Una navidad venezolana

Definitivamente, eran mis días favoritos.

Hace unos años, antes de que llegara la peste del socialismo a manos de Hugo Chávez, el más grande traidor de este país, se respiraba mucho entusiasmo y alegría en toda la ciudad. Esto comenzaba en el mes de octubre, justo cuando todos los empleados recibían el bono navideño por parte de las empresas.

Entonces, todos corríamos a las tiendas a comprar la ropa y zapatos nuevos para el “estreno”, porque era una costumbre para los días 24, 25 y 31 de cada Diciembre. Era como el amuleto de la suerte. Si usabas ropa nueva, garantizabas que el próximo año estaría lleno de abundancia y prosperidad.

Y no solo comprábamos algo nuevo para nosotros. También la casa se remodelaba y pintaba entre octubre y noviembre. Así que las tiendas de pintura estaban abarrotadas de personas comprando todo lo necesario para la renovación.

Por lo general, las casas eran pintadas por los miembros de la familia, así que al final se convertía en una fiesta que duraba prácticamente dos meses. El olor a “recién pintado” se percibía en toda la ciudad. Era tan agradable ver todo reluciente por donde caminaras.

Las tiendas para los adornos navideños también parecían un mercado municipal. Todos queriendo llevar lo último en luces y fantasías.

En mi ciudad, Ciudad Bolívar, se libraba una competencia por la casa que hubiera adornado hermosamente ese año. Entonces, al caer la noche, las familias visitábamos estás casas y disfrutábamos del evento.

Desde octubre también las cocinas comenzaban perfumar el ambiente con el aroma de nuestros platos tradicionales, que solo se consumen en fechas decembrinas. Las hallacas, el pan de jamón, el cochino horneado, la ensalada de gallina, la torta negra y el ponche de crema no faltaban en ninguna mesa.

Diciembre, es una fecha de encuentro familiar.

También desde octubre comenzaban a oírse las “gaitas” que es una música de parranda navideña y solo se le escucha en esta temporada.

Todas las mujeres estábamos muy ocupadas el día 24, poniendo todo en orden. Esa noche sería la gran cena. Todo tenía que estar perfecto. Así que los preparativos comenzaban desde muy temprano. Para ese día todos estaban llevando su ropa nueva.

La fiesta duraría hasta el amanecer. Al día siguiente, se abrían los regalos que había dejado el niño Jesús o San Nicolás, cualquiera que estuviera de guardia ese año.

Las fiestas continuaban hasta el 31 de Diciembre. Ese día teníamos varios ritos para llamar a la prosperidad, armonía, amor y oportunidades de viajes:

• Si estabas soltero y querías hallar pareja, debías subirte a una silla justo cuanto comenzaban a sonar las 12 campanadas anunciando el nuevo año.
• Si querías viajar por el mundo, debías salir a la calle con una maleta.
• Para llamar a la prosperidad y el éxito financiero, debías usar obligadamente ropa interior amarilla.
• Comer 12 uvas, una por cada repique de la campana para que la abundancia siempre bendijera tu hogar.

A nadie le funcionaban esos ritos, al menos a mi no, algo creo que hacía mal. ¡Pero era tan divertido practicarlo en familia!

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Otra detalle importante que solo se puede ver en mi estado. Justo cuando se anuncia el nuevo año, lo recibimos con calipso. Que es la música folklorica de mi zona y anuncia el primer grito de Carnaval

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Las navidades se volvieron tristes. La dictadura que se esconde detrás del socialismo que infectó mi país, cambió nuestras costumbres. Ahora, solo pensamos en sobrevivir.

Cuando esto pase, volveremos a darle a nuestros niños, una hermosa navidad venezolana. Como la que tuvo mi mamá, como la que disfruté yo, como la que disfrutaron mis hijos cuando estaban pequeños.

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