“Concurso @Provenezuela 1: ¿Quién dice que los milagros no existen?

Cierto noche taciturno se encontraba un joven en medio de la oscuridad exhalando el petricor de la humedad invernal, añorando un futuro para su familia, no tenía medios económicos ni los permisos necesarios para hacerlo pero si la esperanza y la visión clara de un sueño. Se propuso a salir por los medios más escabrosos y peligrosos, sabiendo que un fatídico destino le depararía si algo salía mal; decidió irse confiando en que Dios lo iba a guiar hasta el lugar donde necesitaba llegar para comenzar el proyecto que le daría bienestar a su familia. Fueron pocos días de preparación, por su carrera militar tenia gran responsabilidad, su trabajo era esencial y un delito abandonarlo, pero a él no le importó ya que su madre una hermosa mujer con un corazón muy débil, por una afección cardíaca ameritaba de un tratamiento médico muy costoso, ese fue su principal motivo para pensar en la alternativa de emigrar. Desde muy joven realizó diversos tipos de labores para poder ayudar a su madre y hermano menor. El necesitaba buscar otra salida para poderla ayudar y por eso marco otro rumbo fuera de su país.

Este chico motivado por familiares y la enfermedad de su madre no dudo en dejar atrás lo poco que tenía, pero no contaba con la documentación pertinente (pasaporte), conocía los riesgos y todos sus amigos se los hacían ver diariamente pero confiaba en un Dios poderoso que movería todas las piezas en su favor. El joven tenía una hermosa novia que con su familia se propuso a orar cada día para que el llegara hasta su destino sano y salvo. Confiando el en ese Dios que jamás lo abandonaría fijo su meta; con sus ojos inundados de lágrimas y con el corazón amuñuñaito partió en menos de 5 días.

El primer obstáculo se presentó en su propia tierra, todos le decían que iba a fallar esta misión, faltándole ese documento esencial para identificarse no le importó. Llego al primer lugar donde le exigirían dicha documentación en la parte sur del país con la frontera colombiana. Efectivamente los oficiales querían permitir su entrada, el expuso su caso y confió en Dios y así ocurrió el primer milagro esa puerta de bendición se abrió, a regañadientes le cedieron el paso, un ¡Cuento cinco y no los veo! Y corrió como nunca había corrido en toda su vida, junto a un compañero que conoció en el camino y que presentaba su misma condición (Sin pasaporte).

El segundo obstáculo era recorrer Colombia y pasar desapercibido, el miedo lo amedrentaba en cantidades industriales, los mensajes de su familia lo angustiaban, pero eso no le impedía rogarle a Dios por el corazón de su madre; ella conocía lo peligroso que seria que lo deportaran, juicio militar, algunos rigurosos castigos y varios de cárcel le esperaban, sin embargo todos a la espera seguían orando para que Dios lo dirigiera. En ese lugar conoció un gran chofer colombiano que un principio no podía acceder a llevarlo indocumentado, Dios tocó su corazón y al conocer la historia de este caminante se conmovió, no solo accedió a llevarlo sino hasta el pasaje le dejó a un menor costo, también le permitió pasar las fronteras desapercibidos sin lograr ser descubierto por algunas autoridades. La oración justo puede mucho. ¡Dios bendiga a ese señor!.

El tercer obstáculo se presentó cuando la autoridad no pudo ser sorteada, y debía encontrarse con ellos cara a cara, un oficial se sube al autobús a exigir la documentación correspondiente, el chico por ser oficial de carrera sabía lo que le deparaba; su cuerpo temblaba y sus ojos aguarapados ya no podían contener las lágrimas, por un momento creyó que hasta allí llegaría después de tantos sacrificios, pero su corazón le insistió que su fe no podía fallar y recordó que en su tierra natal su gente clamaba a Dios para que lo guardara, inmediatamente una paz invadió su mente y corazón. Esto me recuerda a la cita que dice: En el mundo tendréis aflicción pero confiad yo he vencido el mal, mi paz os doy, mi paz os dejo, no os la doy como el mundo la da. Juan 14:27. Así es la paz de Dios sublime y plena en medio de las pruebas el nos insta a confiar, a creer que todo saldrá bien, solo hay que dar el paso de fe.

A su mente volvieron los pensamientos de todo lo que había pasado, a duras penas le prestaron los pasajes, compartía lo poco que tenía para comer con su compañero. Tal vez muchos dirán como dicen los jueces sin título; ¡Eso está bien bueno! ¡Por ser militar!, pero no todos los que están en las filas castrenses son asesinos, cualquiera que tenga cuatro dedos de frente sabe que allí no todos tienen las mismas responsabilidades, ni están comandando batallones de represión al pueblo, allí también hay muchos que no están de acuerdo con tantas atrocidades, pero no se debe juzgar a todos por igual por portar un uniforme, este joven estaba allí por necesidad, encuartelado como mecánico; solo para contar con un seguro médico que pudiera mantener viva a su mamá.

Sin cortar el hilo de la historia déjenme decirles que el oficial si subió, y a todos les pidió la documentación menos al joven y a su compañero indocumentados. Ni los miraron, Dios cegó los ojos del oficial o los cubrió con sus santos ángeles para no ser vistos por el oficial de guardia, cualquiera puede pensar que esto es inventado pero no es así, hoy este chico está en su destino agradeciéndole a Dios por sus cuidados. Cada día Dios nos revela que para él no hay imposibles, de esta manera actúa para mostrar su poder sobrenatural, para que entendamos que solo con el podemos caminar en medio de las luchas. Lo primero es creer que si se puede y reconocer que sin Dios nada podemos hacer, nuestros logros sin Dios no son nada. ¡Qué bueno es el, que si creemos no nos deja solos! No cobra por protección, no cobra por dirigirnos, no cobra por su paz, ni cobra por salvarnos, él está a solo una oración de nosotros. ¡Qué maravilloso es Dios, somos bienaventurados por ser hijos de un creador que nos ama con un amor inefable!