El Rey de las Telas - Cuentos y Palabras

En el antiguo reino de Inglaterra, existía un rey soberano, llamado Ricardo II, en el pueblo lo conocían por el nombre de “El rey de las telas”, tenía el castillo repleto de telas, moradas, doradas, rojas, verdes, amarillas y azules, tenía telas de todos los colores y lugares, era fascinante ver su castillo repleto de hermosas y clamorosas telas. Un día, el reino de Alemania decidió enviar una carta de ataque diciendo: “En tres días iremos y regiremos Inglaterra, quien se oponga lo degollaremos”, los alemanes eran gobernados por el jefe militar Heinrich G. quien había sido encomendado para rendir honor a su grupo de expedición quienes habían muerto todos por un cargamento de telas; Heinrich era sin duda un hombre muy capacitado en la guerra. El rey de Inglaterra inmediatamente sufrió de miedo, ordenó a todos a recoger sus telas, insinuó que si el castillo fuera destruido jamás poseyeran tales reliquias; y así fue, todas las telas del castillo fueron quitadas y guardadas justo como el rey lo ordenó, ninguna había quedado a la vista.

Habiendo pasado dos días, el reino de Inglaterra estaba escapando de la ciudad, dejando todo atrás, casas, ropas y comida, pero el rey Ricardo II llevó consigo sus telas en siete carrozas. Mientras los campesinos caminaban, las telas eran cargadas por varios caballos, el rey estaba complacido. Habiendo pasado tres días después de ese escape forzado, los campesinos empezaron a padecer de hambre y frío, le imploraron al rey matar seis caballos para comer y tomar las telas para vestirse, el rey se negó, dijo que no era posible, que los campesinos no valoraban las telas y lo valiosas que ellas eran. Con el tiempo los campesinos fueron muriendo, algunos de hambre, otros de frío y la otra mayoría por enfermedades del camino. Volvieron a preguntarle al rey si podía matar los caballos y compartir las telas, el rey aun soberbio se volvió a negar, dijo entonces

desvió la mirada y continuó en su carroza. Esa misma tarde, le sorprendió ver un ejército gigante de alemanes en columnas liderados por Heinrich, el rey se asomó extrañado y dijo: “que maten a todos, que me maten a mí, pero que se queden con mis telas”. El mensaje había llegado a los oídos de Heinrich rápidamente, y el mismo respondió “Este hombre que los gobierna prefiere sus telas a sus habitantes, no merece ser un rey”. Seguidamente tomaron sus armas y fueron por el vagón de las telas, mirando al rey Ricardo II le dijo: “Hoy todos mueren, pero primero se queman tus telas”, las telas de todos los colores y lugares del mundo se quemaban a fuego voraz, luego una lanza atravesó el pecho del rey Ricardo, dejándolo unos segundos para ver a su pueblo ser masacrado, los militares se pararon al frente y pintaron cuadros en homenaje a este pleito, y ahí había quedado su legado, el famoso rey de las telas.

Muchas veces en nuestra vida, queremos cargar siempre con nuestras telas, nos envolvemos en una egolatría inmensa, que nos ciega frente a lo que importa, omitimos entonces lo que tenemos que hacer y preferimos salvar nuestro insano orgullo. El rey Ricardo comprendió, segundos antes de morir, que, si hubiese dejado las telas, no habría perdido tiempo en su escape, si hubiese matado a los caballos y compartido sus telas, su reino no hubiera muerto, y si no se hubiese obsesionado con las telas, Alemania jamás fuese atacado Inglaterra.