladilla cocinar ¿Pizza o comida china o una hamburguesa? ¿Hamburguesas? Bien”. Antes de levantarse te besa con dulzura. La velada comenzó temprano, ya son las dos de la mañana y no sabes de dónde sacaste amor para dárselo y hacérselo durante todo este tiempo, pero aquí estás pequeño soldado. Caído por tu propia guerra, una que comenzaste comandando y ahora eres un simple escudero arrastrándote por el campo de batalla, suplicando piedad, como si alguien pudiese dártela y sacarte de este encierro. Te levantas y te vistes, no enciendes la luz, ninguna de ellas. Caminas hacia la sala mientras su voz se hace cada vez más posible “Señor Miguel tráigame por favor cuatro hamburguesas hasta mi apartamento, aquí cuadramos”. Te paras detrás de ella, rodeas su cintura con tus brazos y besas su cuello “¿Por qué coño somos tan tóxicos, ah?” Ella cierra los ojos y se deja poseer, te contesta con su mano en tu nuca, apretándote con pasión mientras te lleva hacia el sofá, inverosímil ruedo donde ella siempre te vence. Las luces que muestra la ventana parecen ser coincidencia pletórica, como si tuviesen una intención a la hora de alumbrar dentro de ese apartamento. La besas con desesperación, pides más de esta traición a ti mismo. Si pudieras darle la virtud de la decisión jamás lo harías. Prefieres tenerla a tu lado, hiriéndola, sometiéndola como tu esclava sentimental, haciendo de ella carne infravalorada, palabras inaudibles, esencia de infinito vacío. Pero ya creo que dije demasiado. Esto es solamente un día crucial dentro de tu amor y odio por esta mujer de ojos esmeralda. Lo demás es relleno genérico, sexo prescindible, noches que se diluyen en el olvido. Yo soy un simple narrador de las desgracias humanas, pero mi público podría
sentir empatía, y no quiero herirlos más con una puñalada ajena. Disfruta de sus besos, puede que en un próximo encuentro contigo, amigo Álvaro, puede que te los quite, para siempre.

"You should come and lie down. It's too late. The open curtain announces a marvelous and ineffable sunset that swallows with it the roar of an endless city, and the panoramic view that this twelfth floor offers leaves nothing to be desired. The only light that illuminates the room comes from the window. Her silhouette along the bed is the only thing that worries you, she is the one who keeps you in reality, she is the only thing that can be rescued from your ruined reality, so don't ruin it just like that, think things through, before it's too late.

Your room is not small enough to make you miserable, it never will be. It's, let's say, cozy, warm, enough. She's waiting for you. Why the hell are you taking so long in the bathroom? How much are you looking in the mirror? It's not like there's anything different there. You are the same despot, master of their truths and lies. Don't wait for anything else, don't think more about things, don't give more delays to your happiness, that you got yourself into this, nobody asked you for it, nobody looked for you. You yourself decided to approach it and own it and what the hell do you mean by that look? It seems that you regret it, now that there is absolutely nothing to do about it, nothing different from breaking her heart fleeing from her side and leaving her open and unprotected in this reality so strident and corrosive. No. That's not an option. Be a little man. You yourself knew from the beginning what the hell it was you were looking for, and when you saw that your hand was getting out of hand you should have spoken to him clearly and done what you really wanted to do. It would have been less selfish and healthier for both of us, but look at you now. You don't even tickle when she relives her flesh to make love to you in unforgettable ways, you pretend to be happy by her side. But at least analyze it in a selfish way: how long are you going to stall this theater that you mounted? How long are you going to allow yourself to suffer like this? For now, get her out of this and focus on yourself, to see if you make the right decision once in your life. Now come out, think of all this we are talking about and act natural, or at least pretend, as you always have.

"Why were you talking to yourself in the bathroom? Is something wrong?" You lie next to her and she surrounds you with her arm, as always, as she is born to do. You light a cigarette that has nothing to do with the poetry of this story and you scratch your beard as a sign of something that I as a narrator would not be able to describe. Of course its name matters, as you used to care about your honesty and authenticity, but what do you have left of it? Invaluable garbage that endures in your memory, transformed into women who loved what you are, not this shitty facade that you built for yourself who knows with what intention, if you are aware that she was able to love your weakness and your passivity to face the world. You well know that she would never have looked at you from the mercy and pity as a helpless being before a nauseating day by day that burned you usually say as an excuse for that failed and inopportune metamorphosis that I assure you that you do not believe yourself. "Álvaro stops being cruel to me. Kiss me. Every building around you would conspire against your falsehood, in exchange for a hint of authenticity in their smiles and their desires. You smile at her and follow her game or she follows yours. The television reproduces any music video that gives this room an atmosphere of intimacy that you would otherwise avoid or simply ignore, and don't deny that I know you, Alvaro. How much would you give not to be Alvaro right now, but the moles on her back and her silky sepia hair are more powerful than you feel. Do you love her? Don't answer me, I'm just here to tell this story inside your head and disturb your mind, lead you to suicide maybe, reminding you how stupid you've been since that fateful month of depression and hopelessness. It is tenderness perhaps what makes you stay in a place as mean as his room, next to him, caressing the lust of his cheeks, or contemplating from the inside his monochromatic eyes, some who produce impartial eclipses in your gazes from an afternoon in the city you called "cynical and boring" while sitting on an improbable wooden bench, under the shelter of skies and green trees, you waited for a chance that changed your life forever, for better or worse, it didn't really matter. You just chased some event that would make your time more fun than going to college, cooking, washing clothes, playing FIFA every afternoon and eventually going out with the white boy. That was already a repetitive and annoying routine.

So, then? Then it so happens that she passed through what you saw as the quietest place in the park. It would steal any attention from anyone it came across. Copper-colored hair, not so long, tall, eyes of massive emerald ascended and a smile that not even hell would survive. You decided not to look at her too much because a lady is never observed with eyes of such desire, with eyes so incisive that they would make her feel intimidated, as if you could touch her with your compulsive solitary gaze. Instead you smiled at her warmly and innocently, and you were surprised of course. It's been a long time since you've had a gesture of innocence, which says a lot about you, or just what's necessary: you've felt again. This is good and bad. Well, because for the first time in months or years you may again experience that rejoicing caused by a woman's silhouette, and not a purely sexual rejoicing. You see beyond her shell, you read the book without even opening it. Bad, because you are lousy reacting to these situations, you transform them (very good skill that you possess) into whatever you want. If you fall in love, either do it or a few nights out, some outings to any cafe in the city or discard it at will.

Unfortunately you always take the worst way out, because no matter how tenacious a contortionist of feelings you are, you're still lousy at reacting to any decision you make. Someday she will leave and whatever you do with her, no matter how indifferent you seem to be during her stay, you'll still be fucked at the time of her departure, if you don't fuck her too as happens with the girl who holding a thermos with a liquid that she calls "The Black Widow" sat next to you to ask why you've been looking at her like that for so long. She wasn't upset, on the contrary, she smiled curiously. The answer you gave her sounded like a question mark that baffled her, but it didn't melt her curiosity. She wore a dress appropriate for the sun and summer, a dress that you will never want to forget, is your illusion of satisfaction and you cling to such a memory with unsaturable impertinence. You told her that you were leaving but that you would like to go out with her sometime. "You're leaving fast. Are you afraid of me? I just got here. You say goodbye to her with any evasive phrase not before giving her your number and telling her that you live on the avenue such between streets nosequé and nosecuál, in front of the building equis. You smile at yourself feeling the glory of another conquest before the perfidy of solitude.

"Álvaro, aren't you hungry? I'm going to order something to eat, it gives me crab to cook Pizza or Chinese food or a hamburger? Hamburgers? Good. Before getting up he kisses you sweetly. The evening started early, it's two o'clock in the morning and you don't know where you got the love to give it to him and do it to him all this time, but here you are, little soldier. Fallen by your own war, one that you started commanding and now you are a simple squire crawling around the battlefield, begging for mercy, as if someone could give it to you and get you out of this confinement. You get up and get dressed, you do not turn on the light, none of them. You walk into the room as your voice becomes more and more possible "Mr. Miguel, please bring me four hamburgers to my apartment, here we square. You stand behind her, surround her waist with your arms and kiss her neck "Why the hell are we so toxic, huh?" She closes her eyes and lets herself be possessed, answers you with her hand on your neck, squeezing you with passion as she takes you to the sofa, unlikely arena where she always defeats you. The lights that the window shows seem to be a plethoric coincidence, as if they had an intention at the time of illuminating inside that apartment. You kiss her with desperation, you ask for more of this betrayal of yourself. If you could give her the virtue of decision you would never do it. You prefer to have her by your side, hurting her, submitting her as your sentimental slave, making of her undervalued flesh, inaudible words, essence of infinite emptiness. But I think I said too much. This is only a crucial day within your love and hatred for this emerald-eyed woman. The rest is generic stuffing, expendable sex, nights that are diluted in oblivion. I am a simple narrator of human misfortunes, but my audience could to feel empathy, and I don't want to stab them anymore. Enjoy their kisses, maybe in a next meeting with you, my friend Álvaro, maybe I'll take them away from you, forever.