Tome el control de mi cuerpo y de un salto me puse de pie, me lleve las manos al rostro y toque todo mi cuerpo para asegurarme de sus estado. Mis pies están cubiertos en su totalidad por el agua, aún seguía la lluvia cayendo a cántaros, los truenos resplandecían en la oscuridad de la noche y la brisa provoca un fuerte sonido, como si el cántico de la muerte se tratase.

Estaba empapado y no tenía forma de secarme. Todavía en mi cabeza recordaba aquella voz que gritaba "¡de pie!". Recogí las cosas que pude las coloque en mi mochila para esta montarla en mi espalda. Asomé mi cabeza hacia el exterior de la cueva, solo para ver el cielo alumbrarse con los rayos que caían. ¿Qué decisión se podría tomar ahora? de quedarme en la cueva probablemente muera lentamente ahogado y si salgo podría caerme un rayo en el mejor de los casos, o resbalar y caer, todas las formas de escapar de aquella situación terminaban de formas desagradables y dolorosas.

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Fuente

Tal vez, con algo de suerte me parta un rayo.

Me arme de valor, en una bolsa para excrementos coloque una linterna y di un paso fuera de la cueva, los rayos por momentos alumbraban el camino, la lluvia empapaba la tierra y los truenos ensordecen mi corazón. Trataba de encontrar fuerzas en mis recuerdos, recordar porque estaba atravesando esta montaña, cuál sería el premio al llegar al otro lado.

Gateaba sobre las piedras para evitar resbalar y caer. En la oscuridad trataba de mantener la dirección. Siempre hacia adelante, tal vez mientras más alto suba si tengo suerte, solo tal vez, así me parta un rayo y no tenga que lidiar con esto más.

Las gotas espesas de agua helada chocaban contra mi cuerpo, se sentían como piquetes de avispas enardecidas, el fuerte viento tiraba de mí hacia los lados, tratando de hacerme perder el camino, la tierra mojada evitaba que me aferrara a ella con fuerza y mis rodillas ensangrentadas por las escoriaciones a causa de las piedras que antes eran mis anclas, el sonido de los truenos me hacían mirar al cielo, esperando que me parta un rayo.

Tengo miedo de buscarla por mis propios medios, quiero que llegue, que sea rápida y eficaz, un solo zarpazo directo, que no me de cuenta. Le tengo miedo al dolor, a sufrir, le tengo miedo a vivir.

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Llegue a un pequeño claro, las piedras sobresalen por encima de mi cabeza, formando una pequeña cascada y detrás de la cortina de agua un pequeño lugar para refugiarme. Mis manos llenas de marcas y pequeñas heridas que al contacto provocaba ardor, mis rodillas con extensas ulceraciones haciendo imposible cualquier idea de seguir, no podía distinguir que estaba mojado a causa del agua o por la sangre. Mis ojos se cerraban mientras sentía como la lluvia retrocedía y las nubes cedían su paso a la luz .

Tal vez este seria mi ultimo aliento, ver el sol nacer, recibir su calor y sentir como tuesta mi piel y seca mi ropa. Posiblemente este sea mi momento de suerte, mi hallazgo inesperado

Mis párpados no pudieron seguir sosteniéndose, comenzaron a cerrarse mientras veía el sol naciente. Dormi preguntándome en dónde estaría al despertar.

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