Sabina: el enigma de una guerrera. (Novela: 16).

in #spanish6 years ago

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Fuente de la imagen.

• Reflexión sobre la insobornable sintaxis, dictadora del “orden de las ideas” en la literatura.

A veces tengo la extraña sensación de que las letras y yo, no nos llevamos bien. Cada tarde que termino una cuartilla de mi borrador del supuesto avance de mi novela, siento que en realidad es un retroceso. Aun así, sigo empeñado en escribir lo que se supone será una interesante novela, al menos la mercadotecnia deberá ayudarme a ello.

Estimado lector, debo confesar que más que tener una carrera literaria o estudios relacionados con las letras, me he inserto en el estudio de la filosofía. Por ello me argumentan que lo mejor es dedicarme a las humanidades y a la investigación. Sin embargo, aquí estoy, escribiendo estas palabras que irán insertas en algunas páginas de la novela que algún día publicaré.

Al respecto, en cuanto a mi actitud, creo que soy más patético que Sebastián; al menos el promueve y tiene la firme determinación de ser un escritor fracasado. En cambio yo (autor de esta novela y narrador omnisciente), resulto ser la antítesis del personaje: soy un limitado escritor. Incluso soy empecinado, porque aun cuando en apariencia estoy consciente de todo esto, sigo escribiendo.

Uno de los conflictos que tengo es la relación que tengo con la sintaxis. Resulta que ambos somos diferentes, no encuentro un atisbo de convergencia entre ambos. Claro, hablo desde temas de percepción, tal vez desde ahí estoy errando. La sintaxis me resulta un elemento dictatorial y como un servidor es un ferviente promotor de la democracia, tenemos ciertos roces.

Hay quienes me aseguran, cuando llego a compartirles en mis interminables conversaciones, que en realidad todo esto es una actitud de mezquindad de mi parte; por el simple hecho de que me siento incapacitado para realizar un buen manejo de la sintaxis. Tendré capacidad para crear argumentos abstractos, todo lo contrario para plasmar ideas concretas con una fuente estética.

De ahí que para muchos es mejor escribir disertaciones filosóficas es lo mejor a lo que me podría dedicar, y no a insistir en esta novela. Sin embargo, aquí estoy, tratando de insertar esa fobia con la sintaxis en un contexto acorde con el personaje de Sebastián. Tomo café. Observo la hoja en blanco. Pienso en las palabras que podría anotar en dicha hoja. La sintaxis se burla de mí.

Insistiré en librar todas las tardes esta batalla. Uno que otro amigo que me respalda en la idea de continuar escribiendo esta novela, me recomienda que asista a un taller literario. Muy bien, tomaré esa idea para crear una escena en la que precisamente Sebastián asiste a uno de ellos y termina en un zafarrancho. Es que tengo la firme intención de que este personaje realmente sea mezquino.

¿Y después qué? Sucede que aparte del conflicto que tengo con la sintaxis, me surgen otras más. Como en este momento. Sin duda, esto de dedicarse a ser narrador es una ardua tarea, digan lo que digan. A mí me está resultando muy denso todo esto. Y sin embargo, esto es lo que quiero. Por eso, todas las tardes libraré la batalla con la sintaxis y los nuevos retos que surjan.

Nada me detendrá excepto la muerte. Muerte. Interesante. Podría poner a Sebastián en ese terreno. Tal vez puedo plantear en la novela la posibilidad de que muere y evaluar las posibilidades que se tiene respecto a la escritura de esa novela que estaba escribiendo de manera inagotable. Podría experimentar al menos ficcionalmente qué podría pasar conmigo.

Sort:  

Yo creo que a muchos nos pasa esa sensacion de que las letras arman un desorden en la cabeza ,todo el dia surgen ideas ,pero no se dejan organizar

Es parte del trabajo del escritor tener disciplina en ello.

Si tenes razon ,uno debe aprenderlo

Así es.Saludos.

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