Cuando hablamos de la arquitectura espacial de la ficción nos referimos a todas las formas de participación del espacio en la constitución de las ficciones, desde sus aspectos textuales y referenciales, hasta los virtuales.
El espacio, instancia cuya participación ha sido objeto de miradas más que discretas por parte de la Teoría Literaria contemporánea, y muchas veces se presume en los relatos como aspecto ancilar, no ha sido de interés central para las discusiones canónicas, donde se le ha considerado fundamentalmente como escenario. Sin embargo, una gran cantidad de obras da cuenta de la importancia del espacio para las estrategias de representación, al convertirlo en el correlato de los mundos de ficción propuestos por las narraciones, y, más sustancialmente, al destacarlo como la instancia que permite la figuratividad de la imaginación.

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Los acercamientos efectuados a la noción de espacio literario de la narración han asumido una variedad de criterios de definición de la instancia y su papel en la representación. Entre otras consecuencias teóricas, esta ausencia de uniformidad ha sido impedimento importante para el asentamiento de categorías. Así, encontramos en los estudios más recurridos sobre el tema un repertorio de aspectos, planos, estructuras, unidades, procedimientos, recursos, factores, elementos, sentidos, temas, etc. que debemos interrogar si aspiramos ordenar categorías

La manifestación del espacio como fenómeno supone, en tal caso, la agrupación en unidades de cualidades, propiedades, accidentes, diferencias, identidades, etc., asimilables a la naturaleza espacial, cuyas funciones son establecidas, por una parte, por las estrategias textuales, y, por otra, por el modo de interpretación y uso del texto.

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En nuestra visión, el espacio narrativo surge de la integración compositiva e interpretativa de orden, naturaleza espacial y límite de los elementos organizados en las distintas dimensiones a partir de sus relaciones y por la función asignada a esos elementos. De manera que, al considerar la participación del espacio en las estrategias narrativas de una obra, el lector se introduce en el complejo de las preponderancias que definen la fisonomía estética de esa obra. Puede ocurrir, como ha quedado señalado, que el espacio juegue un papel fundamental, al punto de ser esta instancia la que defina el estatuto estético del texto, es decir, la comprensión de la obra como arquitectura espacial.
Esta arquitectura espacial se sustenta estructural y operativamente en las dimensiones que la conforman. No se trata de reducir el espacio literario a la noción de escenario, sino que debe considerar como un conglomerado de dimensiones: la textual, la referencial y la simbólica, cada una atendiendo a un estrato: el texto, las historia y sus lazos referenciales con la realidad, y, finalmente, los aspectos de la fábula y los sentidos simbólicos y metafóricos de las obras.
Para ilustrar nuestro planteamiento con un ejemplo notable:

Caligrama de Juan José Tablada

¿Puedes acaso, estimado lector, leer este poema prescindiendo de considerar su arquitectura textualmente fugaz de pájaro?

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