Water-lilly by jwvein in Pixabay

Lluvia eterna

Me precipito como lluvia en terreno muy mojado.
En un charco monocromático, me desplazo buscando colores.
En mí florecen lirios y aún tengo trozos de piel del capullo.
No tengo ojos y debo tantear en la oscuridad que acecha.
Como lodo ciego que palpita desde el infinito abismo,
somos uno y somos muchos habitando el mismo orgullo;
renacuajos cantores que invaden la noche sin rendirse.
Los astros dibujan garabatos maltrechos, inconformes;
buscando un Oz que nos transforme en lo que no somos.
Menospreciando la belleza que llena,
nos vaciamos en desiertos que arden...
El cielo nocturno, en el mar, abre un portal que hipnotiza,
mis sentidos van creando formas y constelaciones con guiños.
Cada noche, voy inventando los motivos para pintar el alba
y me abandono a un destino que me atrapa en una jaula que estorba.
Cazo brillos y miradas eróticas entre el agua y la luna
cuando peina su cabellera plateada sobre la seda marina
en un interludio del soliloquio de olas que embelesa la arena.
Ahora, tengo abiertas mis alas para que vuele el tiempo
que va y viene de silencio en silencio, despiadado, insensible.
Sólo arriba, me siento viva, pero caigo, caigo, caigo...
caigo y me levanto en una red de mentiras
que me adormece en su lecho de arañas
entre suspiros y olvidos, eterna como arrullo de estrellas.
Me precipito como lluvia en tierra fértil y renazco
en el latido de corazones puros,
en los ojos de quien mira el vaso medio lleno,
en el roce de una mano amiga,
en la sonrisa de quien decide no sólo esperar sino buscar,
en el feeling amoroso de la familia,
en el resplandor de la cara de una anciana amada,
en la brisa que recuerda las voces de nuestros finados,
en la intuición de quien mira a Dios en los detalles,
en la historia del que vive un día cada día,
en la terca lucha de quien intenta ser mejor persona cada vez,
en el asombro de un niño que cuenta una a una las estrellas
y la suma va llenando su pecho de cielo.