Remanso de Paz

En cierta clase de fotografía artística, de esas que se imparten en las carpas de verano, la maestra les presento a los aprendices, la película- documental el cambio de Wayne Dyer, y les instó a observar su carácter de liderazgo, les dijo que si querían vender bien su fotografía, deberían desarrollar un liderazgo paciente, pero seguro, para lograr posesionar su marca. Vayan a la playa a distintas horas, y traigan escenas de paz; premiaré las dos mejores; acuérdense que uno de los secretos de la naturaleza es la paciencia.

Los trabajos, fueron llegando al tercer día, todos los alumnos estaban deseosos de presentar su creatividad y sensibilidad al pedido de la instructora. Selecciono dos en especial, y al final del verano, los sometió a votación, uno debería ser el ganador. Antes de la votación instó a que los fotógrafos describieron su creación. El primero en describir fue José, él argumento que el amanecer marino de su captura fotográfica, es el perfecto remanso de paz, allí encontré el silencio perfecto para meditar y descansar la agitada mente.

La segunda en exponer su captura fue Edna; ella argumento que el vendedor de cocadas, fue su centro de estudio para la paz; aquel moreno recorría la agitada playa popular promocionando sus delicias, y esquivando a los niños que corrían sin fijarse de no atropellar, él vendedor los esquivaba o paraba sin perder la calma, seguía sonriendo, y en lapso de dos horas que duré en mi observancia, vendió las dos bandejas de cocadas; por la imprudencia de algunos bañistas ya embriagados, no se exaspero, no perdió el auto-control. -Esa es la paz perfecta, dijo la instructora; mantenerse centrado y en armonía sin importar el escenario –