El vuelo
No serán pocas las veces que me han preguntado si tengo problemas de sueño, por mi trabajo y tal. La verdad es que la gente se pone muy pesada cuando se enteran de lo que hago para ganarme la vida. Es decir, entiendo que sientan curiosidad por saber cómo hago para evitar que mi ritmo circadiano no se vea muy afectado por mi trabajo, pero el hecho de experimentar el jet lag día sí y día también ya me parece suficiente; lo último que quiero es que cuando esté descansando, ya sea entre amigos o en familia, tenga que hablar del maldito jet lag.
Se podría decir que he alcanzado mis sueños. El hecho de ser piloto comercial me enorgullece cada día y soy consciente de que estoy en una posición por la que muchos pagarían. Claro está, si no fuese por el aspecto vocacional que esta profesión ha levantado en mí desde pequeño, no estaría donde ahora estoy. Muchos considerarían inhumana la cantidad ingente de horas que he pasado delante de una pantalla, en un simulador, tratando de realizar vuelos sin la más mínima turbulencia.
Fuera del avión, mis días cumplen un patrón un tanto repetitivo. Las distintas ciudades a las que se me asigna volar hacen que este trabajo merezca la pena. Además, cuando amanece y el sol comienza a asomarse tímidamente en el horizonte, el paisaje visto desde la cabina es una de las imágenes que considero que todas las personas deberían tener derecho a ver; una de esas cosas que se tienen que cumplir al menos una vez en la vida.
Hoy es el tercer jueves del mes, y como cada treinta días, me toca volar al lugar más lejano de los que aparecen en mi calendario. Noruega es un país hermoso, tiene varias ciudades cuyos paisajes deberían de ser considerados patrimonio de la humanidad. Bergen es una de esas ciudades, he tenido la suerte de poder visitarla mensualmente desde hace diez años, y espero seguir teniendo la misma suerte.
Me estoy duchando aún cuando escucho al reportero de noticias por la radio.
–Buenos días, son las seis, las cinco en Canarias. Amanece un día soleado en Sevilla. Las temperaturas variarán entre los veinte y veinticinco grados centígrados y no habrá lluvias en todo el día.
Perfecto, todo en orden para un magnífico vuelo de seis horas. Estiro el brazo fuera de la ducha y cambio la cadena de radio. Sintonizo Radio Haugaland, una radio nacional de Noruega. Si te lo estás preguntando, mi radio funciona por conexión a internet y por ello puedo sintonizar frecuencias de casi toda Europa. Por suerte, esta emisora da las noticias matinales en inglés. Por lo que dice la reportera, el día en Bergen será soleado, con unas temperaturas que oscilarán entre los diez y diecisiete grados.
Me preparo un café, lo cual considero muy necesario para mi profesión. Tras ponerme la chaqueta con cuidado de no arrugarla, salgo de mi casa, cojo el coche y me dirijo al aeropuerto. Al llegar allí, todavía estoy un poco dormido, no es hasta que entro en el avión que la emoción de un nuevo vuelo me espabila. Me acerco a la cabina y saludo a mis compañeros. Ni más ni menos que ocho; ocho años llevo compartiendo cabina con Sergio.
Me sitúo en la puerta del avión mientras los pasajeros comienzan a entrar. Les saludo mientras observo sus expresiones y apariencias; algunos están muy tranquilos, como si volasen cada día; otros están tan nerviosos que me gustaría tranquilizarles.
Doy el anuncio de que entramos en pista de despegue y miro a Sergio, mientras me devuelve una mirada de confianza. Empujo la palanca del motor hacia delante y comienzo a controlar los flaps, el avión se eleva en el aire.
Una hora llevamos ya de vuelo, piloto automático activado y todo en orden. Recibimos una llamada de la torre de control de Sevilla. Pulso el símbolo de SVQ y el sistema me conecta con la operadora. Es entonces cuando noto que algo no va bien, su voz no transmite más que nerviosismo:
–Vuelo BG453, tenemos un problema. Esta mañana embarcó en su vuelo Andrew Pal. La interpol lleva buscándolo quince años por sospechas de estar planeando un ataque terrorista. Llevan en su avión a un individuo muy peligroso, necesitamos que aterrice en el aeropuerto más cercano.
Sumamente interesante, esto podría ser el atentado de las Torres Gemelas en un mundo paralelo :P