Aventura Valle Guanape - La Subida

Cuando el trabajo abruma y la rutina sobrepasa, las ganas de escapar aumentan, viajar o hacer un paseo siempre está bien recomendado. Pero en mi caso necesitaba algo distinto, más atrevido y con personas totalmente nuevas, así inició mi aventura en Valle Guanape. Con ganas de descansar del día, de renovar la inspiración y el carácter, aparece la promoción a “Las cuevas Fauces del Diablo”, vaya nombre, eso no me tenía muy convencida hasta que me contaron del árbol de la vida, la deidad que cumple deseos, me dijeron. Con la motivación y curiosidad por conocer el místico árbol me decidí, sin saber realmente en que me estaba metiendo.

Era de noche y un grupo de desconocidos emprendieron la aventura. En la primera parada, al mirar arriba estaba un muro con un orificio que lo domine el ojo, me pareció increíble como las estrellas se posaban naturalmente allí, como para cuidarte u observarte, desde entonces me sentí muy bien acompañada, una sensación extrañamente agradable.

Aqui imaginaba era una nave espacial :-)

Cerca de allí el guía nos detuvo para descansar e hidratarnos, ya que estábamos al pie de la montaña nos pidió
hacer una oración, un acto de fe muy sentido para cada uno de los que estuvimos allí.

En el grupo eran unos más experimentados que otros en esto del turismo de aventura. Con mucho nerviosismo, pero emocionada, camine 4km entre subida y bajada, me quedé a oscuras en el camino por un par de veces ya que la luz de la linterna me molestaba, veía como compañeros se adelantaban y otros quedaban atrás agotados, yo me detenía de vez en cuando por bocanadas frías de aire puro, y darme palmaditas de que faltaba poco. O tomar alguna foto de hormigas pasando.

En esos intentos de capturas, todos estaban cerca de un árbol seco, pero sus ramas y posturas eran realmente imponentes, luego de un par intentos no lograba hacerle una buena foto y ya era tiempo de seguir avanzando en la oscuridad, pero casi que a ciegas, pero determinada, intenté y le di click a la foto, resultando este mágico y romántico momento de los tortolos del viaje. Aunque no lo crean, no lo planeamos. Ellos fueron la pareja más cool del grupo y salieron premiados con esa foto sin duda alguna.

Unas horas más tarde llegamos a donde haríamos el campamento, en las afueras de un caserío bastante acogedor, allí pasamos la noche, yo pensaba viendo el techo de mi carpa: ¡Dios mío, Afrika, eres una loca! Sin contar con lo que se venía los días siguientes.