“Concurso @Provenezuela 1: “Y por un día, el océano era de queso”

in #provenezuela7 years ago (edited)

¡Hola Steemians!


Les presento mi entrada al concurso de @provenezuela concurso fase 1 redacta un iphone 4s. Espero lo disfruten.

Cerca del mar estaba “Castañan” este fue el nuevo nombre que adquirió “Gran Sauce” se movilizaron por tercera vez para establecerse como un pueblo costero (en el que irónicamente no habían buenos marineros). Castañan, llamado así por la ingeniosa Claudia de Castilla, viuda de Vicente Castilla, primer hombre en ser descuartizado por la manada de lobos que habitaba en las cercanías de Gran Sauce.

Claudia, quién desde muy joven se aventuraba en largas exploraciones, se había convertido en la mujer más importante del pueblo, fue ella quién encontraría el “río de plata”, llamado por sus curiosos peces con esqueleto de plata. También, fue la misma Claudia, quién luego de llegar a la desembocadura del río encontraría la playa de la futura Castañan.

Sin embargo, nadie en el pueblo había previsto que el peligro de vivir en las montañas serían sus salvajes animales, Gran Sauce era un pueblo que vivía de su cultivo, de árboles y siembra, anteriormente se dice que fueron habilidosos cazadores, pero entre ellos se asesinaron por demostrar que uno era el mejor de todos, la leyenda dicta que Marcus Landa murió sin compartir sus secretos en la construcción y el uso de sus armas. Los años pasaron, y con ellos, la leyenda se iba olvidando, los niños eran criados como cultivadores, las niñas tenían la libertad de decidir el camino y las labores que tomarían (algo moderno, en realidad).

Durante el invierno, sin avisar, varios ciudadanos fueron encontraros asesinados, descuartizados, algunos esparcidos por todo el pueblo, hasta que una noche, la más grande manada de lobos jamás vista llegaba al pueblo, hambrientos y endemoniados se lanzaron sobre todos, el primero en morir, Vicente, le gritaría a Claudia un simple “Corre” mientras ella le gritaba a todos que despertarán, en esa noche cientos de hombres se sacrificaron, uno de ellos simplemente recordado como “Ben”, quien incendiaría su casa con más de 50 lobos dentro de ella.

En esa misma noche el restante de Gran Sauce, siguiendo a Claudia se desplazarían hasta la costa, con el invierno a cuestas, muchos hombres, mujeres y niños perecieron en el camino, fueron 5 meses en un camino que a Claudia y su grupo le habían tomado 2, pero finalmente llegarían a su nuevo hogar.

Con los años, la población se adaptaría a su nuevo entorno, aprendiendo a pescar, a construir naves para adentrarse en el océano, ahora olvidarían la forma de cultivar y sembrar, puesto que la tierra no era tan fértil como en Gran Sauce, la falta de lluvia les hizo entender que no podrían sembrar aquí, incluso olvidarían el petricor.

En ciertas noches, los ancianos contaban la leyenda de la primera mudanza, estos le llamaban “el ocaso” porque justamente fue lo último que muchos ciudadanos vieron. La leyenda dictaba que en la primera ciudad (Porque en ese momento, lo era) se habían modernizado de tal manera que empezarían a expandirse, conquistando e invadiendo ciudades cercanas, algunas cayeron, otras fueron totalmente dominadas, llevadas a la ruina, incendiadas y borradas del mapa, se dice que en un día, por planes de aquellos que no querían perecer se alzaron 7 ciudades, atacaron en la tarde, casi exterminando todo a su paso, la salvación vendría en la frontera, en dónde madres y embarazadas habitaban (la costumbre era mantenerlas fuera, para que los conflictos de hombres no influyeran en el crecimiento de sus pequeñas… o pequeños).

Éstas mujeres, siendo alertadas por un grupo de desertores de Palát (la primera de las ciudades en planear la atroz matanza) salieron a prisa de la ciudad, estos desertores las guiaron hasta las montañas, cuando llegaron lejos se plantearon quedarse con ellas, y viendo que podrían dejar atrás la barbarie que sus reyes les encomendaron a cometer, lo hicieron, empezaron de nuevo en otro sitio en el cual podrían mantener una vida de paz y plenitud.

Nunca se llegaría a saber el nombre de la primera ciudad, pero siempre se recordaría el atroz petricor que dejaría “el ocaso”. En la mudanza y repoblación de Gran Sauce se perdió el instinto conquistador, el hambre de poder y otro centenar de cosas, en Castañan aprendimos a nadar, a construir naves de madera, pero seguíamos olvidando, aquello que nos hizo dignos de temer, respetar, de valer tributos había quedado en el recóndito pasado.

En Castañan no nos habíamos preocupado por nada, no respetábamos la madre naturaleza, nos servíamos de ella sin ofrecerle algo a cambio, la violentamos hasta saciarnos, hasta que un día… ella decidió castigarnos.

Claudia ya era mayor, con cabellos platinados fruto de muchas décadas de paz, con arrugas en sus manos para demostrar sabiduría, aunque ahora, no era tan recordada, una vez, advirtió que esto vendría, pero solamente en su llegada decidieron creer. Una semana, sin aviso, sin enunciar, se acabaron los peces… las naves llegaban vacías, luego de semanas en alta mar, todas y cada una.

No habían vacas ni gallinas, toros, ciervos, ovejas, esos animales estaban del otro lado del mundo (En Castañan pensaban que el otro lado de la isla era el mundo, porque bastante grande era este lugar). Todo habitante empezaba a perder su paciencia, haciendo infames planes de canibalismo en caso de que las cosas empeoraran, yo, por mi parte, solamente esperaba que mi padre regresará. Esperando que Poseidón no destruyera la nave de mi padre me dispuse a esperar, y esperar, semanas que se convirtieron en meses, mamá se había quedado en cama porque su carne empezaba a pegarse a sus huesos, Claudia se terminaría de encerrar en su palacio, el más alejado de todos.

Una noche, la luna estaba amarilla, muy, muy amarilla, quizás era mi hambre que se la imaginaba de queso, quizás lo era realmente, pero solamente deseaba probarla, ella bajaba lentamente por el océano, se ocultaba en él y yo, con el estómago vació me fui a dormir. En la mañana siguiente se escuchaba un alboroto más intenso que el habitual, “papá regresó” pensé, pero al salir, quedé enmudecido, un sentimiento inefable me llenaba el cuerpo (creo que a todos en el pueblo les pasaba esto).

¡El océano era de queso!


Continuará...

Gracias por leerme

Fotografías de mi completa autoría con una cámara Casio Qv R100.

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