Telas holgadas: Capítulo 3 - Carta Nº 3

En un principio sentía que le debía un orden a esta historia. Un inicio que constaba desde el cordón umbilical hasta la actualidad, donde yo, Aida, estaría contándoles cómo ha ido pasando mi vida desde ese entonces. Lamentablemente lo he ido relacionando más bien a mi estado de ánimo que a un orden biográfico específico, mas que todo porque creo en la sintonía universal; uno nunca sabe cuándo una reflexión puede servir o ayudarle a alguien.

En fin, yo siempre quiero ser héroe de algo o de alguien sin querer queriendo. Es una maña que me ha acompañado desde que nací y pude desarrollar mis pensamientos más o menos lógicos. En esta ocasión me nace de las venas hablar de una problemática que he tenido estos días y a la que aún no le he podido cerrar las puertas: la nostalgia.

Siempre me ha gustado ser un elemento motivador en la vida de las personas. Me gusta que las personas se encuentren consigo mismas gracias a algún impulso de mi parte o la libertad que sienten de estar conmigo, por ende usualmente soy la persona que está invitando a sus amigos a analizar o a animarse a hacer algo que realmente les apasione, a dar el paso y a verse como arte. Es una tarea que incluso me cuesta a mí, y en días como hoy donde la nostalgia y los recuerdos me consumen un poquito más que otros días, recuerdo que también soy un ser humano que necesita oscuridad personal y ánimos de parte de sus seres queridos.

La razón por la cual abandono muchas cosas tienen que ver con etapas. Una de mis etapas más fuertes está relacionada con la pintura y el dibujo... Recuerdo que pintaba mucho y dibujaba todos los días, cualquier cosa, pero principalmente retratos. Hacía cosas muy oscuras y muy tristes, se reflejaba una pequeña parte de mi ansiedad ahí. Es por esa razón que pensar en querer pintar me causa ansiedad, ya que siempre relacioné las artes plásticas con la tristeza (o al menos desde mi perspectiva).

Ahora todo esto me hizo pensar que incluso otra de las razones por las cuales abandoné la pintura fue por insatisfacción, porque quizá no era lo mío. Siempre he sido alguien muy artístico (no lo digo por narcisismo) pero veo y respiro arte en todas las cosas simples, eso puede ser bueno y malo al mismo tiempo. Tengo la absurda idea de que me gustaría ser cantante, actriz de teatro, escritora, artista plástica y fotógrafa al mismo tiempo. ¿Es eso posible?, ¿existe alguna regla universal que ampare que pueda abarcar todas las artes que desee cuanto desee sin sentirme culpable? no sé por que me siento culpable.

El punto es, retomando un poco el tema, me sentí opacada muchísimas veces por personas que en mi opinión, tenían mucha más imaginación que yo. Dibujaban monstruos, todo era mágico, abstracto, surrealista... Lo mío era sólo una cara triste y ya. Retratos tristes de mujeres que se parecían a mí; no había nada impresionante en eso desde mi punto de vista.

La primera vez que pude sentir eso de cerca cuando me tocó exponer en la Galería de arte nacional mis dibujos y fui opacada por pinturas que contenían muchos morados, azules, rosados y cosas que no existían. De hecho cuando me hablaron de la exposición quedé fría, pues no pensé que podían considerar que mi arte fuera para exponerse. Yo sólo copiaba cosas y las transformaba en algo muy triste y con trazos de lapicero algo ansiosos. No había nada impresionante, todo era muy simple.

Y aquí es cuando me doy cuenta que en realidad, entre todos mis amigos estrambóticos, exóticos con cabellos locos, pensamientos increíbles (fuera de lo que es la realidad y a lo simple de nuestros ojos) soy una persona muy simple. Es decir, soy artista, pero nunca he encontrado la forma de hacer que las cosas sean más complejas o más extraordinarias... Cuando solía dibujar dibujaba cosas que ya existían y que solía alterar con la depresión que tenía en ese momento. Era muy raro pensar que mi arte era bueno, no sé por qué a algunas personas les gustaba. Sé que quizás eran mis amigos y probablemente tenían mucho por decir: "este ojo está raro, esto está mal pintado, dejaste borrones acá", etc.

En fin, nunca he sido demasiado compleja. Mi naturaleza siempre fue ser simple y ver las cosas simples. Lo único que sé hacer es intensificar todo, y quizás esta es la parte mala de la historia. Por eso soy enamoradiza, le hago poesías torpes a los ojos que me miran de cerca, a las manos que me tocan sin querer, hago historias en mi mente de lo que quisiera que pasara y nunca pasa y me rehúso a usar la maldad en la vida real a excepción de mi mente. En mi mente está todo lo valioso. Y pensar en pintar me pone ansiosa.

Porque hay etapas que ya superé, porque ya no me siento deprimida. Soy melancólica, nostálgica e intensa, eso es todo. Pero pensar en cosas tristes se me hace fatal... Me golpeé demasiadas veces para impulsarme a ver el brillo y los colores, pasé demasiado tiempo de mi vida viendo las cosas muy grises y viendo las caras grises; viendo mi propia cara de color gris, o incluso amarillenta.

Ahorita no sé quién soy o quién debería ser(o quizás es que estoy divagando en un concepto, no me gustan las etiquetas ni creerme la gran cosa, soy demasiado simple y minimalista) sólo puedo decir que amo el arte complejo y me gustan las cosas sencillas también. Nunca necesité acordes complicados, nunca necesité progresiones de más de 5 acordes, nunca necesité palabras rebuscadas para explicar lo que siento y hacerle entender a la gente lo que siento.

Y algún día prometo regresar a la pintura, pero esta vez sin temor, más apasionada. Pintar los atardeceres que disfruto, los gatos que me hacen feliz, las matas que se inundan de verde cuando el sol está encendido. Lo sencillo de los adornos entre las paredes, la simplicidad de un cuarto con una cama, una almohada y una mesa. Eso es lo que quiero pintar, porque es lo que me hace verdaderamente feliz; es mi nicho.