A orillas de la playa amaneciste tendida,
agotada de drenar tu rabia dentro de la bruma,
seguí observando, algo curioso por tu locura,
pues frecuentemente hacía la misma rutina,
ironía.

Me aventuré al acercarme, saludar a la valiente,
eso de luchar contra el mar no tiene precedentes,
por lo menos una sonrisa a medias gané,
afirmó que en la noche me había visto,
y que en anteriores noches también me observaba,
admiraba mi cara de alegría en las mañanas,
intentaba obtener la misma terapia.

Terminamos tirando piedras juntos al océano,
nuestras citas son ejercicios para liberar los instintos,
la playa y sus olas nos han mantenido unidos,
aunque tirarle piedras es nuestro hobby repetido.