Imagen (Fuente)

Resumen

Hola a todos mis queridos Steemians, esta vez quisiera presentarles una serie de historias diferentes, de aquellos recuerdos empapados de emociones, de esos momentos que, aunque no parezcan que tengan importancia siempre los resonamos con perfecta memoria, algunos irreversiblemente encadenados a la mente y otros atados a los lugares donde se desarrollaron. Son tantos desde los albores de mi infancia hasta los días actuales de un adulto de 30 años que descoserlos en palabras lo transformarían en novela, no es otra cosa que un diario al pasado…

Introducción

Se conoce como regresión en “Parapsicología” al conjunto de técnicas que se apoyan en la hipnosis u otros métodos de alteración de estados de conciencia, para hacer que una persona recuerde acontecimientos de su supuesto pasado, tal como las escenas y emociones de un paseo, las voces de una discusión, el sabor de una comida o el aroma del campo en un amanecer campesino. (Información extraída de Wikipedia en: https://es.wikipedia.org/wiki/Regresi%C3%B3n_(parapsicolog%C3%ADa))

Imagen (Fuente)

De cierta forma siempre me recuerda a mi grupo de rock favorito (Dream Theater) y mi disco favorito (Scene from a Memory) y por supuesto, motivo del mismo nombre en español del título de este post, donde se hace una regresión por completo en varias escenas o mejor dicho: canciones, de un personaje (debo inevitablemente recomendarte escucharla desde el principio al final y detallar su letra).

Y aunque no utilice ningún tipo de técnica paranormal o hipnótica, espero recordar desde lo más antiguo de mi mente esas escenas nunca contadas y regalarte esta redacción:

Escena 1 – Un pequeño recuerdo

13 de marzo de 2018, me encuentro en la cama luego de un largo día de trabajo, hoy es martes 13 y se supone que, "de mala suerte", lo bueno fue que pude reparar el radiador averiado de mi carro y poder tranquilamente escribir las primeras palabras de este post. Mi regresión será algo inusual, a través de las paredes blancas mi habitación y el sonido de fondo de un ventilador a velocidad media, hace calor y la quema de hierba seca de un cerro cercano inunda las ventanas de polvillo negro. Se acerca Sora, nuestra gata, (y digo nuestra porque durmiendo en silencio esta @gatoconbotas de medio lado) para sentarse en mi pecho mientras tecleo estas palabras y como si entendiera todo el plan, mira un momento a la pantalla y luego me voltea para ronronear en mi cuello.

Hora de la regresión.

Es como navegar en un motor de lancha sobre las olas de mis pensamientos. Voy viajando poco a poco al recuerdo más alejado de mi mente mientras miro a los lados esos momentos decisivos de mi vida: graduación, mi primer sueldo, mi auto, escapadas de la universidad, primer beso, amigos del liceo, amores y desamores, navidad con mis hermanos, los regaños de mi madre, travesuras en mi casa, torta de auyama, olor a lluvia y así… Hasta que llego a donde no puedo mirar más allá de la neblina del olvido y justo al lado lo tengo: mi primer recuerdo:

En una pequeña y humilde casa de algún lugar y momento en el mundo, de paredes de bahareque y techo de zinc, allí en esos sitios que llaman rurales, donde no hay vecinos cerca y donde la arena blanca de un muro de tierra excavado se desliza por las lluvias del momento, trataba de mirar de puntillas y descalzo por el borde de aquella altísima ventana como el agua alimentaba a las plantas (pues desde siempre me gustó ver la lluvia caer). Aunque no alcanzaba a ver nada afuera, desde abajo podía sentir como algunas gotas atravesaban las imperfecciones de aquel espacio en la pared (pues no había vidrio y solo una cortina ondeaba la brisa).

En un momento mágico me sentí flotando, pues crecía rápidamente y podía ver ya por fin la lluvia. Volteé la mirada y una señora hermosísima me cargó de sorpresa mientras me decía al oído: ¡Ahora si la podemos ver mi amor! Su pelo azabache y su piel delicada eran envueltos en una bata de la tela más cómoda del mundo, y su perfume natural me atontaba como un cachorro indefenso, así que olvidé la ventana mientras el sonido de la lluvia en el techo me atontó y la luz se apagaba. No olvido el olor de la tierra mojada ni mucho menos el de aquella señora que de forma adictiva empecé a llamar: Mamá.