Llamada a ser filósofo...

in #polislast year

La vocación del filósofo es una obra que busca redescubrir el valor de la filosofía como modus vivendi de los filósofos, puesto que hoy en día la vocación y su carácter sacro ha quedado oscurecido. Porque, si bien es cierto que hasta antes del ingreso del siglo XXI existía un concepto claro de vocación de algunas profesiones; en general de servicio social, como la medicina, la política, la policía, y sobre todo, la educación. Es decir, el actor de estas llamadas “ciencias”, el médico, el político, el policía, y el maestro eran considerados personajes de gran relieve humano por su admirable misión.

Pero, ese concepto laudable hoy en día no se vive más, todos estos profesionales, salvo en el caso del bombero, que quizás por su oblata al servicio que realiza, pero el resto son considerados como cualquier profesión que se estudia y se ejerce. Esto tiene sin lugar a dudas su consecuencia en el paso de la visión humanista a la economicista, que dio la sociedad mundial, pues hoy todo está filtrado por el valor económico.

Negar que vivimos en una sociedad economicista no es ser realista, lo cual no descarga algo negativo, sino que es un cambio que ha dado el concepto de valor. Antes lo valioso eran las capacidades humanas y la abnegación de realizar la propia misión dentro los parámetros que la oportuna profesión le permitía al hombre. Hoy lo valioso es la competitividad y la excelencia, no solo en el plano educativo, sino en todas las realidades humanas.

A esto se llama, el paso del ser al tener, es decir antes se era médico, hoy tiene la profesión de médico, antes se era político, hoy se hace político, antes se era policía hoy se gradúa de policía, antes se era maestro, hoy se ejerce la docencia. Por lo tanto, tener una profesión y ser médico, político, policía o maestros es cualitativamente diferente a lo que se vivía en la Antigüedad. No es una diferencia cuantitativa, porque se estudia en la universidad de modo similar esas mismas profesiones.

La gran mayoría de los médicos, los políticos, los policías y los maestros, hace ya mucho tiempo atrás, que salen de la universidad sin ser servidores de la sociedad. Solo son agentes que han estudiado y buscan ejercer su profesión para ganar algo de dinero y poder vivir conforme a los parámetros de la vida económica. Es verdad, también, que estos agentes tienen más títulos académicos, eso es parte de entrar en la dinámica de la oferta y la demanda, pero, ¿acaso estudian más qué antes? De ninguna manera son más ignorantes que nunca.

Sin embrago, el presente texto no pretende hacer un análisis de este asunto, que para algunos no es un problema, sino es parte del desarrollo del espíritu absoluto. Solo he querido señalar como están las profesiones más ensalzadas, por su misión, de modo general para indicar que el filósofo ha tenido un tratamiento algo distinto. Aunque, no deja de estar tentando de seguir el mismo rumbo de las otras vocaciones.

Por eso, me propongo hablar de un sujeto que a lo largo de la historia es el responsable de todos los cambios y corrientes de pensamiento. Me referimos al filósofo, este es el que nunca ha sido visto como un profesional, por ende, su quehacer ha sido considerado una verdadera vocación.

Esto es curioso, porque hasta ahora no ha perdido esa fama y aunque muchos de ellos se han esforzado por conseguir algo de prestigio profesional, el ciudadano de a pie lo sigue considerando como un ser extraño, por la vocación que busca realizar. Puesto que, no encontramos en todo el mundo foros, capacitaciones, eventos internacionales sobre filósofos para ser más competitivos y alcanzar la excelencia, con ello más dinerito en el bolsillo.

Pero, sigue habiendo diálogos, ponencias, conversatorios sobre temas filosóficos. Donde la grandiosa intervención un filósofo, puede concluir en un fuerte aplauso y un buen café para seguir dialogando.

Hablar de la vocación del filósofo será para mí un verdadero reto, porque no encontraremos bibliografía selecta al respeto, sino que tendré que poner mi propia experiencia personal. En ese sentido esta obra va a recoger una preocupación que la tengo desde mis inicios formativos en filosofía. Que durante, mi etapa de formación filosófica iba descubriendo qué aquel saber no era una carrera, sino una verdadera vocación con una misión muy concreta.
Esta experiencia la pongo por escrito en esta ocasión para despertar el interés a todas las personas que sientan el llamado de la filosofía a realizarse como filósofos. De ese modo, descubrir el mundo del por qué y para qué de las cosas, que en mi apreciación personal no lo cambiaría por nada de este mundo economizado.

Para alcanzar el objetivo de esta obra es necesario tratar unos temas de sumo valor en este saber. Por eso, consideró que puede ser un texto adecuado para tener una introducción a la filosofía. Porque, al hablar de qué es la filosofía, su origen, su fin, qué estudia, cómo la hacen, cuál es su quehacer, cómo se relaciona con otros saberes y qué relación tiene con la ciencia y la técnica. Todas estas cuestiones serán tratadas en esta pequeña obra de manera directa, pues son la base de este estudio.

El cual, debo advertir es de forma y de fondo Platónico. Por eso, en su desarrollo será como un dialogo permanente de todos los conceptos que intento trasmitir. De esta manera, estimado lector, permíteme emprender la tarea de redescubrir la vocación del filósofo, que para algunos será un tema trillado.
Sin embargo, a los que piensan así les retó a que muestren un solo texto en el que se afirme con sentido filosófico que la filosofía es una verdadera y sagrada vocación.

Siendo justos debemos señalar que muchos filósofos, a mi modo de ver, los más inteligentes han afirmado que la filosofía es un modo de vida, y algún audaz por allí ha señalado que es un modo de ser. Esto se aplica de un modo correcto a este saber, sin embargo, no al filósofo, porque él no es un estilo de vida, sino alguien que sigue ese modus vivendi. Por lo tanto, el filósofo siente y hace suyo aquello que lo llama a vivir de esa manera. Esto en palabras correctas se llama vocación a la filosofía y como todo llamado exige una respuesta del que ha sido convocado, así se convierte en su modo de vida.

Ahora bien, la misión del filósofo no es su vocación, confundirlas sería irresponsable. Es decir, el filósofo no tiene como misión, que es la tarea propia de la vocación, hacer filosofía en un primer momento, sino adquirir el fin de la filosofía que es la sabiduría.

Por lo tanto, la misión del filósofo será llegar a ser sabio y trasmitir a los demás de manera prudente aquello que ha descubierto como verdadero, bueno, bello y justo. Por eso, exige una primerísima condición, la cual es buscar incesantemente la sabiduría como meta de su vida filosófica.

En otras palabras, la filosofía es el medio por el cual el filósofo se acerca a la sabiduría. De allí le nace un profundo respeto y defensa por la verdad, el bien, la belleza y la justicia en sí mismas, lo cual le lleva a poseer una tarea ineludible dentro de la polis y el mundo del que es parte.

#polis
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