Ocho grandes para cada uno

in #spanish4 years ago
Me costó recuperar el ánimo para volver a esta red social, pero la receptividad que tuvo mi post más reciente, causó tal explosión en mí que merece una celebración. Aquí un relato, que es un brindis por la amistad. Espero que lo disfruten. Salud.

Ocho grandes para cada uno

Había muchos sitios donde sentarse a disfrutar una cerveza bien fría, así nos gusta a los venezolanos, a punto de congelación; la gente le dice “vestida de novia” cuando la botella se llena de una escarchita blanquecina que se pega en los dedos.


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Pero había la costumbre, quizás fea, poco elegante de ir a los establecimientos que expedían licores al mayor, a tomar en la puerta de estos, parados al principio, y sentados en el piso un poco después.

Realmente era ilegal vender cervezas al por menor en estas licorerías, pero nadie decía nada.

A mi amigo Orlando y a mí nos gustaba hacerlo los viernes en la tarde.

El dueño nos conocía, no teníamos ni que pedirlas, nos asomábamos a la reja y nos daba dos grandotas que llamaban media jarra; eran baratas, y nosotros ganábamos bien, entonces todo dependía de nuestro aguante.


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Sentados en el piso, sobre unas bolsas o sobre unas gaveras vacías, nos tomamos a Poe, a Honoré de Balzac y, una que otra vez, tuvimos como invitados de honor a Rubi Guerra, a José Malavé y a Oswaldo Acevedo; discutíamos de política, de filosofía; llorábamos y mucho reíamos.

Ahora que los tiempos financieros son muy malos para nosotros, todo eso parece un sueño. Pero hace poco pude pasar por mi ciudad, y encontrarme con Orlando, había ganado yo algunas divisas y podíamos darnos el lujo de comprar comida y tragos para algunos días, pero Orlando, siempre sabio, dijo:

–No, mejor tomemos un solo día, ocho cervezas de las más grandes cada uno, leamos algo como lo hacíamos antes en la licorería, sentados en el piso, al lado de algún borracho, y luego el abrazo, y la despedida hasta la próxima vez –.

Y así lo hicimos, como antes, versos, anécdotas, lágrimas y risas.

Y nos despedimos, y me fui alejando, alejando, con la sensación de que sería la última vez que mi hermano y yo volveríamos a tomar cervezas así, felices, de a ocho grandes para cada uno, en el piso de una licorería de nuestro pueblo.


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Gracias por su lectura. Nos vemos en la próxima cerveza.

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Gracias, hermano

Mi musa así lo interpreta
Y rimando nunca dudo
Yo le mando un buen saludo
A mi amigo "el gran poeta"

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