Hotel de los muertos - 2: Términos extraños | Literatura
Fuente: Pixabay
Karl pensaba mucho en las decisiones que había tomado. No sabía como una estúpida decisión lo llevó a ese mirador incompleto, pero sin duda, no merecía estar acá. Miraba el papel como su enemigo. No comprendía la mitad de los términos que habían allí. Y no estaba seguro de querer comprender. Le inspiraba un temor anormal, considerando que lo peor que podría pasarle hasta hace unas horas era morir.
Ahora que estaba muerto y enterrado, realmente no tenía razón para tener miedo. Sin embargo, el desconocer los términos de su contrato con el más allá lo frustraba. Tenía el conocimiento instintivo de que era un paso que debía tomar, pero no necesariamente le hacía feliz hacerlo. Le parecía un poco absurdo tener que aceptar las condiciones de su muerte, o de su vida después de ella.
Mientras miraba el papel, la chica tras el mostrador tamborileaba el lápiz sobre la loza inmaculada de recepción. Y perdía con cada pensamiento del recién llegado, un poquito de la poca paciencia que le quedaba.
-¿No piensas firmar? -le preguntó de forma odiosa la huesuda recepcionista.
La miró a los ojos y recordó que no tenía porque ser tan agradable con una mujer que solo le hacía una oferta que no podía rechazar, pero que no le prometía nada bueno. Pensó por un momento en la gravedad del asunto. ¿Estaba muerto, cierto? ¿Por qué debía firmar? Así que, considerando que la mujer tenía más tiempo acá, debía preguntar.
-¿Por qué debo firmar el documento?-preguntó Karl.
-Bien, no firmes nada y vaga por la eternidad sin hogar-le dijo la huesuda, tomando el papel de sus manos.
-No, no. Puedo firmar pero... ¿Qué gano yo? ¿Por qué debo hacerlo?-le preguntó el muchacho.
-Mira, blondie ¿Sabes que si no tienes un contrato para vivir en el más allá tu alma vaga por la eternidad? Es una putada, te digo-le dijo la muchacha, dejando ver un acento extraño.
Karl seguía sin comprender muy bien lo que estaba pasando. Lo único que lograba pasar por su mente era que las fronteras tampoco tenían mucho sentido acá. Pero ese no era el punto en este momento.
-¿Es obligatorio?
-No, pero si muy necesario, tío
-Pero no entiendo la mitad de lo que dice acá-le replicó Karl, y la chica hizo un sonido que él suponía que era un suspiro resignado-¿Cómo firmo algo si no lo entiendo?
-Mira guapo, te explico. Todo lo que lees allí son los términos de tu estadía acá. Para hacértelo corto y que firmes el maldito papel antes de que yo pierda la paciencia o tu tiempo de limbo se agote, te explico.-la chica puso una huesuda mano sobre el documento y lo empujó hacia él nuevamente-Tú tienes derecho a una habitación sola. Si quieres, puedes compartir luego, pero al inicio estás solo. Y no puede pasar nadie a tu cuarto hasta que la gerencia del hotel lo autorice. Los términos extraños que ves en el papel son sencillos: son nombres demoniacos que irás "desbloqueando" durante tu estadía. Por ahora, no importan.
-¿Qué hay de la lista del final del papel?
-Son tus permisos. Tienes permiso de salir y entrar, de buscar trabajo dentro o fuera del hotel, de comer cuando quieras del buffet, y de usar las instalaciones de tu piso. Estás en el primer piso, como todo recien llegado. Luego te explico como es la política de cambio de cuartos. Pero lo más importante que debes recordar es que debes estar haciendo checkin diario por el primer mes. Por cuestiones de seguridad de tu alma inmortal. El sistema puede reconocerte como alma en pena si no te registras y ahí estas perdido-le dijo la chica, con menos acidez de la que había usado en todo el tiempo que había estado acá.
-Bien, ¿Dónde firmo?
-Acá, en la linea-le señaló.
Apenas Karl colocó su nombre y apellido en el papel, algo cambió. El ultimo trazo cambió por completo su entorno. Ahora el lobbie estaba lleno de gente, y la huesuda chica era una muchacha similar a él, con su cara completamente reconstruida y un cabello igual de largo y sedoso. Parpadeó unos instantes y la chica tomó el papel de sus manos con una sonrisa.
-¡Bienvenido oficialmente a su estadía en el hotel de los muertos!-le dijo en un tono alegre y cantarino.
-Yo... eh... ¿Qué pasó?
-Querido Huésped, acaba de pasar el limbo de forma exitosa. Superó la prueba del terror, de la duda, y de la curiosidad. Muy bien hecho, Señor...-la chica miró el papel con la firma intentando descifrar lo que decía-¿Klark?
-Karl, Karl Lut...-la chica levantó la mano para detenerlo.
-No, señor Karl, su nombre completo es solo suyo. No lo comparta con nadie. Y es en serio, con NADIE-enfatizó la muchacha mientras le ponía sobre el mostrador las llaves de su habitación.-Nuevamente, bienvenido.
Karl tomó las llaves y se giró a ver el espacio. Algunos lucían tan desubicados como él, otros venían charlando entre ellos hacia las otras partes del hotel. Solo sabía que había firmado un contrato extraordinariamente extraño, y que sea lo que fuese que le tocara hacer ahora, no podía ser peor que morir. Pero la vida, o más bien, la no-vida le iba a probar su error.
Sigue la historia del hotel desde el principio:
No te pierdas la historia de Karl, y su experiencia en un hotel que viene con mucho más que un desayuno complementario. Po