Perdón.

Necesito confesarme,
te he estado arrancando de mi piel de la manera más cruel.
Lamento no haber podido mantener mi palabra,
aunque la dije con sinceridad.
Hoy me gana el desaliento que me dejó tu desamor.
No podré amarte por más tiempo, lo lamento.

En esta sincera carta aprovecho de implorar perdón
a algo que quizás no me puede perdonar,
porque lo matamos de manera lenta y agonizante,
suplicando clemencia en un mar hecho a lagrimas por nosotros,
así falleció aquel Gigantesco Amor que sentí,
todo ese Amor que alojaba en mi corazón y en mi alma para ti,
le pido perdón, aunque ahora solo podamos desearles paz a sus restos.

Te digo adiós, vil impostor.
Porque ahora no estás siendo más que un remoto y vacío recuerdo.
Remoto porque ya no sé dónde está y vacío
porque se ha ido el dolor y el arrepentimiento que tenía conmigo.
Es como si hubieses sido solo un fantasma, lo lamento.

¡Perdón, perdón! Mi mente hoy te está negando,
Ella dice que te dediqué versos que no eran tuyos,
dice que no merecías escuchar ni una esas poesías.

Lamento nunca poder y ni siquiera intentar; llevar flores a donde sepulté tu recuerdo…
Perdón por olvidar en qué parte de mi memoria te enterré.