Familia Anselmi Espín

in #spanish4 years ago
Aquí les dejo el primer artículo de la serie: "Gente del estado Sucre", que estaré compartiendo con ustedes semanalmente, aunque son gente de Cumaná, sus vivencias son "de otro mundo" y dignas de ser contadas. Este trabajo lo dedico con especial cariño a Régulo Antonio (+), Iván José, Gustavo Adolfo, José Félix, Hermelinda del Carmen, Enrique Luis (+), Leonardo Antonio Armando Luis.

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Cumaná vivirá para siempre conmigo, en mis sueños. Segundos antes de despertarme pensaré siempre que estoy allá, en mi casita linda de "Tres Picos", aunque reaccionaré rápidamente y seré feliz donde la vida me empuje, la vida suele ser como esos buenos defensas de baloncesto, que cubren la raya, y no te dejan ir al cesto; allí es donde el buen atacante busca la salida, cómo escabullirse, o lanza por encima de la marca y mete el balón en la casa que le toque vivir y cobra tres puntos en el juego de la vida.

En Cumaná conocí gente maravillosa, algunos con el tiempo cantan en mi memoria como mis hermanos, mi familia grande; aunque casi no nos veamos, cada encuentro habla de una amistad a prueba de distancia y tiempo.

Tengo amigos en el deporte y en la cultura, y algunos hibridos, como el caso de Gustavo Anselmi Espín, quien es entrenador de baloncesto y un lector voraz, y quien sigue mis publicaciones en Steemit.

Hay varios cruces en nuestras vidas, coincidencias que nos ha hecho ser parte de un mismo equipo; una de ellas es su padre, el señor Régulo Anselmi, ya desaparecido.

Recién llegado yo a Cumaná, me tocó trabajar en la Escuela Técnica "Emilio Tébar Carrasco", como profesor de los bachilleres docentes en Deporte. Allí trabajaba el señor Régulo en la parte administrativa; años después fue cuando conocí a Gustavo y supe que él era su papá.

Lo gracioso del asunto es que yo le contaba una anécdota a Gustavo sobre el señor Anselmi, sin saber que él era su papá, y ya se las cuento a ustedes:

-Gustavo -le dije señalando a un señor pequeño que se bajaba de un vehículo frente al banco -Ese señor es alguien fuera de serie.

Gustavo, quien es un hombre de un metro noventa y cinco centímetros, y que no demuestra mucho sus emociones en su rostro, me dijo:

-Por qué?

Yo comencé a hablar, como lo hago siempre, sin parar:

-Mira -le dije -Ese tipo me entregó a fin del año escolar un reporte de mis asistencias a clases, además me entregó una carta felicitándome por nunca haber llegado tarde.

Gustavo me escuchaba en silencio, como desinteresado en el cuento.

-Me sorprendí tanto -continué diciendo -que empecé a investigarlo; lo que hizo conmigo lo hizo con todo el personal, ese señor lleva todo el control administrativo de la Escuela Técnica, y es de una honradez y disciplina que raya en la perfección, no se quiere jubilar y dice que cuando se jubile seguirá trabajando sin cobrar, porque el trabaja por amor, no por el dinero.

Gustavo me dejó hablar hasta el cansancio y luego fue que me dijo que el señor Régulo era su papá.

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Con los años me hice más amigo de Gustavo y de sus hermanos, también conocí a su mamá, una maestra de esas que ya solo existen en películas como en la Pequeña Casa de la Pradera.

A su hermano mayor no lo conocí mucho, era un importante militar de la Aviación venezolana.

El matrimonio Anselmi Espín formó una familia hermosa, con grandes valores.

Yo recuerdo su casa como un templo de disciplina y amor familiar.

Yo que soy de una familia donde solo éramos cuatro, veía este familión de siete varones y una hembra, en aquella casota hermosa, como un nido de gigantes; porque aunque el señor Régulo era pequeño, todos eran enormes, menos la hembra.

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Allí se conjugaba lo mejor de la cultura andina, ya que el señor Régulo había venido del estado Mérida, y lo más distinguido de la formación cumanesa, representada en la imponente figura de la señora Arminda Isabel Espín de Anselmi.

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No pretendo decir que las generaciones que les precedimos seamos inferiores, pero hay algo especial, sublime, que es irrepetible en ellos: el gesto y la actitud de esos dos seres humanos eran especiales.

Tengo el honor de haberlos conocido, de haber entrado a su casa, de ser amigo de sus hijos.

Por gente como esta es que me siento complacido de ser sucrense y venezolano.

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Interesante proyecto te propones, @acostacazorla! Este es un estado de gente buena, noble y talentosa. Aquí, cada habitante tiene una historia que valdría la pena contar. Y yo sé que con tu verbo y pluma, las historias serán un viaje. Gracias por compartir, amigo. Un abrazo

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