Memorias de una heroína silenciosa

in #pet7 years ago (edited)

Hay historias que son difíciles de contar porque no se tienen las voces de las víctimas. Los testimonios son incompletos, de voces humanas que cuentan lo que vieron y tristemente también las heridas y enfermedades en esos peludos cuerpos son testigos silenciosos de sus tragedias. Ellos se reproducen por instinto, sus crías se cuentan en camadas, y según estadísticas del año 2016 solo en Bogotá, de cada 100 perros que tienen casa, 38 andan en la calle después de ser abandonados por algún humano entusiasta al inicio y desprendido de sus compromisos el resto del tiempo. De los gatos no hay cifras recientes.
Entre la rutina de la ciudad y la vida que va rápido, es fácil perder la batalla de cuidar de nosotros mismos. Aun así, siempre acariciamos la idea de cuidar de otros. Por eso nos reproducimos y tenemos mascotas. Nos imaginamos teniendo un perro complaciente, casi de película, que nos traiga las pantuflas, nunca muerda nada y haga sus necesidades en horas y lugares adecuados o gatos que no voten ni un pelo, jamás arañen nada y se dejen mimar siempre. Cuando nos estrellamos con la realidad nuestro amor se convierte en excusas y renunciamos… Así somos los humanos, todo lo abandonamos fácil.
Bogotá últimamente tiene un clima raro, aun así, lo único seguro es que las noches siempre son frías.

Sandra Castillo habitante de Puente Aranda caminaba en una noche por el barrio con su hija cuando escucho un maullido que se sentía débil pero desesperado. En medio del clima lluvioso se asomó a la alcantarilla:
– “Cogí una bolsa que tenía y metí las manos entre la alcantarilla. Con ella agarré al gato quien no opuso resistencia. Luego lo llevé donde Lorena, una persona que rescata animales en el barrio. Ella me dijo que lo bañara y que por esa noche no se podía hacer más. El gatico no hacia mayor cosa, casi no comía y tenía muchas heridas. Al otro día supimos por un veterinario que tenía una patica rota y necesitaba además de exámenes que dijeran que no tenía enfermedades que ameritaran su sacrificio, un procedimiento de reconstrucción de una pata delantera. Todo superaba el millón de pesos”. Ni Sandra ni Lorena tenían ese dinero.
En el caso de la Lorena Stella Balaguera, rescatar animales en estado crítico es su rutina diaria; vive en Puente Aranda, y tiene una empresa familiar de publicidad desde hace 29 años. Fue estudiante de Arquitectura hasta que un desprendimiento de retina el impidió continuar. Entonces, se dedicó a indagar sobre lo que sentía que era su verdadera vocación: los animales.
Al inicio, hace ya 20 años empezó a encontrar animales desprotegidos, a escuchar personas que se quejaban de sus mascotas enfermas, que debían viajar o por la razón que fuera ya no se podían hacer cargo de ellas.
–“Empecé a traer estos animales a mi casa, bañarlos, desparasitarlos, buscar la pata para las vacunas y llevarlos a jornadas de esterilización. Después venían personas a mi casa y los adoptaban. Mi familia empezó a crecer cuando habían animales que pasaban de los 2 años, a esa edad es difícil que alguien quiera adoptarlos. Entonces los dejé conmigo. Hoy vivo con mi esposo, mi hija, 6 perros y 6 gatos”.
Una casa con 12 animales conviviendo en pleno corazón industrial de una localidad rodeada de avenidas principales, suena a desastre seguro. Pero lo que pasa de puertas para adentro en definitiva es puro realismo mágico.
En la entrada de la casa hay una oficina donde atienden los asuntos de publicidad de varias empresas de la ciudad. Después en el espacio destinado para vivir, empieza la magia:el primer piso es un lugar perfectamente organizado, sin olores particulares, dividido en varios compartimentos que sirven de cama a la mayoria de los habitantes felinos y caninos del lugar. Hay que prestar mucha atencion para detectar a los animales más pequeños, saliendo de sus camas. Si no es por los ladridos de los perros más territoriales y la fama del lugar, el asunto de los 12 hermanos pasaría desapercibido. Por más inverosímil que suene esta familia de tres especies es un faro de armonía.
Entre las historias más particulares del lugar se cuenta la de “Giorgio”: un Pitbull con Síndrome de Down de 2 años, que se abraza a la cintura de Stella con tanta fuerza, pidiendo su atención de una manera que hace sospechar que la iglesia nos mintió toda la vida y los animales si tienen alma.

“Un día vino el etólogo a la casa para atender a una perrita a la que se le taponan las glándulas pre renales. Me dijo: – Déjame mirar ese perro que esta raro- luego de exámenes fue diagnosticado con Síndrome de Down” .
El perro llegó de 15 días de nacido, es una combinación entre Jack Russel y Pitbull blanco. Lo más seguro es que el cruce provocó su enfermedad. “Jorgito” como le dicen de cariño, es difícil, enérgico, bravo y territorial. No se le puede quitar nada, ni cambiar las cobijas que sabe que son de él, porque no se acuesta. Come demasiado y no permite que nadie desconocido se acerque a sus humanos. Tiene dos años pero su mentalidad es como de un animal de 6 meses, aun se orina en la cama y se porta como un cachorro.
Después de 20 años y mas de 200 animales rescatados y dados en adopción es bastante la empatía que se puede desarrollar y lo que se puede aprender de ellos. “Yo creo que Dios me dio un don con los animales. Sé lo que tengo que hacer. Cuando llega un animalito enfermo hay que curarlo; cuando esta sano yo le pregunto al resto de animales quién lo quiere apadrinar. Así cada perro tiene su gato y cada gato tiene su perro, ente ellos se cuidan y si uno se porta mal todos son castigados. Por esa razón no hay muchas peleas en la casa. Si hay para uno hay para todos, no hay preferencias”. Enfatiza la mamá humana.
La rutina diaria también está definida: Muy temprano en la mañana, Stella saca a los perros mas grandes, que necesitan hacer ejercicio al parque a hacer sus necesidades, los otros van al patio; abre la puerta a los gatos y ellos hacen fila sosegadamente para ir a la arenera y luego a comer. Al medio día repite la jornada de salidas y pone a hacer una olla de sopa para los perros, que complementa sus porciones de concentrado.
“Hago mucho oficio y cada tercer día les cambio sus cobijas. En la sopa me gasto $15000 diarios de solo carne y avena; de concentrado compramos 21 kilos cada tercer dia más las vacunas, desparacitantes, y medicinas especificas que necesitan algunos de mis niños en particular”.
En la misión del animalista la parte mas gratificante y también la más dolorosa son las despedidas: En el caso de “Mono” el gatito encontrado por Sandra en la alcantarilla hubo un final inesperado.
Un millón de pesos más otros gastos , eran mucho dinero. Aún así mono había salido negativo a enfermedades como el Sida felino con la que irremediablemete habría sido sacrificado.
Con el panorama más grave descartado solo quedaba el asunto de la reconstrucción de su pata delantera izquierda, la parte costosa del asunto. La premisa era no dejarlo morir, así que las dos mujeres pusieron un anuncio en sus perfiles y en una pagina que se llama “Historias de gatos”. De allí salió el benefactor.

Johnattan Santacruz es un venezolano radicado en Colombia. Hace parte del corporativo de una compañía de la industria del networkmarketing . Este amante de los gatos, que convive con 6 en su casa se interesó en el caso de Mono:
“Cuando vi las fotos de este gatito que no estaba nada bien, casi de inmediato sentí una conexión con él y supe que debía hacer algo para aliviar su sufrimiento. Tengo mucho respeto por nuestros hermanos menores, los animales, así que le escribí en privado a la persona que posteó la publicación para ofrecer mi ayuda. Después de que llevamos a Mono con el veterinario que atiende a nuestros gatitos. Allí nos informaron que el procedimiento rondaba en $1.200.000.
Creo que la vida de un animal vale tanto como la de un ser humano y que tiene derecho a vivir tanto como nosotros. Por lo tanto consideré que no era un precio alto por salvarlo y dado a que en ese momento tenia los medios, lo hice”.
Después de un delicado proceso de rehabilitación este afortunado felino se recuperó totalmente, aunque conserva una mirada melancólica que habla de esa parte de su historia que jamás sabremos a ciencia cierta. A pesar pasar de la edad común de adopción, Mono logró encontrar una familia a la que se ha adaptado completamente.
En la casa de Stella las adopciones tienen un tinte místico: Ella y su familia oran y ponen una señal. Cuando el animal esta listo para ser dado en adopción las personas llaman interesadas deben cumplir la cita sin excusas, de lo contrario se descartan como candidatos de inmediato.
Si después de tres intentos no se da ningún proceso efectivo, el animal hará parte permanente de esta numerosa y creciente familia.
En cuanto a las adopciones exitosas, se hace un seguimiento ya que cuando los animales no reciben el mismo afecto, y calidad de vida que tenían en la casa donde fueron rescatados, tienden a escaparse y perderse en el camino.
El otro lado de las despedidas implica “dormir” a los animales con una inyección cuando estos por su avanzada edad o graves patologías no tienen otra opcion.
Este es el caso de Simón, un pequeño perro negro, criollo que ha sido el compañero de viaje de Stella por muchos años:
“Yo perdí una bebe que concebí a una edad avanzada. El médico al saber que trabajaba con animales, me aplicó una vacuna contra la Toxoplasmosis a destiempo. Este procedimiento me provocó un aborto. A partir de ese momento, entré en una depresión terrible. Simón me daba besos, estaba detrás de mí, permanecía cerca de mi pecho… Sentía mi dolor y con su cariño puede ir superando poco a poco esa tragedia”
Ahora viejo Simón ya de 70 años, sin un ojito que por más fondos que recaudó Stella de puerta en puerta con alcancía en mano no pudo salvarle, lucha por su vida lidiando con unos ataques nerviosos que le quedaron como secuela de un moquillo que padeció de cachorro. Los dos saben que se acerca la despedida y en los ojos de esta humana, profunda amante de los animales brotan lágrimas de tristeza recordando que los dos se salvaron en algún momento del camino. Ahora ella debe dejarlo ir.

Por esta casa Bogotana seguiran desfilando los animales abandonados y luego rehabilitados, los humanos a los que no se les cobra un peso por adoptar y el eterno agradecimiento de todas estas víctimas silenciosas que Stella salvó de la muerte.

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