Gustave Moreau y las Puertas del Inconsciente
Muchas son las obras del Museo Thyssen-Bornemisza que me fascinan y muchas son, así mismo, aquellas que ha deslumbrado mi imaginación, hasta reparar en detalles que ponen a prueba las más sutiles de las suspicacias.
Pero hay una obra en particular, que siempre que paso por la Sala 32, me atrae irresistiblemente como un imán: ‘La Galatea’, de Gustave Moreau.
Esta pequeña pero maravillosa acuarela, realizada hacia el final de sus días –al parecer, la realizó en 1896, dos años antes de su fallecimiento- por aquél precursor del simbolismo, del que se llegó a decir en círculos críticos, algo tan misterioso como ‘no sabemos nada de su interior’ (1), dejando aparte sus connotaciones mitológicas, me parece una auténtica llave al mundo de los sueños: a ese supremo Inconsciente Colectivo, al que, como afirmaba Rafael Llopis, incluso literatos como Lovecraft tenían una innata facilidad para introducirse y de donde regresaban con sugestivas ideas para sus horripilantes historias.
Dejando las supuestas máscaras de Polifemo y Galatea, a esta orilla de una mitología más o menos exotérica o conocida, me gustaría invitarles a participar de la opinión de que, en realidad y a diferencia de la opinión de Odilon Redon, el mundo interior de Moreau, siempre estuvo a la vista, ampliamente representado en sus obras.
En ésta, Polifemo representa al can Cerbero, metafóricamente hablando: es el guardián del umbral, el monstruo que inevitablemente tenemos que vencer para continuar nuestro viaje, como ya quedara bajo aviso en La Odisea de Homero y que en las antiguas iglesias románicas venía representado, entre las formas más populares, por la lucha del caballero con la gran serpiente o el dragón.
Es fácil llegar a esta conclusión, si observamos un detalle realmente sugerente, que nos dirige hacia tal posibilidad: el cíclope Polifemo tiene tres ojos. Dos de ellos, los ‘ojos físicos’, están cerrados. Pero el otro ojo, aquél que en las tradiciones orientales es conocido como ‘el tercer ojo’, está completamente abierto. Es decir, el ojos espiritual, que nos observa fijamente desde la frente de Polifemo, invita al alma, espíritu o ánima representada por Galatea, a realizar el más fascinante pero a la vez, también el más peligroso de los viajes: el viaje interior.
Notas, Referencias y Bibliografía:
Odilon Redon (Burdeos, 1840-París, 1916). Pintor simbolista, que también está considerado como un precursor del surrealismo.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías aquí reproducidas, son de mi propiedad intelectual. Las fotografías, con sus diferentes tomas y angulaciones, fueron sacadas con permiso del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. De cualquier manera, cualquiera que tenga interés en esta acuarela de Moreau, puede encontrarla fácilmente en la página del propio Museo, simplemente tecleando en el buscador de su navegador: gustave moreau Galatea.
Te invito a conocer el mundo del que estoy enamorado.
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Se te olvido decir que la mujer le esta sacando el dedo del medio... o, sea que lo esta mandando al infierno! jajajaj
Sí, se me olvidaron muchas cosas. La mujer es cómplice del misterio y con sus manos nos está indicando algo. Pero en este cuadro hay muchas cosas que no se ven a simple vista