ERASE UNA VEZ CUENTO VENEZOLANO PARTE 1
EL INTREPIDO ANDRES
Había una vez un niño que no limitaba su imaginación e intrepidez, esperando una aventura de infancia dibujada en su día a día, y empieza así...
Comencé a recordar en medio de una oscuridad, donde me sentía muy cómodo y relajado, estaba escuchando mi nombre, de una dulce voz de mujer, que me llamaba una y otra vez. Pero en esa oscuridad, no sé si volteaba, si miraba algún lado, solo escuchaba la voz lejana de una mujer que me invitaba a buscarla.
Mirando de un lado a otro, logro ver un destello de luz, creo que era alguien alumbrándome para que le siguiera, creo que la voz de la mujer me indicaba a donde ir, en tan inmenso espacio oscuro y relajante.
Voy acercándome a la luz, muy despacio, estoy cerca, tan cerca que lo que logro ver son unos barrotes muy altos, pero delante un resplandor muy fuerte, contrario a la oscuridad donde me encontraba esto me encandilaba, los barrotes comienzan a desvanecerse poco a poco, mientras me acerco.
-ahhhhhhhh, Como decía, comencé a recordar la voz de la mujer era mi mama, llamándome para que me despertara, para ir a la escuela, abriendo poco a poco los ojos, y arropado hasta la cabeza, me siento en la cama.
Mi mama dice:
-Andrés despierta, debes levantarte para ir a la escuela, llegaras tarde, y yo también; debo ir a trabajar.
Andrés contesta:
-Mamá, ya me desperté voy al baño.
Andrés se pone en
pie, y cuando da un paso adormitado se enreda con la sabana y –pummm- cae al piso, quejándose y dice:
-¡ayyyy, eso me dolió, pero ya me desperté!
La mama de Andrés, escucha y dice:
-¿Que te paso hijo?
Y Andrés, un poco quejumbroso, y parándose dice:
-La cama me atrapo, no quiere que la deje sola, creo que quiere que siga durmiendo.
Pero Andrés va de inmediato al baño, le gusta ir a la escuela, así comparte con sus amiguitos y aprende cosas nuevas.
Ahora Andrés, aseado, vestido, desayunado y animado a ir a la escuela, espera a su mamá, le dice:
-Mama, ahora debes darte prisa, o llegaremos tarde.
Es la historia de Andrés, un niño que vive cerca de un pueblo pequeño llamado Capiantar, que se encontraba a orillas del río Tarabacoa, todos los días camina de su casa a la escuela acompañado de su mamá cerca de 30 minutos, su casa se encontraba lejos del pueblo en las cercanías de un bosque. Cuando su mama no lo iba a buscar, regresaba solo, desde el puente que daba hacia las afuera del pueblo, acompañado hasta ahí por sus amiguitos, casi todos los niños vivían el centro del poblado.
Su mama, Julia se dedicaba al cultivo de hortalizas, después de llevar a Andrés a la escuela se dirigía al conuco para cumplir con la tarea del día. Al mediodía lo buscaba a la escuela para almorzar juntos. El papa de Andrés no se encontraba con ellos desde hace
tres años, pues se fue al cielo luego de una terrible enfermedad que azotó ese y muchos pueblos más. La señora Julia, desde entonces ha tenido que trabajar muy fuerte, para que no le falte nada a su hijo. Andrés es un niño muy alegre, con una imaginación increíble y activa, le gusta leer mucho, sobre todo historias de fabulas y fantasia.
Una mañana, su mama lo dejo en la escuela y le pidió que al salir, se fuera acompañado de sus amiguitos Pedro y Lucas hasta el puente y de ahí a la casa. Y le dijo:
Hoy me toca cosechar muchos vegetales y creo que llegare tarde.
Tienes comida guardada en la cocina, tapadita, estará tibia para cuando llegues, has la tarea y juega luego.
Continúo diciéndole la mama:
No quiero que vayas al bosque es peligroso andar solo ahí.
La señora Julia al advertirle no se fuera a jugar en el bosque, Andrés como hijo obediente, no le gusta ver a su mama disgustada y por eso trata de hacer caso en todo lo que ella le pide.
Su mamá lo deja en la escuela con la maestra Ana. En la clase pasan la asistencia y dice a sus alumnos:
-Pedro no viene, porque se saco una muela y aun tenía mucho dolor.
En cuanto a Lucas, a la hora del recreo cuando jugaba con Andrés en los columpios del parque de la escuela, llega su hermano mayor, pidió disculpas a la maestra porque toda la familia debía viajar a la ciudad y regresarían en dos días.
Andrés se despidió de Lucas, se sintió triste y preocupado a la vez pensando:
¿Quien me acompañara hasta la salida del pueblo?
¿Será que le digo a la Maestra Ana, que no tengo con quien irme?
Puesto que Andrés tiene un espíritu aventurero y valiente, con mucha gallardía, decidió no decirle nada a la Maestra y vivir un día de aventura viajando a su casa a todo riesgo, al fin y al cabo, el y en voz bajita dice:
No estoy desobedeciendo a mamá, mis amigos no están y debo llegar a casa. Llego la hora de demostrarle a mi mama que he crecido, y soy todo un hombrecito.
Pedro y Lucas eran los amiguitos, que vivían más cerca del puente que daba a la casa de Andrés. Son las 11:59 de la mañana suena el timbre de salida de la escuela, todos los niños salen como ovejas corriendo de felicidad porque termino el día de escuela, viene el fin de semana y quieren llegar a casa a jugar; Andrés no fue la excepción, después de todo tenía un gran reto y era iniciar un viaje de aventura para su casa.
Pero ¡solo!, por primera vez ¡solo! En medio de un fuerte sol de mediodía, un día caluroso.
La escuela ubicada al principio o al final de la única calle del pueblo, de hecho es cuestión de donde se comience, es abandonada por los niños y maestros brevemente hasta el día lunes, cuando entusiasmados vuelven para compartir y aprender. El Pueblo de Capiantar con una única calle, que recorre todo el pueblo, con muchas casas de lado a lado, y con patios verdes, floreados, y grandes árboles en los frentes de las casas con fachadas coloniales típico de esos pueblos viejos, construido con barro y palos.
Era normal que al mediodía la gente estuviera en su casa almorzando, dejando desolada la calle, lo que le daba a Andrés la sensación de un pueblo fantasma, un pueblo abandonado recreándole sus más profundos miedos, de su infancia.
Andrés con tan solo 9 años y una imaginación fugaz ha salido de la escuela, corriendo y alejándose del resto de los niños que se dirigían a sus casas, luego de correr unos metros se detiene y piensa:
- Tomare el lado derecho de la acera o el izquierdo.
También se preguntaba:
¿Pero cuál es la diferencia?
De pronto ve un destello del lado izquierdo y dice: - Me están enviando una señal. ¿Debo averiguar quién? ,
-Iré por el lado izquierdo. Dijo Andrés.
Caminando por la acera el camino comienza a cambiar, la acera se une con la otra como si se achicara la calle.
Andrés siente que lo siguen, pero él con paso firme camina lentamente, siempre para adelante, pero continua escuchando pisadas cada vez más cerca, y de pronto voltea, no lo puede creer, abriendo los ojos tan grande como una torta de casabe; el pueblo tranquilo donde vivía se convirtió en un ambiente misterioso, insólito y sorprendente.
Porque atrás los seguía un enorme bestia, jamás vista por ningún ser humano, solo era conocida en mitos y leyendas, era nada más y nada menos que un Minotauro... que poco a poco se acercaba, con profundos y fuertes respiros por el hocico, con sus enormes y puntiagudos cuernos, grandes y pronunciados ojos, que amenazan con su presencia y dando pasos hacia atrás. Andrés poco a poco retrocede y piensa: - ! A donde corro ¡para ponerme a salvo!
El recuerda en medio de su miedo que tiene una misión y un compromiso de llegar a su casa con su mama, y le dice al Minotauro:
-¿Quién eres?, ¿Porque me sigues?
Exclamo: ¡soy Andrés, no te temo! –
Y con un fuerte grito: ¡aléjate! o conocerás mi furia
¿Pero tengo mucha furia o medio? -pensaba-
El Minotauro que supera a Andrés 8 veces su tamaño, con grandes músculos, y postura imponente da pasos lentos.
Se escucha mugir fuertemente: muuuuuu
En cada paso hace temblar la tierra y su mugido estremecía el cielo, pero Andrés ya no retrocedía y cuando se dispuso a enfrentarlo, aparece otro asombroso ser mítico, jamás pensado que existiría, hace su aparición un noble Centauro con una larga lanza, con postura de ataque y mirada decisiva a defender a toda costa el niño que acecha la bestia cornuda.
Intimidado el Minotauro, porque no se lo esperaba, detiene sus pasos. El Centauro con un gran valor
le grita: - Aléjate bestia o tendrás que enfrentarme.
Andrés, en medio de tanta confusión, miedo y terror, pudo sentir alivio, pero también duda, y exclamo: - ¡¿Que está pasando?! , ¿Quién eres?, ¡¿Que hacen aquí?, y ¿porque me defiendes?!
El Centauro respondió: - Joven guerrero, soy un centauro mitad hombre mitad caballo como puedes ver, soy el líder de un ejército de Centauros Leales a la protección de almas inocentes víctimas del abuso de monstruos como el Minotauro que esta frente a nosotros.
Dice además:
-Estoy aquí para advertirte del señor Hipnos, Dios del sueño, que ha decidido impedrir tu reto de enfrentar tus miedos en tal hazaña de ir a casa solo, siendo tan solo un niño, queriendo acabar con tu valentia. Te defenderé de este Minotauro, pues soy fiel defensor de los niños valientes como tú, ahora continua detendré al minotauro.
Recuerda le dijo el Centauro: -
-Estas entrando en el mundo de los sueños y el señor Hipnos hará lo posible por detenerte, hara que sientas mucho miedo, para que no llegues a casa con tu mama.
Término diciéndole el Centauro:
-Esta es una batalla que ganaras si piensas antes de actuar, busca la mejor solución a los retos que se presenten
-No dejo de asombrarme con lo que acabo de vivir- dice Andrés.
-¡Pero no me dejare vencer, ese señor Hipnos no me detendrá¡ exclamo Andrés.
Después de caminar varios minutos, Andrés tropieza con una piedra que le cae en los zapatos, la patea, pero
enseguida le cae otra en los pies, vuelve a patear y vuelve a caer otra. Extrañado de lo que sucede mira de un lado y luego a otro, nota que unos peñascos comienzan a moverse de abajo a arriba y de arriba abajo, como cuando la barriga sube y baja por la respiración, pero Andrés curiosea las rocas que se mueven y dice:
-¿Que es?, parece un hombre acostado, pero hecho de piedra.
Nota que está durmiendo y roncando, Andrés dice en vos baja:
-¡Es un Golem!-
Muy sorprendido.
-Por eso las piedras se mueven, A demás el Golem no se ha dado cuenta que estoy aquí.
Dice además: - Seguro el señor Hipnos lo envío.
- Pero con lo flojo que es, quedo dormido en esa pequeña loma, esperándome.
Agrego Andrés:
-Debo pasar sigilosamente sin despertarlo.
Pero a pesar que el Golem dormía, no dejaba de lanzar y mover piedras con su ronquidos, algunas le cayeron a Andrés, pero tenía que soportarlo muy calladito y esquivando las que podía, para no despertarlo. No tenía al Centauro que lo defendiera, este adversario era muy grande y no iba a poder con este solido e impenetrable rival, recordó una vez a la Maestra Ana cuando decía:
-¡Dejen quieto al que está quieto!
Refiriéndose en ese momento a unos niños que molestaban a un gato que dormía y ellos al halarle el rabo, el gato reacciono arañando a los niños.
Andrés logro pasar con cuidado sin molestar y despertar el Golem, pero
se detuvo un momento, y entonces la calle en un estirón muy extraño volvió a ser la misma, con sus casas y arboles.
-Es el mismo vecindario que conozco, parece como si nada hubiese ocurrido, dijo Andrés.
-¿Será que el dios Hipnos me está tendiendo otra trampa?, o ¿Será que todo acabo?, se pregunta Andrés.
El decide tomar un atajo para evitar alguna trampa, por la calle principal del pueblo.
- Así no enfrentare más monstruos que envíe el señor Hipnos, dice Andrés.
Cruzó la calle de izquierda a derecha, paso por un caminito de tierra bordeada de plantas silvestres, algunas con espinas. En un intento por ir más rápido, corrió un poco, para llegar al patio de una de las casas cercanas, Andrés decía:
-Está despejado el camino, es buena señal, no hay monstruos, seguiré por aquí hasta llegar a casa-
Pero, en medio de unos arbustos que se estremecían con gran ligereza, salta un gran perro, este no es muy común, al contrario único y muy extraño, tan alto como un caballo y lo que llamaba más la atención es un perro con tres cabezas, orejas puntiaguda y colmillos tan afilados como cuchillos, escupiendo fuego por la trompa de cada cabeza.
Andrés ya no le extrañaba que ocurrieran cosas fantásticas y fabulosas, acordándose que había leído en uno de los libros de fabulas y mitos en la escuela, que existía un perro así llamado Cerbero. Un perro guardián que cuidaba las puertas del mundo de los muertos. Andrés, tenía presente las palabras del Centauro que le dijo:
-Joven guerrero, el señor Hipnos, hará lo posible por detenerte y sientas mucho miedo.
Andrés, No tenía nada con que defenderse solo su astucia que le ayudaba a salir de problemas.
Cuando Andrés se movía Cerbero tomaba posición de ataque, intimidando e indicándole que no pasaría por los patios para llegar al puente que daba hasta su casa.
Andrés era muy observador, aprendió eso de su papá que trabajaba reparando maquinas de moler maíz, maquinas de coser y otras cosas más, entonces noto que una de las cabezas de cerbero olfateaba para todos lados, buscando algo, como oliendo comida, al darse cuenta Andrés hábilmente, le dijo: - No se cómo te trata tu amo, pero puedo decirte que tengo una sorpresa para ti.
El perro enseguida mostrándole sus enormes dientes, amenaza a Andrés enrojeciendo sus ojos, esperando que corra para perseguirlo.
Andrés continúo hablándole:
-Te ves cansado, al menos es lo que veo en tu cabeza de lado izquierdo, la del medio parece tener hambre y la de la derecha tiene la lengua afuera, debe ser sed que tienes.
-¡Como no tener sed, si escupes fuego!- exclamo Andrés.
Cerbero era muy inteligente y entendía lo que hablaba la gente, deponiendo su actitud agresiva y observándolo cuidadosamente se sienta, aun impidiéndole el paso a Andrés, quien toma su bolso de la escuela y saca un trozo pan con jamón y queso, que le quedo del desayuno, se lo lanza diciéndole:
Come, descansa y disfrútalo, Cerbero.
Moviendo la cola se hecha en la grama y empieza a degustar el pan, dándole mordiscos y mordiscos con gran velocidad, mientras la otra cabeza aprovecha de descansar, reposándose sobre la grama y tomado una siesta.
Andrés dice a la cabeza que observa con sed:
-No tengo agua para darte, así que deberás irte a su casa, y tomarte algo allá.
Andrés al lanzarle el pan, sabe que al comérselo le daría mas sed y tendría que irse a buscar que beber.
Cerbero lo deja pasar, continuando su viaje contento por ayudar a un impresionante can.
Antes de morir el padre de Andrés, le regalo un perro cachorrito llamado Fido, es muy juguetón y leal, por eso pudo conocer del comportamiento de Cerbero.
Después de ver, que el atajo no era la mejor opción, opto por regresar a la calle principal del pueblo, tomando otro sendero, que termino en una casa muy rara. Todas sus paredes eran de vidrio y espejos, con muchas cortinas guindando, tanto afuera como adentro, movidas por el viento daba la sensación de fantasmas.
Atemorizado, Andrés empieza a avanzar poco a poco, de pronto grito:
-¡Ay mama que es esto!
Impresionado por ver una figura de un hombre de pie tieso, retrocediendo lentamente, se tropieza con otra figura pero esta vez de un niño también tieso, con una posición de asustado y que iba a correr, Andrés conmocionado le dice:
-¿Que te paso?-
-¿Por qué no hablas?-
-¿El señor de
allá es tu papa?, ¡háblame por favor!-
Pero, la tiesa y fría figura del niño, para remate estaba hecha piedra, no contestaba, le recordó el Golem de piedra, solo que aquel estaba dormido y estas parecían estatuas, asustado busca salir de ahí.
Se golpea con otra estatua, es una mujer triste y asustada, y dice:
-Esta era una familia, que pasaba por aquí y los convirtieron en piedra.
Volvió a recordar la fabula de un monstruo llamado Medusa que volvía a las personas de piedra - Chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, chi, un sonido de maracas se aproxima.
Debe ser ella la mujer mitad serpiente. Dice Andrés.
Dice la fabula que nadie jamás ha visto y sobrevivido a la presencia de Medusa y que el señor Hipnos en el sueño de un campesino, se la describió para atemorizarlo, que tenia ojos turquesa e hipnóticos, escamas verde como piel, y cabello con abundantes víboras venenosas de diferentes tipos, tratando de morder y envenenar a su víctima.
Gritando la Gorgona, refiriéndose a Medusa, dice: - Eres tu, el pequeño joven guerrero, el señor Hipnos me pidió que de petrificara, así que mírame a los ojos y ríndete.
Andrés se mantuvo firme, porque si corría Medusa lo cazaría y al atraparlo lo apretaría con su cuerpo de serpiente y lo convertiría en piedra, así decidió cerrar los ojos y luego tapárselos con las manos.
Medusa enfurecida le dice:
-Acaso no tiene modales, mírame cuando te hablo, ten educación.
Andrés cuando trata de correr, pega con una pared de vidrio irrompible, inmediatamente y mirando hacia el suelo, abre un poquito los ojos y nota que también la Gorgona está ahí al acecho, viendo su cola, se da cuenta que la casa es una caja de cristal y ella está atrapada,
No representaba una amenaza para el si no la veía, se dio la vuelta y se fue alejando para llegar a la calle, ella furiosa decía:
-Ven y mírame, el señor Hipnos me encerró aquí, solo podre salir si te convierto en piedra.
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El sabiendo de la maldad de Medusa, al volver piedra a esa familia, no sintió que debía ayudarla.
Marchándose dice:
-Te lo mereces así no harás tanto daño.
Andrés continua el viaje, pensaba que en el pueblo hablaban de las personas que hacen mucho daño a otras también los colocan en una caja pero con barrotes, como castigo.
Medusa corrió con el mismo castigo, con un intento desesperado por terminar con la persecución del señor Hipnos, rompe a correr muy enérgico, ahora convencido que se acabe el viaje que tanto anhelaba hacer pero no de esta forma, se cansa muy pronto por el esfuerzo llegando a una enorme sombra de un árbol llamado ceiba, con un tronco tan ancho como una casa y tan alto como un edificio de seis pisos, raíces gruesas y abultadas que agrietan la acera y carretera, respirando muy agitado siente que cae en su cabeza y sus hombros, fuertes gotas de agua, y dice:
-Pero, está lloviendo con este fortísimo sol, no hay nubes o es que un pájaro me orino.
Voltea hacia arriba y observa grandes ojos llorosos con la expresión de un llanto callado, una tristeza larga que lo lleva a preguntar:
-Hola, soy ¿Andrés quien eres? ¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?, ¿te puedo ayudar?
La gran ceiba responde:
-Soy una Hespéride, estoy triste por porque ha llegado la hora de irme, y me duele que no sea para otro lugar como un bonito jardín, un campo abierto o una montaña.
Andrés confundido insiste:
-No entiendo aun, si quieres irte solo vete.
La Hespéride responde: - Cuando pequeña me sembraron aquí y no pude desarrollar mis raíces como pies, tengo mi familia en los bosques de la colina más allá del río.
-Se que vives por allá, porque me lo dijo un pajarito, agrego la Ceiba.
Andrés conmovido, por tanta tristeza, desencanto, vuelve a preguntar:
-Te puedo ayudar a calmar tu tristeza.
La ceiba le responde: - Si pudiera caminar el señor Hipnos no vendría a hacerme leña para su chimenea, nadie puede ayudarme soy muy grande para que me lleven para otro lado, y tú debes irte ahora mismo, o el señor Hipnos te atrapara aquí, y no quiero que te pase algo malo por mi culpa.
- No te preocupes lo esperare aquí y te defenderé, no le tengo miedo, contesto Andrés llorando, a la desdichada Hespéride.
Ella al sentir y ver tanto valor, amistad, y caballerosidad le dijo:
-Debes irte si te quedas, el habrá ganado y tu no estarás mas con tu mama, yo asumiré mi destino, he vivido felizmente, resistiré con valor como tú lo has hecho para darte tiempo, a que llegues a tu casa.
-Recuerda que en la vida encontraras quien haga sacrificio por ti y para ti, quien lo haga estará demostrándote su amor, lealtad, amistad y bondad, dijo además.
Las palabras del hespéride lleno de valor a Andrés, quien respondió:
-Tu sacrificio no será en vano, te honrare cumpliendo mi cometido. - Adiós hermosa ceiba hespéride, te llevo en mi corazón.
Llorando y con un dolor en su gran alma, pero sin mirar atrás se despide y continúa su viaje, el joven y apasionado guerrerito.
En su travesía y cerca del puente, que atraviesa el río Tarabacoa para su casa, se encuentra a una ancianita que pasaba frente a él, ella dijo: - si vas a pasar por el puente debes tener cuidado, hay un furioso Troll con un gran garrote que no permite el paso a nadie, debes cuidarte.
Con esa advertencia Andrés dice: - Gracias amable abuelita, y ¿cómo se llama usted?
Ella dice:
-Prudencia, y es lo que debes tener al pasar por ahí.
Andrés continúa hasta pararse frente a el enorme, peludo y molesto Troll con orejas sobresalientes, dientes anchos y largos, ojos redondos y una gran barriga que parece un saco de papas, con su garrote golpea contra el puente disgustado, caminando de un lado a otro murmurando palabras inentendibles.
Andrés tomando un gran riesgo, pues no sabía cómo reaccionaría el Troll, le pregunta:
-Señor Troll, con todo respeto porque está molesto, ¿le pasa algo?
El Troll para asustar a Andrés lanza un garrotazo hasta los pies de él, y le dice:
-No pasaras el puente, ni tú ni nadie, estoy enojado y me desquitare con quien intente pasar.
Andrés inmóvil, sin miedo y decidido, vuelve a intentar hablar con él. El Troll en duda porque el niño no le teme, le pregunta: - ¿Acaso no me temes? , ¿No saldrás corriendo?
Andrés respondió:
-Señor Troll hoy ha sido un día difícil.
-Me he enfrentado a la amenaza de un Minotauro, a la furia de Cerbero, al desespero de Medusa, a la tristeza y sacrificio de la Hespéride.
También dijo:
-Pero también he recibido ayuda de un Centauro, el concejo de una ancianita, la voluntad de no rendirme ante el señor del sueño y tengo la esperanza de encontrarme con mi madre al cruzar este puente.
-Por eso solo tengo la única opción de enfrentarme a usted señor Troll, para cruzar el puente o ¿cree que deba rendirme?, agrego Andrés.
El Troll entendió que muchas veces necesitamos ayuda y al escuchar tal valentia, decide contarle, que le sucede:
-Llevo días cuidando este puente, sin poder tomar agua, el señor Hipnos me hizo un hechizo que si salgo del puente me volveré polvo, y ¡yo no quiero eso!, exclamo.
Andrés entendiendo su malestar
le dice: - Yo bajare al río y te buscare agua, dame el botellón que tienes ahí en el cinturón, para llenarlo.
El Troll, le advierte:
-Debes tener cuidado, hay una Ninfa que cuida el río y se niega a dejar que tomen el agua.
Andrés le dice:
-Está bien tomare mis precauciones y tendré prudencia. Recordando la ancianita.
Una vez abajo en el río Tarabacoa, Andrés se arrodilla en la orilla y al inclinarse para llenar el botellón, se levanta una columna de agua con forma de mujer, cabello largo, ojos azules y un largo vestido formado por las corrientes de agua, que molesta dice: - ¿Quién eres?, que osas tomar y llevarte mi agua.
Exclamo además: - ¡Acaso no sabes, que soy la ninfa protectora de las aguas fluviales y ríos!
Andrés atontado por tal belleza, le cuenta la travesía que ha vivido el día de hoy. Y del Troll sediento y molesto que está arriba en el puente, urgiéndole la necesidad de tomar agua, ella negada dice: - No le daré de mi agua, ese Troll es muy gruñón y grosero, con ese garrote golpea el puente y las rocas me caen encima.
-Dice la ninfa además:
Pronto puede que interrumpa el paso del agua, con los peñascos que caen y me separare en dos partes, eso sería doloroso.
-A demás si él se toma el agua, que gano yo, estoy siendo muy perjudicada. Dijo ella un poco flexionando su actitud.
Andrés, usando su envestidura de mediador
le dice:
-Hablare con el Troll para que no golpee mas el puente, así no te hará daño, pero tu debe dejar que el beba agua y cuando yo no este, debes subir al puente a llevársela tu.
-Así el te protegerá, recuerden que son vecinos y deben ayudarse.
La razón del niño dejo a la Ninfa meditando brevemente, diciendo:
-Acepto la propuesta, mientras el Troll acepte y respete el acuerdo.
Andrés vuelve a subir al puente y le cuenta al Troll. Lo convence de que es lo mejor para vivir en tranquilidad y paz, así tendrá alguien también con quien conversar y compartir.
El Troll, acepta el acuerdo considerándolo justo, y reflexionando que lo mejor es ser buenos vecinos y ayudarse. La Ninfa para revalorizar el acuerdo, se eleva hasta el puente como un gran chorro de agua, sonriéndose y saludando al Troll, demostrándole este su agrado, también con una sonrisa un poco extraña pero con simpatía.
Andrés, los deja hablando mientras pasa el puente, pero no sin antes recibir un mensaje del Troll que decía:
-Los retos acabaron, pero no te descuides, el señor Hipnos es traicionero, y antes de que llegues a tu casa el tratara de atraparte.
-Ahora ve lo mas rápido que puedas y gracias, amiguito, termino diciéndole el Troll, acompañado de la ninfa.
Andrés atento va caminando rápido, está cerca de su casa, camina muy rápido, por el camino de piedras, pero no deja de voltear atento a lo que pueda ocurrir, emocionado porque siente la victoria en sus manos.
Disminuye el paso, comienza a bostezar, siente que el bolso de la escuela es un saco de piedra, mira al frente y aparece una sombra, estoy débil dice Andrés, siento que me duermo, pero que veo:
-Un cabello algo alborotado, una túnica negra, parecido a una bata de baño, con profundas ojeras tan oscura como la noche, una nariz puntiaguda, brazos largos con manos huesudas y una sonrisa burlona, hace acto de presencia el señor Hipnos y suelta su carcajada: - ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… no dejare que llegues a casa, me has hecho quedar como un tonto frente a mis amigos, los otros dioses.
Dice a demás, el señor Hipnos:
-No puedo ser vencido por un infante, pero esto se acaba ahora, te dormirás aquí y quedaras atrapado en el mundo de los sueños, donde estarás atemorizado por mí.
Andrés, piensa mientras hace un gran bostezo:
– ¿Quién podrá ayudarme ahora?
El señor Hipnos dice:
Perfecto te estás quedando dormido, está haciendo efecto mi hechizo sobre ti.
Andrés replica:
-No, no es así, no puedo dormirme.
-Pero ¿Qué pasa?, tampoco puedo gritar por ayuda, dice Andrés.
Pensando que haciendo ruido con el bostezo, podrá escucharlo alguien y así ayudarlo, y dice:
-Bostezare lo más fuerte que pueda, aaahhahahaahahahahaahah.
Con el gran bostezo aparece la caballería, leal y juguetona, no es más que Fido, el perro que le regalo su padre, ladrando fuerte y atormentando al señor Hipnos, que exclama:
–¡Cállate
perro¡ o me despertaras a mi también de mi propio sueño.
Es entonces, cuando Andrés comprende que el poder del señor Hipnos es cuando también duerme y comienza, hacer ruidos junto a los ladridos de Fido, para atormentar al dios del sueño, alcanzando debilitarlo.
Tanto ruido hizo que consiguieron despertarlo, para así vencerlo despertándolo, logrando devolverlo a su mundo de los sueños, donde tardara 1000 años para dormir y volverse fuerte nuevamente.
El señor Hipnos, antes de irse le dice a Andrés:
-Me has vencido, pero mis otros amigos dioses, estarán observándote para poner más retos en tu vida, disfruta tu victoria…. Joven guerrero.
Andrés le contesta:
-Los venceré al igual que a ti, mientras tenga una razón para luchar, y tenga amigos y personas cerca de mí, que estén ayudándome, dulce despertar señor Hipnos.
Andrés llega sano y salvo a casa en compañía de su amigo Fido, encontrándose con su mama Julia, quien estaba también llegando del conuco.
Sorprendida por la hora de llegada de Andrés, le dice: - ¿Jovencito se puede saber donde andabas?, es la 1:45 p.m.
Andrés contento de verla, la abraza y le dice: - Me he demorado de la escuela a la casa, porque hubo muchos inconvenientes, mamá. Su mamá le pregunta, curiosa: -Entonces, cuéntame ¿qué te ha sucedido Andrés?, ¿Qué dices que te demoro, que inconvenientes tuviste?, -Y ¿te viniste con tus amiguitos?
Andrés le dice:
-Te vas a asombrar cuando te cuente, pero esto sucedió de verdad y por eso llego tarde a la casa.
Y comienza a contar lo sucedido: - Bien, Salí de la escuela, Pedro y Lucas, no me pudieron acompañar, porque se les presento también, imprevistos, y no quise molestar a la Maestra Ana.
Su mamá dice:
¡No debes hacer eso! sabes que la maestra te ayudara si se lo pides; así sea para traerte hasta el puente.
Andrés continúa contando lo que considero la gran aventura del día:
-Tienes razón mamá, así lo haré.
-Pero luego, caminando por la acera me tope con uno de los toros del señor Alfredo, el de la hacienda, me pareció que era muy manso, se me acerco mucho.
-El señor Alfredo, estaba montado en un caballo de color blanco, y sostenía una larga vara, estaba recogiendo el ganado que se le había escapado, me dijo: - Se rompió la cerca, y de ahí las vacas y toros fueron a dar hasta el pueblo, pero que no son agresivos.
Continúa Andrés hablando:
-Cerca de la quebrada, que creció la semana pasada con las lluvias, estaban amontonadas muchas piedras que recogía una maquina, me cayeron algunas en los pies pero no paso nada serio.
La madre de Andrés que preparaba la mesa para comer, y atenta a su historia le dice:
-Debes tener cuidado, cuando trabajan acomodado la vía se corre peligro al acercarse, una de esas piedras te pudo romper la cabeza.
Andrés inmediatamente respondió:
–Por eso no quise continuar por ahí y me fui por el jardín de la casa de
Javier, el muchacho que corta pelo, ahí me encontré con Draco, su perro, creo que era un gran danés, pues parecía un caballo. - El estaba echado en la verde grama, me pareció que tenía hambre, pero lo vi muy débil y le di lo que quedaba de mi desayuno, que pensé traérselo a Fido.
Andrés Agrego además:
-Vi después dos perros mas, decidí volver al camino para no perderme y salí por donde está la tienda de la señora Matilde.
-Me tropecé con unos cuantos maniquíes vestidos, porque venía corriendo, tenía un maniquí con forma de un hombre, un niño y una mujer que los estaba vistiendo, tenía muchos vestidos guindados para vender.
-La señora Matilde estaban ahí, cuando salió le vi los ojos rojos y despeinada como un montón de serpientes, tenia los cabello de punta, al parecer creo que tenia gripe, salí corriendo para que no me enfermara. Dijo Andrés.
La mama lo interrumpe y dice:
- Debes tener cuidado con las propiedades ajenas de no romperlas, y considerar a las personas enfermas.
Dice Andrés:
Lo haré, pero, de la carrera que pegue, me senté a descansar en el árbol de ceiba, la que está cerca de la bodega del señor Sebastián.
-Sabes lo van a cortar porque rompió la calle con sus raíces, y esta tan alto que si cae puede dañar muchas casas, me dio tristeza, es un árbol que tiene muchos años y no lo pudieron sembrar en otro lado.
-Al llegar al puente
me encontré la señora prudencia, la señora que hace dulces de coco, me dijo:
-Están reparando el puente, que tuviera mucho cuidado.
Dice Julia la mama de Andrés:
-Es cierto hoy debieron trabajar hasta tarde, para terminar de repararlo.
Dice Andrés:
-Sí, y al cruzarlo el señor Mario estaba con un martillo dándole a los pilares, pero como tenía mucha sed, baje al río con mucho cuidado.
-Y la señora Petra que estaba recogiendo agua, me dio un poco y se la lleve al señor Mario, agradecido me ayudo a cruzar el puente sin ningún problema.
-Finalmente, llegando a casa sentí muchísimo sueño y hambre, sentía como que me iba a quedar durmiendo en el caminito para la casa. - Ahora que lo pienso, tan lejos y tan cerca, pero llego Fido ladrando, y empezó a halarme el pantalón, para que subiera a casa para encontrarnos.
-Felizmente estabas aquí, y esa mama es mi historia, de un día emocionante de mucha aventura de la escuela a la casa.
La mamá, contenta le dice:
-Hijo gracias a Dios, estas bien y deberás tener mucho cuidado, ser comunicativo y no aventurarte solo.
Andrés pensativo:
-mamá tiene razón, pero ¿Que aventura mágica me esperara mañana?, ¡Y ahora, a comer!