Paseo por Redondo. Interludio

in #partiko5 years ago (edited)

El calor en el alto Alentejo, es seco, elevado en el mes de Agosto, invita a esconderse en las casas en las horas centrales del día y aprovechar las tardes a partir de las seis para pasear por las empedradas calles, siguiendo las eximias sombras y empaparse de la cultura local.

En la subida a la ermita que se haya en una de las cimas de un pueblos sorprendente nada dado a las cuestas , había una perrita ladrando, hecho que nos hizo desconfiar de subir hasta que vimos que estaba acompañada de un señor.

Este señor de unos setenta años de porte grueso, con un tatuaje reciente de un águila, supongo recuerdo de tiempos pasados en el1 ejército. Con su camisa como es tradicional aquí, empapada de sudor de la subida, nos observaba a través de sus gafas finas de metal como curioseabamos la ermita con advocación a San Pablo.

En el momento, que nos acercamos, empezó a hablar, y tras saber que éramos españoles y andaluces nos empezó a hablar en un parsimonioso y bastante aceptable castellano, a la manera de Saramago.

Nos contó que ese templo, se edificó sobre un lugar sagrado, que existía desde los primeros tiempos de los hombres, por los iconoclastas cristianos, que la zona era abundante en construcciones megalíticas y que en el terreno circundado aledaño, hubo un castillo árabe, hoy totalmente demolido (apenas se dislumbraba un trozo de murete) que fue rico en sus tiempos porque cobraba tributos de las tierras cercanas que eran de las más fértiles.

Nos contó que también, había restos romanos que construyeron templos, pero respetando a los dioses antiguos de esas tierras,porque eran supersticiosos y temían la cólera de los dioses antiguos, y se lamentaba de lo embrutecida de la sociedad actual.

Nos habló de su perrita, de su valor, de la inmensa compañía que le hacía, que hasta dormía en su misma cama. De una gatita atropellada que su hija llevó en su día y que llevaba trece años con ellos, y que apenas salía de casa(la gatita), de un gato muy querido que tuvo que matar con sus propias manos después de haber sido envenenado por algún vecino envidioso siete veces, porque los sonidos que emitía el animal en su última muerte agónica, no los había escuchado nunca y en un acto de piedad una mañana cuando amaneció a las seis de la mañana la ahogó en un caldero de agua.

De un perro fiel que tuvo que sacrificar llevando a Evora porque el animal sufría y es un deber que tenemos con ellos y reflexionaba sobre el momento que la sociedad tenga esa misma misericordia con nosotros en nuestros momentos finales.

Sobre su esposa, que protestaba de su perra, porque ladraba a cada paso que daba la gente por su calle y el la consentía y decía que era su forma de entretenerse, de las condiciones climáticas que les propiciaba la cercana Sierra de Ossa que permitía unos veranos más suaves y unos inviernos menos crudos. Que cuanto le gustaba ver el telediario, a la chica del tiempo(nos dijo su nombre pero no lo recuerdo) en español, que daba el tiempo en Badajoz y admirar sus infinitas piernas.

Finalmente nos habló de lo que le gustaba ir a veces al atardecer a esa capilla a ver al oscurecer a los pequeños murciélagos, cazar al oscurecer en un espectáculo que tuvimos la suerte de presenciar sus comienzos, todo eso y alguna cosa más nos contó este amable señor, que nos hizo irnos con una sonrisa y más amables con la raza humana.

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