Sábado en la tarde, como estoy libre aprovecho de relajarme y despejar la mente, así que decido a ponerme unos monos deportivos e irme al Ávila…

Agarro el metro hasta Altamira, y no hay camionetas bueno a empezar a subir hasta la entrada de Sabasnieves, voy por la iglesia Don Bosco muy linda fachada, la calle está limpia y muchos edificios, ya voy llegando a la entrada muchas quintas hermosas pero abandonadas ya por la situación del país, ya el clima esta templado muy agradable.

Comienzo a subir empiezas pasando por un pasillo donde de los lados en las paredes hay dibujos de artistas, los vendedores informales no pueden faltar, helados de frutas naturales, tortas de zanahoria, auyama y chocolate, una vez me comí una y doy fe que son divinas…paso por el puesto de la guardia y sin novedad comienzo a subir delante de mí una chicas en licras que son un espectáculo, cuerpo torneado, vientre plano, cabellos largos, definitivamente las venezolanas son bellas.

Sigo al llegar a la quebrada donde hay una poza esta un grupo disfrutando del agua fría. Sigo mi camino y una muchacha como de 23 años me sigue:

La muchacha lleva unas licras de colores hasta la rodilla, es de piel trigueña, ojos color miel, cabello castaño hasta la espalda media, lleva una franela pegada con corte en V y me doy cuenta que tiene unos senos paraditos, miro sus labios y son carnosos no tiene maquillaje y la piel de su cara se ve tan suave, sus glúteos son redondos parados bellos se ve que lleva un hilo y de frente se ve una pubis ligeramente marcada provocativa.

Comencé a mirar el paisaje, para despejar los pensamientos. El camino de la montaña es estrecho vegetación a los lados, en ciertos puntos de la subida se veía caracas despejada, sin nubes las quintas abajo algunas tenían canchas de tenis otras piscinas, como me gustaría vivir con mi familia en un sitio así, bueno nunca perder los ánimos para llegar a esa meta.

Seguimos unos cinco minutos subiendo, y ella siguió por un borde de la montaña, yo la seguí. Fueron como tres minutos caminando por el borde de la montaña, y ahí estaba un paraje cerrado pero amplio, tan grande como el escenario de un teatro, el agua corría por el centro y pegado de la montaña al fondo una cascadita que caía en un pozo grande me metí, el agua fría me llagaba por los muslos, ella me miraba no había más nadie estábamos solos.