Florecer en invierno es de valientes...

in #palnet5 years ago


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Florecer en invierno es de valientes...

Cuando se hicieron las 4:00 de la madrugada, el celular sonó y la despertó. Se había quedado dormida a las 2, el cansancio la había vencido. Había pasado todo el día de ayer en el hospital con Alejandro, quien había tenido fiebre y vómito. Su carita pálida dormía en el otro lado de la cama. Ella le tocó la frente y luego el cuello: gracias a Dios la fiebre había desaparecido. Le dio un beso y lo arropó nuevamente.

Ayer, cuando llegó, la vecina le había dicho que el agua se había ido: era una avería que arreglarían en 48 horas. Como estaba pendiente del niño enfermo, solo le agradeció la información y se metió al interior de la casa. Cada día se hacía más común vivir sin agua. Pero a esta hora de la madrugada, buscó una gota del vital líquido y no la encontró en ningún lado. Con la boca pastosa, recordó la gotera del aire acondicionado. Sonrió y se dirigió nuevamente al cuarto. Debajo del artefacto ruidoso, puso un envase y vio cómo las primeras gotas caían en el objeto de plástico. Y pensar que se había lamentado de no poder arreglarlo y que tuviera una gotera permanente que humedecía toda la pared del frente. Volvió a sonreír y pensó que Dios era grande.


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En la orilla de la cama, esperando que el potecito se llenara de agua, revisó nuevamente a su hijo, quien se despertó con la cara roja y ojerosa. ¿Te sientes bien? –preguntó ella. Sí –contestó él con una débil voz. Vuélvete a dormir, no irás a la escuela. El niño sonrió y ella también lo hizo. En la escuela solo daban clase tres veces a la semana y ya los tres días se habían ido. Por lo demás, eran las 5 de la mañana y ya sentía cansancio, pero un buen baño la despertaría, se imaginó. El potecito apenas estaba lleno.

Recordó que desde ayer no comía nada. Estaba en el trabajo cuando la llamaron del colegio para informarle que Alejandro tenía fiebre y había vomitado. Había salido corriendo y al llegar a la escuela, la escena la espantó: Alejandro casi desmayado, con el torso desnudo y todo el cuerpo caliente. Tomó a su hijo en brazos y salió volando para el hospital. Allí tuvo que pelearse con unas enfermeras y con una doctora que no veían urgente su caso y además porque dijeron que no había insumos suficientes para atenderlo. Al final, después de unas horas, accedieron a ver al niño. Todo el trajín le había quitado el apetito, pero eso ya no importaba: lo importante era que su hijo estaba mejor. Sonrió.


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Eran las 5:30 de la mañana y aún el tarrito no se llenaba, pero dio gracias a Dios porque lo peor había pasado. Qué puede ser peor, pensó, aún con la boca pastosa sin cepillar. En ese instante, un ruido sordo y eléctrico se expandió por el ambiente. Todo quedó a oscuras y en silencio: se fue la luz. Con amargura sonrió.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA, AMIGOS

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Una historia cotidiana en nuestros días. Definitivamente, los venezolanos hemos desarrollado la resiliencia para sobrevivir ante tantas dificultades; solo hurgando para encontrar lo positivo, podemos salir airosos. Un abrazo, @nancybriti.

Como dice el título de esta historia: florecer en esta época es casi imposible! Solo nos queda sobrevivir. Gracias por tu comentario, amiga.

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Triste realidad que produce frustración e impotencia.

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