Llegó el mejor mes del año Diciembre, por su clima, el ambiente de diversión, las vacaciones, las comidas típicas, y sobre todo por mis planificadas maratones de películas y series y fiestas con familiares o amigos.

Durante el año nos ocupamos tanto en el trabajo y actividades personales, que tendemos a dejar de lado el compartir con nuestros familiares, quizás los mas cercanos le dedicamos tiempo debido, pero la rutina diaria nos va alejando de otros familiares como abuelos, tíos, primos, y amigos de infancia.

Incluso algunos con problemas familiares, discusiones no cerradas o con diferencias pendientes por resolver, pasan todo el año sin tratar de solventar el asunto, hasta que llega diciembre, y el mismo ambiente familiar que promueven las fiestas decembrinas permite que la armonía reine, y se disfrute nuevamente de paz familiar, perdonándose unos a otros, es común en estas fechas ver escenas de abrazos y reconciliaciones.

En lo particular, celebro que las familias logren solventar sus dificultades, y si la época decembrina los motiva y les da el tiempo para la reconciliación, pues bienvenida.

Ahora bien, lo que todos debemos plantearnos es: ¿tiene que llegar diciembre para solventar los problemas familiares?, ¿Porqué esperar tanto tiempo para perdonar?

La vida, nuestra existencia y la de quienes nos rodean es muy sutil y ligera, se puede perder fácilmente, vivir con rencores y problemas no resueltos, no solo nos llena de emociones negativas que pueden afectarnos emocional y físicamente, también corremos el riesgo de que esa persona que queremos tanto, del cual estamos esperando diciembre para perdonar o pedirle perdón, se duerma en la muerte, le ocurra un accidente o se distancie tan lejos que ya no sea posible la reconciliación, dejándonos un sentimiento amargo difícil de superar.

Por lo tanto, ante la pregunta: ¿sólo en diciembre perdonamos? la respuesta es obvia, no. Porque el perdón y la felicidad van de la mano, y postergar una reconciliación significa alargar un periodo de infelicidad.