Sin Título #2

Publicación con mi Amigo querido Eduardo Fernandez

Margaret,
yo que prometí escribir sobre algo;
eso que más te gusta y…
He escrito tantos poemas de tus ojos
de tu cabello, de la lluvia resbalosa y
confieso verte insatisfecha
por no poder amarrar algún verso
considerable y que lances al aire
una carcajada de aprecio.
Y hoy, que no debes estar aquí,
he decidido escribir
sobre algo que quizá te contenta.
No sé hasta qué punto puede llamarse esto,
un poema o una declaración enfermiza,
pero… He escrito sobre tu vagina.
De mis placeres y tus labios vaginales
de tu luz escondida
y aún más…
Del orificio por el cual me introduzco.
Con la inminente reacción
de que posiblemente
me lances de una patada a la basura
de donde me encontraste.
Y sin vergüenza, aunque,
no preciso describir sobre tu vagina
porque sería
como lanzar una virginidad
a las manos de los tantos o pocos
que lo lean
sólo quizá -.

¡Oh!
¡Hay un pequeño pudor!
Un desgarganté sonido de cuerdas y un gemido con
retorcijones sostenidos de
virtudes y esperanzas.
¡Otro gemido!
¡Otro grito!
¡Otro gemido mujer!
Ahora que toco con mis dedos
lo que ha dejado una pequeña
rasurada;
puedo decir lo vanaglorioso
de una vagina lubricada
humedad y colorida.
la tuya con sus diámetros oscilantes y mucosos.
Arrugas vaginales, clítoris y uretra -.

Margaret,
ese olor asido
la fragancia
la elasticidad.
¡No, no!
No puede confundirse
una vulva, una vagina
con una mente que has parido.
Es tu aparato.
Es tu órgano reproductor.
Es tu inicio.
Es un feto.
¡Es quien hoy te folla!
¡Es quien hoy te hace el coito con la suciedad,
de unas letras mal escritas!

Hoy
De vez en cuando
me da
por escribir cartas suicidas,
escribir una despedida,
imaginar que moriré lo más pronto,
inesperadamente.
Lo he dicho unas cuantas veces,
cada una diferente a las anteriores.
Supongo que alguien podría
leerlas.
Pero,
al coño quien pueda entenderla
porque una carta suicida
es un saludo a la muerte.
A Hades.
Es un pacto pernicioso con Dios
que se ha perdido en droga de Kripton
y ha hecho de este mundo
su máximo enjambre de opio.

Acaso porque quien escribe poemas
de amor es porque alguna vez se ha enamorado.
Y quien escribe esto es…
Porque ya no encuentra la muerte en una buena paja
o porque ya no hay un buen sexo
húmedo y retorcido
entre su nariz y su quijada
Y el alcohol ahora es gasolina
para sus escritos o,
quizás
ha experimentado con viagra a los 22 años,
y no le ha complacido
ver a su mujer sangrar y llorar de placer,
palpando entre lo vulgar y lo gris.
Vamos que ¡bah!
esto es en vano;
me tumbo a la cama
seducido y venga otra de ron
y venga otra paja frente al espejo,
por Irene
por Maite,
porque no hay nada mejor
que tener una novia que fume marihuana,
divagar entre cuatro ladrillos
una angustia
y vamos más alcohol.
Vamos uno más,
por Virginia Wolf,
por J. Kossinski, Ernest Hemingway,
Quiroga, Baudelaire, Poe, Miyo Vestrini, Caicedo…
Capaces de todo y nada.

Mira estas pastillas blancas nieve,
me cautivan,
me roen,
me jartan
¡Qué mierda!
La pregunta no es si ¿algún día moriré?, es…
¿Volveremos a nacer algún día?

Fuente de la imagen : foto de Eduardo Fernandez