¿Sabías que eres uno de los discípulos de Emaús?
Si aún no conoces la historia, cuenta uno de los escritos de la biblia (específicamente el evangelio de Lucas 24:30-32) que ninguno de los discípulos de Jesús pudieron distinguir su presencia a pesar que éste les habló durante toda la travesía (después de haber resucitado) hasta llegar a aquel lugar donde se disponían a cenar, fue en el mismo momento de picar el pan que “sus ojos fueron abiertos” y pudieron distinguir que estaban en presencia de Jesucristo, mismo que desapareció momentos después.
Quizás en este momento estés pensando que Dios hablaba con el hombre en tiempos bíblicos, que ya los cielos no hablan, que esto es cosa del viejo testamento. Más sin embargo, aun cuando el hombre ha perdido el beneficio de escuchar una voz desde el cielo, Dios se ha encargado de hablarnos de distintas formas ¿Quieres que te dé ejemplos de esto?
Alguna vez has tenido en mente una inquietud o preocupación, una idea inconclusa (la cual pones en manos de Dios) ¿y de repente llega alguien con la respuesta que necesitas? Te aseguro que lo mandó Dios. Son muchas las interrogantes del hombre que consiguen claridad con el mensaje leído en un libro, en una valla, escuchado en una canción, viendo una película (no sabes la cantidad de medios que Dios utiliza para hablarnos).
Inclusive el mismo silencio que hagamos (llamados en algunas religiones contemplación y en otras disciplinas meditación) es una puerta abierta para escuchar nuestra voz interior y conectarnos con la divinidad.
Ahora bien, el relato de los discípulos de Emaús tiene una frase que quiero traer a colación “sentir arder nuestro corazón”, quizás pienses que esto ocurre cuando sentimos amor hacia otra persona, por lo que dejo la interrogante ¿alguna vez han sentido arder tu corazón por Dios? ¿Sabes cómo es el sentimiento? ¿Sabes que se siente?
Te aseguro que si afinas tus sentidos y empiezas a ver, escuchar, sentir cada una de las manifestaciones de Dios el próximo paso será sentir arder tu corazón por cada una de los diálogos directos e indirectos que Dios tenga contigo.
Si tienes la intención de escuchar cada una de las cosas que Dios quiere decirte empieza por pedírselo, entiende que él puede hablar de distintas maneras, a través de distintas formas.
¿Te apuntas en la aventura? ¿Quieres dejar de ser como los discípulos de Emaús? Si es así, empieza a cuestionarte y verifica cuanto de Santiago o de Cleofás existe dentro de ti. Mientras, dejo una de las pinturas que inmortalizan esa escena pintada por Michelangelo di Caravaggio donde Santiago sale con los brazos extendidos para personificar la cruz y a Cleofás con los codos doblados (quien advierte pararse de la mesa) para tratar de entender el estupor de ésta situación que no es otra que “distinguir la presencia del hombre más grandes de todos los tiempos”
Ciertamente las distracciones de la vida y el mundo terrenal nos alejan, o dejamos que nos alejen de la esencia divina, muy acertado, muy oportuno para mi día, estaré atenta a las señales. Excelente post!