Actuando impulsado por la vergüenza
Resulta razonablemente complicado para el mortal cerebro que Dios me ha otorgado el entender los métodos de actuar de los irracionales seres humanos (mi persona entra en este pensamiento que día y noche me atormenta). Increíblemente, la gasolina que alimenta nuestra voluntad en ocasiones es la tan odiada vergüenza, eso que cada minuto nuestra conciencia, cual taladro molesto en una construcción a dos casas de nuestra actual ubicación en esta pequeña esfera azul que nos gusta llamar tierra, nos repite que hicimos contrario a lo que de nosotros era esperado por alguien mas.
Pareciera ser que la droga analgésica que mas le encanta al cerebro es el visto bueno de otros seres vivos, como un drogadicto, buscamos que alguien saque el pulgar hacia arriba en señal de aprobación. Dicha acción no haría mas que calmar momentáneamente el dolor por la vergüenza que sentimos hacia nosotros mismos, ya que convertimos lo que las personas esperan de nosotros en nuestra prioridad numero uno en la lista de quehaceres diarios. Aún peor es cuando entre maquinaciones, llegamos a la rebuscada conclusión de que no estamos satisfaciendo a las personas que nos rodean y empezamos creer que ellas están pensando lo peor de nosotros, cuando muchas veces, no es así.
Así pues, nuestra mente se preocupa de que nuestro ser tal y como es no encaja en el ambiente donde nos encontramos, nuestra conciencia exagera lo que realmente esta ocurriendo y nace la vergüenza, dicha vergüenza comienza poco a poco a atormentar nuestra mente, la misma, toma las riendas de nuestro ser y como una simple maquina empieza a usarnos para sus fines, calmar el tormento que la vergüenza genera sobre ella. Cuan triste es cuando un ser humano con libre albedrío se priva de este, por permitir que la manera de pensar de otros influya de tal manera en su ser, que termina siendo una simple marioneta, alguien que rechazo el propósito para el cual la divina providencia lo había enviado a este plano de la existencia por satisfacer los deseos de otros.
Lo mas triste de todo el dichoso asunto en cuestión, es que cuando es forma de actuar se encuentra en una etapa avanzada, la persona vuelva en si y sea consciente de que todo lo que creo fue una fachada para tratar de ocultar los traumas que a día de hoy permanecen en su mente, y termine haciendo algo grave. Otro suceso que también esta potencialmente presente, es que cuando la persona se ha convencido a si misma de que esta recibiendo la aprobación de otros individuos, en un momento dado haga algo que les desagrade, y, por muy mínimo que sea, al expresar su inconformidad, sea como si chocara un vehículo automotriz a alta velocidad contra una montaña, para describirlo mejor, evocare las palabras que el predicador Itiel Arroyo diría en una de sus muchas conferencias:
"Si vives por la aprobación de los demás un día morirás por su rechazo"
Ya para concluir, el mejor consejo para evitar caer en esta grave situación es simplemente aceptarse tal cual como uno es (siempre y cuando esto mismo no afecte negativamente a otros individuos), el entender que no todos tienen una misma corriente de pensamiento, que por mas que nos esforcemos, jamas podremos ser del agrado de todos, porque siempre habrá alguien a quien no le caerá bien lo que somos y lo que hacemos, pero es mejor morir siendo odiados que vivir aprobados yendo totalmente en contra de nuestro propósito; ¿O acaso no lograron grandes cosas los personajes históricos importantes que nos enseñan desde kinder, los que pese a tener a todo el mundo en contra, decidieron cumplir el propósito por el cual estaban aquí en la tierra y ser diferentes a los demás, aunque a muchos se les fuera la vida en ello? Así pues, no sea causa de vergüenza lo que somos, y desestimemos lo negativo que otros puedan formular respecto a nuestra manera de vivir.
Pero visto desde otra perspectiva diferente, no lleguemos al extremo de la vanidad, pues quien se alimenta de la carne de las alabanzas se atraganta por un hueso de ofensa. Hagamos lo que nos gusta porque nuestro corazón como horno ardiente se enciende en la pasión que sentimos al realizar dicha accion.