En octubre del año 2008 realicé un viaje junto a mi padre y varios compañeros de trabajo a Delta Amacuro, un estado de Venezuela ubicado en la zona más noreste del país.

Su característica principal es que es un estado de agua, surcado por caños y manglares ya que es la desembocadura del Río Orinoco, conocido por ser el cuarto río más largo de Sudamérica y el tercero más caudaloso del mundo, razón por la que se pueden ver enormes barcos tanqueros surcando sus aguas que se usan para exportar el petroleo y los minerales del país.

A pesar de ser un territorio de agua, sin carreteras ni tierra firme está habitada por indígenas de la etnia Warao, que significa “gente del pantano” o “gente de la canoa”, esto es porque son personas que viven en palafitos, casas levantadas sobre el agua, por lo tanto su modo de desplazamiento es tradicionalmente por curiaras y/o lanchas hoy en día.
Esta cultura es especial para la historia venezolana ya que son considerados el grupo humano más antiguo del país, estimando su existencia en el Delta miles de años antes de Cristo.

Muchas cosas aprendimos de ellos, desde sus labores diarias en las que las mujeres tejían cestas y chinchorros con la palma del moriche, hasta historias autóctonas y místicas contadas directamente por chamanes, cuentos que solo ellos conocían y pasaban oralmente de generación en generación. Una de las sorpresas más gratificantes que nos llevamos en el viaje fue enterarnos que se iba a celebrar el festival de la caza del cangrejo, actividad que solo hacían dos veces al año todas las comunidades Warao de la región.

La caza se realizaba en la isla Mariusa, parque Nacional que está circundado por el Río Orinoco y su cruce con el Océano Atlántico, a esta zona solo pueden acceder los habitantes locales quienes pueden transitar libremente por el territorio si no hay “Marejada” como le dicen ellos a la marea alta. La reproducción del cangrejo es tan alta para esa época de octubre, que realizan una caza masiva que les permite alimentar a una familia completa por un mes entero, lamentablemente la población de cangrejos ha disminuido significativamente, principalmente por la caza descontrolada de pescadores provenientes de Trinidad y Tobago que venden a muy altos precios los cangrejos a restaurantes de esa isla. Fue parte de nuestra labor colocar la denuncia con el ministerio del ambiente y ayudar a concientizar a la población Warao de proteger su territorio, pero lo inhóspito y alejado del territorio de la tierra firme hace casi imposible poder aplicar la ley.

En definitiva, este fue un viaje del que me traje muchos recuerdos llenos de belleza, amistad, convivencia y aprendizaje, fue un viaje fantástico, irreal e indescriptible que me permite aun soñar con un mundo más grande, en el que los sueños, la magia, la fantasía y la ilusión son aun elementos y herramientas para cambiar el mundo y la mente de las personas. Visualizar que puede ser posible un mundo más grande, más natural y más inocente donde el respeto y la generosidad son clave para crecer como seres humanos.
Ansío el día que esta experiencia se vuelva a repetir, mientras tanto les comparto esta historia y les dejo unas cuantas fotos más de esta fantástica aventura.