El año 1815 fue uno de reacción general en Europa, y, con el restablecimiento de los Borbones, se hizo un intento concertado por parte del viejo sistema feudal de Europa para evitar el avance del nuevo sistema capitalista. Las importantes monarquías continentales formaron lo que se conocía como la Santa Alianza, uno de cuyos objetivos era eliminar de la tierra todos los vestigios del gobierno representativo. Como resultado de esta unión, junto con la restauración de un fuerte gobierno borbónico en España, se iniciaron inmediatamente medidas represivas contra las colonias españolas en América, que habían quedado prácticamente para gobernarse durante la guerra europea general, y algunas de las cuales tenían organizado de alguna manera en la línea de los Estados Unidos.

Las revoluciones en las colonias hispanoamericanas fueron, en su mayor parte, suprimidas por completo, o conducidas a las regiones montañosas y selváticas. Pero las medidas represivas, vinieron después de los sistemas democráticos de gobierno que las colonias se habían dado por un tiempo, y después de sus relaciones comerciales con Inglaterra y los Estados Unidos, simplemente despertaron nuevos movimientos revolucionarios, o reforzaron los antiguos donde todavía estaban funcionando, y nuevas declaraciones de independencia y gobiernos revolucionarios reorganizados se hicieron evidentes en toda Hispanoamérica.

Mientras que el límite sudoeste de los Estados Unidos se estaba estableciendo con España, en 1819, el otro lado de esa frontera ya estaba en una nueva revuelta contra el dominio español, aunque estaba dispuesto a aceptar esa línea de demarcación porque evitaría complicaciones incidentales en el camino de una disputa de límites con un vecino poderoso. En 1821, se emitió una segunda declaración de independencia, y se redactó una constitución, siguiendo de cerca a la de los Estados Unidos de América, proclamando esa región, anteriormente llamada "Nueva España", como los Estados Unidos de México-Estados Unidos Mexicanos. La principal diferencia en la constitución mexicana era que la Iglesia Católica era reconocida como la iglesia establecida, y las críticas a esa iglesia estaban prohibidas.

Gran parte de la actividad revolucionaria renovada, como la actividad del mismo tipo en el período napoleónico, fue el resultado de expediciones "libres" organizadas en los Estados Unidos, con frecuencia por estadounidenses, y generalmente por sureños que buscaban una extensión del territorio esclavista estadounidense. La primera de estas expediciones fue la de Aaron Burr contra México en 1804; entonces la primera revuelta por la independencia de Venezuela fue también una expedición de este tipo. Como hemos visto, el gobierno estadounidense usó oficialmente la revolución como arma en la guerra contra Trípoli en 1805 (que, por cierto, fue concluida en 1815 por una captura sorpresiva de Argelia, Túnez y Trípoli, lo que obligó a la rendición de los gobiernos de Berbería) ; y los Estados Unidos desde entonces han hecho la práctica de comenzar revoluciones donde sea posible para obtener sus fines.

En este momento, prácticamente todas las colonias del hemisferio occidental de España se habían rebelado y formado gobiernos independientes, aunque los intentos de federarlos, como los Estados Unidos habían hecho por sí mismos, fracasaron de manera uniforme, ya que casi todos los intentos han sido de introducir una federación fuera de su continente nativo de América del Norte. La cuestión del reconocimiento de estos gobiernos independientes adquirió importancia. Ni Estados Unidos ni Gran Bretaña deseaban perder el comercio de los países hispanoamericanos, que se convertiría en un monopolio español si España reconquistara esas colonias. Los barcos de las repúblicas hispanoamericanas fueron frecuentemente capturados como barcos piratas (siendo registrados por gobiernos no reconocidos), y, sin embargo, Estados Unidos no podría tomar ninguna otra postura sin algún tipo de reconocimiento de los gobiernos sudamericanos. Gran Bretaña hizo un intento de unión con los Estados Unidos para hacer de las repúblicas hispanoamericanas un protectorado conjunto de dos potencias; pero eso parecía ser simplemente un paso para hacerlos parte del Imperio Británico, que Estados Unidos no estaba tratando de expandir más, especialmente en vista de sus dificultades con el control conjunto del país de Oregón.

El resultado final fue que el gobierno estadounidense, para bloquear tanto los proyectos de expansión británica como los esfuerzos de la Santa Alianza para borrar el gobierno representativo, anunció una política del Hemisferio Occidental elaborada por el Secretario de Estado, John Quincy Adams, aunque comúnmente atribuida al presidente Monroe. Esta política de Adams (o "Doctrina Monroe", como se la conoce comúnmente) favoreció el reconocimiento de repúblicas recientemente establecidas, y anunció que Estados Unidos se opondría a cualquier esfuerzo de las potencias europeas para tomar el control en cualquier región del Hemisferio Occidental que haya logrado la independencia real. del control europeo. No fue, como se ha interpretado más recientemente, un llamado para el control de los Estados Unidos sobre los asuntos de América del Sur, ni para un protectorado de América del Norte sobre América del Sur; pero proporcionó una garantía de independencia para todos los países del Hemisferio Occidental que podrían obtenerla. En otras palabras, lejos de ser una provisión para la intervención estadounidense, como ha sido interpretada recientemente por el gobierno estadounidense, fue una propuesta de garantía estadounidense contra la intervención

Una región que pronto entra dentro del alcance de esta doctrina, aunque no fue una república ni un caso de revuelta real contra Europa, fue el caso de la Sudamérica portuguesa, que había sido durante algún tiempo el refugio de la realeza portuguesa de los levantamientos locales. Por lo tanto, la capital de Portugal había estado en Río de Janeiro; y cuando otra revolución portuguesa en 1828 estableció un nuevo rey en Portugal, el rey de Río de Janeiro simplemente se proclamó emperador de Brasil, y así convirtió a la Sudamérica portuguesa en una nación independiente; pero en realidad fue Portugal quien se rebeló contra el gobierno brasileño, y no al revés.

Desde hace mas de 200 años EE.UU tiene el dominio de las entidades militares, y su influencia aun es determinante en el destino político y económico de los países de todo el continente Americano, Lo que hacen los países del resto de latinoamerica es mostrar una postura diplomática prudente ante EE.UU, esto no es una utopía es una realidad bien descrita y denunciada.