Análisis de Black Mirror: Bandersnatch o de cómo el mercado tiene el control

in #philosophy5 years ago


Lo primero que tengo que decir y que no muchos han dicho, es que el último proyecto de Black Mirror, Bandersnatch, es un titulo pretencioso más que uno bueno. La historia es simple, enriquecida únicamente con su juego de variantes que realmente no lo son. El trasfondo es interesante, de eso no cabe duda, pero si fuera lo más importante, preferiría leer un ensayo.   


Pero hablando un poco a favor de la entrega, era una evolución necesaria, no sólo ya de la propuesta de Black Mirror, sino del lenguaje audiovisual. Es completamente coherente que Black Mirror fuera el pionero en lo que a streaming y cine se refiere, pues en el mundo de los videojuegos y, como en la misma Bandersnatch se muestra, en el mundo de la literatura, era algo que nos venía acompañando hace tiempo. Como nota aparte, en estos momentos, la editorial de libros “escoge tu propia aventura” ya procedió a demandar a Netflix por derechos. 


El dialogo entre el cine y los videojuegos lleva tiempo desarrollándose: Hardcore Henry hace uso del lenguaje visual de los videojuegos, así como muchos videojuegos usan directamente el lenguaje cinematográfico, pero, ni el cine había usado las dinámicas de un videojuego, ni el videojuego ha podido adaptar las dinámicas al lenguaje cinematográfico. Era algo que sólo se podía dar desde una computadora, desde la interacción táctil o mediante el mouse.  


Ahora entremos en materia:  


Las primeras dos elecciones parecen ser triviales y estúpidas: escoger entre dos cajas de cereal o entre dos opciones musicales. Pero están subestimando estas primeras elecciones. Realmente son estas dos primeras elecciones aparentemente intrascendentes las que indican el verdadero motivo de Bandersnatch. Son elecciones que afectan a la experiencia tanto del usuario como del protagonista. El primer rompimiento de la cuarta pared no se da cuando el protagonista nos reta a revelarle quién está detrás del control, sino al momento que nosotros escogemos nuestra experiencia. Elegir el cereal, por ejemplo, determinará la publicidad que aparecerá durante los minutos de consumo; elegir la música, determinará el soundtrack, etc.  


Es ese el gran mensaje inteligente y profundo que nos vende Netflix y Black Mirror con esta entrega. No tenemos el control, tan sólo escogemos nuestras experiencias en un menú ya establecido. La idea de libertad en la época de la dictadura del mercado, se reduce a la elección entre varias opciones. Pareciera que la libertad de negarse a elegir no existe. Cuando dejas de elegir en Bandersnatch, las opciones se eligen solas, llevándote a la única historia mediocre y simplona que esta entrega ofrece realmente, ahorrándote las vueltas y los regresos.  


La ilusión e impacto que produce Bandersnatch, es una burla directa a nuestro comportamiento como consumidores. Nos ilusionamos y admiramos con esta nueva entrega, por el simple hecho de tener a la mano una nueva dinámica, cuando la dinámica no existe. Es similar a la ilusión de libertad que tenemos cuando creemos elegir una película en una plataforma de streaming. La libertad tampoco ahí existe, es un menú ya establecido. ¿Quién tiene el control? Netflix, el mercado.  


Esto se hace aún más evidente con la primera elección que supuestamente es relevante. Cuando nuestro protagonista (nosotros) tiene que elegir (tenemos) si aceptar o no la propuesta de desarrollar el videojuego en las oficinas de la productora, nunca tenemos una elección realmente. Si das como respuesta la afirmativa que, como es de esperar, la mayoría eligió, Netflix te deja claro por primera vez que tú no tienes el control, que las elecciones no dan libertad, que las cosas serán como ellos digan. Esta opción te llevará a un desenlace completamente decepcionante.  


En esta primera elección se deja algunas cosas claras: que el protagonista no eres tú, es decir, no sólo en el sentido obvio de la afirmación, sino que ni siquiera está destinado a ser un vehículo que generará empatía o identificación con el espectador. Más bien es un asunto un tanto sádico a dos niveles. El primero es que nosotros no elegimos como jugando al protagonista, ni el protagonista elige, sino que hay una relación de poder y nosotros controlamos el destino del protagonista, siempre estando completamente distanciados. El segundo nivel es que nosotros como consumidores y espectadores tampoco somos soberanos, es Netflix quien tiene el verdadero control y juega con nosotros.  


Pero si escogemos la respuesta negativa, el protagonista parece sorprendido y confundido. Antes de admitir que no tiene el control, tartamudea una justificación de su respuesta. ¿No es este el verdadero comportamiento de cualquier consumista? No es nunca el simple hecho de saber conscientemente que somos manipulados, que no necesitamos tal o cual producto, sino que justificamos el resto de actos de consumo para no admitir que de alguna manera no podemos escapar de eso. No necesito realmente el nuevo Iphone, pero es que mi viejo celular ya no tiene capacidad. No necesito realmente usar el carro, pero es que la gasolina es necesaria para no afectar la productividad en el país, etc.  


Por supuesto, todo esto se va haciendo más evidente conforme avanza la historia(s) de Bandersnatch, pero es ingenuo pensar que toda la aparente profundidad del argumento no está ya agotada en las primeras tres elecciones.  


En conclusión: Bandersnatch no tiene verdaderas elecciones. Es un proyecto interesante pero un tanto desperdiciado. Las elecciones que no son las que desenlazan en el verdadero final, te llevan a regresiones o finales abruptos que te obligan a repetir las decisiones. Black Mirror está más preocupado últimamente por el impacto inmediato buscando juegos autorreferenciales aparentemente complejos en lugar de una trama consistente que lleve a verdaderos dilemas éticos y filosóficos, lo que le distinguía en sus primeras temporadas. Y esto es lo que muestra Bandersnatch, la obra kitsch digna de la mercantilización de lo intelectual. Buscamos entretenimiento barato y cuando te niegas a elegir entre esas opciones de consumo, el mercado te lleva directamente a ellas. No se le permite al protagonista ni a nosotros no elegir, salir del mercado, elegir es muestra de madurez según su psiquiatra obsesionada con la medicación mecánica. Elegir una forma de consumo es la reacción madura y única ante el estimulo del mercado. 

 Ya viene la siguiente temporada de Punisher, para que tomen esa elección en su menú de Netflix.   


Santiago Juárez

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