Todos venimos al mundo con regalos divinos, ninguno esta exento, algunos tienen el don de la palabra, otros el de escuchar y hasta de acariciar. Han sido muchas las experiencias entre ellos, algunos más gustosos que otros, pero vivencias al fin. Al menos así pensaban que eran las cosas, hasta que llegó él, con el don de la mirada, con tan solo un vistazo en el primer encuentro ambos supieron que ya había cambiado su entorno, bastó un tropiezo de vistas para atravesarse el alma.

Era día de reunión, algo nublado y el ánimo estaba de igual manera, tras varias propuestas e intervenciones se finiquitó la actividad, quedándose solos en una conversa intensa y profunda, sin dejar de mirarse fijamente, era una lectura mental, espiritual y hasta sonora, que se hacían a medida que se exhibían los temas a dialogar. Pensando que era cuestión del momento se despidieron sin mirar atrás.

Tras varios días de esa gustosa tarde, los recuerdos eran constantes, incluso, un sentimiento de extrañar los abrazaba en la distancia y silencios. Hasta que en una noche de paseo en redes, un nuevo encuentro fortuito tuvo paso. Y, el visor del perfil fue suficiente para avivar la conexión previamente entablada. Esta vez, lo laboral fue desplazado por lo personal, lo íntimo, lo bueno, lo malo y divino.

Una vez más se habían encontrado más allá de lo habitual y lo conocido. Dos almas desnudas a distancia, pero tan cercanos como en ningún otro momento. Tras varias citas digitales con la luna de testigo, la confesión contundente fue que desde aquel primer cruce de miradas, se sintieron aliviados y de cierta manera acompañados. Sabían, que alguien allí afuera estaba para ellos, fue como una sanación de todo tormento solitario.

Las conversaciones pasaron a ser más físicas también y el don de la mirada les permitía cada vez más descifrarse, leerse, entenderse, entrelazarse y en algunos días, hasta hacerse uno, empañando los tabúes, abriendo el baúl de los secretos. Hasta la luna de hoy, no saben a dónde van, ni como pasó, sólo siguen haciéndose compañía, y aun en la muchedumbre, logran acariciarse íntimamente y de manera imperceptible para los demás, con tan sólo mirarse. Demostrando que la boca puede mentir, pero los ojos no.

Concurso patrocinado por por @oscarps fotógrafo @oizaguirres amante de la literatura y @leonellaforever médico oftalmólogo.

@Afrikablr

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Trabajo fotográfico propio. Espero sus impresiones, son siempre un gusto.