Los recuerdos pasan por ella en breves instantes,
recuerda a su viejo que la acompañaba por las tardes,
lo escandaloso que era al lavar los trastes,
¡Que falta de educación Miguel pórtate bien!
Le repetía al abuelo una y otra vez,
en el cuarto, en el comedor y hasta sirviendo el café.

Bonitos recuerdos le llegan antes de anochecer,
la lágrima del día comienza a brotarle y cortarle la piel,
paseándose por toda su arrugada vejez.

Como pasa el tiempo y la abuela sigue aun de pie,
con todos sus recuerdos muertos pero sigue con fe,
aun juega bingo y truco todos los jueves
y visita a sus muertos todos los viernes.

Se va al cementerio con flores, cigarrillos y café bien fuerte,
se da una fumada en memoria de cada pariente,
mientras se ríe sola, a carcajadas una y otra vez
y se da una última fumada en nombre de la muerte,
que le ha quitado todo y cobrado con intereses.

Tric trac, tric trac vuelve a sonar la hamaca verde,
pero ya no es la abuela la que la hace estremecer,
ya no se percibe ese aroma de café bien fuerte,
la casa de juegos perdió a una buena contrincante,
ni habrá en el cementerio quien fume los viernes.

Pero las flores abuela prometo comprarte,
unas para ti y para el recuerdo de tus camaradas,
flores todos los viernes hasta que me visite la muerte,
la hamaca te la cuidare, por siempre, hasta que regreses.