La carta

La imagen en la carta muestra una persona frente a una mesa.
La persona tiene un sombrero, una vara, y una moneda.
Tiene el número 1 como título y la inscripción Le Bateleur que del frances se traduce como mago.

El tarot

Tanto se ha dicho, se ha escrito y se conversado, sobre el mazo de cartas al cual pertenece. Que sirve para adivinar, para estafar o para crear, que es azar o es realidad, tal vez diabólico, tal vez sagrado, que en sus pinceladas se esconden los arcanos del tiempo el espacio la suerte y la desgracia.

Tanto se ha dicho, y tal vez no es tanto.

El número uno

El uno, el primero, quien comienza (tal vez) o quién gana a todos. En la unidad del mundo Parménides vio a Dios y la ilusión de un cambio, uno y el universo pues no hay hoy ni mañana ni principio ni fin, es solo una ilusión de nuestra percepción, a los ojos de Dios solo somos una sola cosa .

En el uno se esconde el infinito, doblando y escondiendo sus razones y sus irracionales formas circulares.

El uno es singular porque no es primo, y es la última barrera de los bases numéricas en su binaria forma de existencia.

El mago

El mago en su taller domina la materia, mueve sus manos más rápido que el ojo, y juega con los dados (216), la espada, las monedas, la rama y la bebida.

Su mente sube al cielo, desarrolla algoritmos, va creando, creando, su magia, su hipnotismo. Y así se inicia un mundo, con los pies en la tierra y la mente volando.

Mi interpretación

Para mí, la carta es una idea, es una frecuencia que emite una energía, es una tipología y un paradigma de programación neuro-visual. Me gusta su confianza, su poder su motivo.

Ya he logrado ser uno, trabajar con mis manos canalizar el cauce del poder sagrado del aliento de vida que nos ha sido dado. A ratos en mi vida me siento como el mago.

Vanidad de vanidades dijo el predicador, todo es vanidad

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