Descubriendo la costa de Cantabria: Castro Urdiales

Los orígenes de Castro Urdiales, se pierden en esa oscura, infinita noche de la Historia, cuando el hombre, sin duda indefenso y patéticamente amedrentado frente a este soberbio entorno, se refugiaba en cuevas, en cuyas paredes dejaba testimonio de sus ritos y de sus angustias.

Citada por Plinio el Viejo y por Ptolomeo, también padeció las consecuencias de las denominadas guerras cántabras –que atrajeron a arqueólogos y antropólogos de prestigio, como el alemán Adolf Schulten- y el establecimiento de colonias invasoras romanas, que la pusieron el nombre de Flaviobriga en honor del emperador Tito Flavio Vespasiano, como era costumbre en la época.

Dicen de Castro Urdiales, que es la tercera ciudad en importancia de Cantabria, después de Santander y Torrelavega, si bien su situación la hace estar más cerca del País Vasco, siendo apenas treinta y cinco los kilómetros que la separan de Bilbao.

En este sentido, y como más adelante otros lugares costeros y relevantes del Cantábrico, durante la Edad Media Castro Urdiales conoció el impresionante tráfico de gentes y peregrinos, que bien procedentes de los caminos costeros vascos o bien arribando a su puerto en las frágiles naves de la época, descansaban en sus posadas, para retomar unos caminos, que si bien difíciles, les garantizaba no encontrarse con el invasor musulmán que por entonces dominaba prácticamente la Península Ibérica.

De estos tiempos, ofrecen un excelente testimonio, su castillo-faro de Santa Ana y en las proximidades de éste, la impresionante iglesia gótica de Santa María de la Asunción, incorporando en su genuina estructura, todos los elementos y claves de ese auténtico lenguaje de las aves convertido en piedra, que el misterioso autor y alquimista francés Fulcanelli, autor del célebre libro ‘El misterio de las catedrales’ ya definiera como argótico o goético y que tantas suspicacias provoca entre investigadores o simplemente aficionados.

Si bien es cierto, que el salitre y la erosión han afectado a muchas de las figuraciones escultóricas, privándonos, en algunos casos, de observar con total garantía unos detalles que seguro servían como punto de referencia al peregrino para su aventura trascendental, todavía conservan sus esculturas externas la suficiente solvencia como para ofrecernos detalles de una época, la medieval, que lejos, al parecer, estaba de ser tan oscura como nos la han querido exponer.

Las casas del puerto viejo, conservan también esa fantasía geométrica y esos colores relevantes, que caracterizan las casitas marineras a todo lo largo y ancho de la costa cantábrica.

No obstante, en el caso de Castro Urdiales, parecen contrastar de una manera notable, si las comparamos con los exuberantes edificios y palacetes modernistas, que desarrollan una auténtica fantasía arquitectónica, eternamente mirando a un mar, el Cantábrico, con fama de carácter, que sin embargo, ha sido la cuna de una auténtica raza de pescadores, de fama internacional.

Esto sucedía, sobre todo, en los pasados siglos, cuando la caza y persecución de la ballena dio origen a infinidad de leyendas e incluso a la creación de grandes obras maestras de la Literatura Universal, como aquella que bajo el título de ‘Moby Dick’, creó el escritor Herman Melville, con un argumento que, bien entendido, nos introduce de lleno en los orígenes de los mitos más profundos de la humanidad.

Seguramente heredadas de las grandes tradiciones vizcaínas, cuya proximidad ya hemos comentado, también en Castro Urdiales, en sus soportales y en las tabernas aledañas al puerto, el viajero, el turista o el peregrino puede disfrutar de esos generosos placeres culinarios, que bajo el nombre de pintxos y acompañados de un buen vino, como el verdejo o el txacolí, contribuyen en gran medida a aumentar una genuina experiencia sensorial, siempre a la vera de un mar que sorprende por las maravillosas tonalidades azules y verdes de sus aguas.

También resulta una auténtica experiencia sensorial, pasear por el Paseo Marítimo, disfrutando de la belleza de la costa por un lado y la nobleza de unos edificios de fantasía, que ponen de manifiesto la relevancia y la importancia de una ciudad, Castro Urdiales, que según se mire, se sienta y se comprenda, parece estar anclada en dos mundos diferentes, pero sin duda antagónicos.

AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.