La paradoja de la intención. Una reflexión sobre el deseo
Una reflexión sobre los la intención, los deseos y como pueden afectarnos.
Tienes un deseo de lograr un objetivo determinado, o quieres tener algo, o tienes otro deseo así. Si el deseo es realmente efectivo y no es simplemente un deseo vago, decimos que tienes una intención. Luego hace un plan de acción sobre cómo alcanzar su meta y realiza la acción o las acciones según lo planeado. Por ejemplo, tienes el deseo de ir a un concierto mañana por la noche. Así que busca en Internet los programas de varias salas de conciertos en su ciudad y en las ciudades cercanas. haces tu elección y compras el boleto en línea y mañana por la noche se va. Este es un ejemplo simple de lo que sucede cuando tienes una intención y tienes la oportunidad de cumplirla y, a menudo, funciona fundamentalmente de esta manera, también en casos más complicados, como cuando quieres hacer un recorrido por Sudamérica. Podría llamarlo la forma directa de cumplir una intención.
Tomemos ahora este conocido caso, descrito por primera vez por Roderick Chisholm: Pepe intenta matar a su tío rico porque quiere heredar su fortuna. Él cree que su tío está en casa y conduce hacia su casa para ejecutar su intención allí. Esto lo agita tanto que maneja imprudentemente. En el camino golpea y mata a un peatón, que resulta ser su tío. Por lo tanto, podemos decir que, de manera indirecta, la intención de Pepe lo hizo matar a su tío. Una pregunta intrigante es, por supuesto, si Pepe también es responsable del asesinato de su tío, en vista de su intención, ya que puede ser que en el momento del accidente Pepe no violó ninguna regla de tráfico y que el Peatón (su tío) de repente cruzó la calle.
Evitaré este problema, porque aquí quiero plantear otra pregunta. Cuando tenemos una intención, se puede cumplir de manera directa o indirecta, como acabamos de ver. Sin embargo, ¿es posible que una intención que tenemos se pueda cumplir solo cuando no la tengamos o cuando la abandonemos? Creo que existen tales intenciones. Las emociones son un ejemplo de ello, ya que, para dar un ejemplo, nunca podemos ser felices a menos que nos abstengamos de tratar de serlo. Entonces, la intención se ha convertido en su propia paradoja: a veces obtenemos cosas que pretendíamos conseguir solo porque no las teníamos en mente.