AQUEL FLIPPER...PERO NO EL DELFÍN

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Flipper fue un perrito que rescatamos mi hermano Rainel y yo de una quebrada. Eran alrededor de las 3 a.m. cuando comenzamos a sentir sus chillidos. Bueno, los escuchó mi mamá y me despertó:

• Anda, Abraham, ve a ver qué le pasa a ese pobre animalito.
  
  
  Subí a llamar a mi hermano Rainel, nos pusimos unas botas y tomamos una linterna. Nos guiamos por los chillidos del perrito porque todo estaba muy oscuro. Al fin lo encontramos, todo mojado, temblando de frío (Pienso que también del susto) encaramado en una piedra que medio sobresalía del agua. Nunca sabremos si alguien lo abandonó allí o si fue que lo trajo la corriente. Lo llevamos a casa, lo bañamos con agua tibia (Porque estaba vuelto mugre, ya que esa quebrada es de aguas negras) Ni les cuento cómo olía.
  
  
  Estaba pequñito (Bueno, nunca creció mucho) pensamos que tendría como un mes de nacido. Lo secamos con un secador de pistola y mi mamá le dió a tomar leche tibia. Se quedo dormidito entre sus manos,
  Adoraba a mi mamá, apenas ella llegaba del trabajo salía a su encuentro, se le metía entre los pies y así andaba todo el tiempo.
  
  
• ¡Me vas a hacer caer! - Esa era la frase favorita de mamá cuando estaba en casa debido a Flipper.
  
  
  Ella quería ponerle otro nombre pero mi hermano y yo decidimos que puesto que lo habíamos encontrado en medio de agua (Y no le íbamos a poner "Moisés") le pusiéramos Flipper como el delfín de la serie de tv.
  
  
  
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  Flipper era lindo, lástima que nunca le tomamos foto porque el celular de mi mamá no tiene memoria. Pero era todo lanudito, parecía un peluche. De repente se le comenzó a caer el pelo pero por mechones grandes y se veía feísimo con partes peladas y partes con pelo. Después comenzó a caminar con dificultad, como si cada día fuera perdiendo la fuerza en las piernas. El veterinario le dijo a mi mamá que era una enfermedad congénita, que lo mismo podría vivir mucho tiempo así, como morir pronto, porque era algo degenerativo, que mejor se preparara sicologicamente.
  
  
  Un día ya no se pudo parar ni para ir a hacer sus necesidades y mi mamá le rezó a San Lázaro que lo hiciera dormir, que no fuera a sufrir, que se lo llevara sin dolor. Esa noche murió de repente.
  Mi mamá lo lloró mucho, yo lo enterré cerca de la quebrada.
  
  
  La noche siguiente mi mamá soñó que estaba en un parque como una pradera y había muchos perros corriendo y jugando y de repente sintió algo en los pies y era Flipper como al principio: Bonito y todo lanudo, y que ella lo cargó y él le hizo cariño. Soñó que él estaba allí feliz con muchos otros perritos a los que cuidaba San Lázaro. Ella lo puso de nuevo en el suelo y él se fue corriendo a reunirse con otros perritos. Allí terminó el sueño, pero ella despertó consolada.
  
  
  
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  Cuando muere una mascota uno sufre mucho porque si muere una persona siempre hay alguien que dice que va a estar con Dios, que va al Cielo, pero cuando muere una animalito uno se queda como en el aire preguntándose si su alma es inmortal como la humana o no.
  ¿Ustedes qué opinan?