(10, Último) La princesa encantada

¡AAAAAHHH!; ¡Más, sigue, no te pares, sigueeee! – Exigía extasiada la princesa –

¡Mi señora, volvéis en si! – decía Elija con la emoción en la voz aunque ya casi sin fuerzas. - ¡ He roto el hechizo! – Sentenció eufórico –

¡ Ah, AH, Ah… Uyyyyyyyy…. Jajajajajaja, Uyy, jajjaja, no es el hechizo lo que acabas de romper jajajaja Uyyy…. ¡ - lo sorprendió la princesa.

Elija ahora totalmente confundido le preguntó. - ¡Mi señora…. Pero ¿El hechizo? –

La princesa que en aquel momento era recorrida por temblores y espasmos no pudo contestar. Elija, ya con las pocas fuerzas que le quedaban Insistió

-Pero entonces, ¿ese sueño profundo? ¿este lugar apartado? ¿Vuestra ausencia?...– la princesa que ya sentía que de su cuerpo volcánico iba a surgir un chorro de lava sexual alcanzo a sentenciar

– Esta es la prueba para elegir un buen… – No alcanzo a concluir la frase pues en ese instantes pasó el protagonismo de su boca a sus labios… vaginales. Estos expulsaron sus flujos viscosos y aromaticos mojando el vientre de Elija, que con esa última chispa exploto dentro de la princesa entre temblores y jadeos.

Ambos extenuados en la misma posición en la que recibieron la llegada del orgasmo, respiraban ahora de forma estentórea, intentando recuperar el aliento perdido durante la fase amatoria. Tras un breve lapso de tiempo, las uñas de la princesa todavía clavadas en las nalgas de elija, se soltaron y sus manos fueron subiendo por la espalda del muchacho para refundirse en un abrazo a la vez que una ahogada risita salía de la chica. Ella respiraba ya bastante mas pausada y aprovecho esa recuperación para llenar de besos las mejillas del muchacho. Este, aunque ya había recuperado su ritmo respiratorio seguía sin fuerzas, ni siquiera para desacoplarse de la princesa. Elija tomo una larga bocanada de aire y con gran esfuerzo de brazos y piernas consiguió elevar su cuerpo lo suficiente para sacar su pene de la penetración en la que aun se encontraba. De inmediato su cuerpo volvió a reposar sobre el de la princesa. La princesa por su parte liberó sus piernas de los hombros del muchacho y las llevó a una posición mas natural y relajada.

Elija estaba envuelto por dudas y sentimientos encontrados. Finalmente, con voz débil y titubeante y aun con su cara hundida entre el hombro y los rizos de la princesa dijo.

–No… no entiendo.

-¡Cual es tu nombre? – pregunto la princesa.

–Elija, mi señora. –

Mi querido elija- empezó a decir la princesa. – en esta semana voy a elegir al hombre con el que pasaré el resto de mi vida. Los muchachos que os presentáis como candidatos me sois de gran interés en general. Trabajadores unos, talentosos otros; fuertes y valientes, inteligentes y sensibles. Cualquiera podrá ejercer de príncipe para el pueblo con honor y cariño hacia sus súbditos. ¿ pero cual de todos podrá ejercer de príncipe en la alcoba de su princesa, esposa y amiga? Eso no lo podría averiguar viendo juegos deportivos, escuchando canciones y poemas, valorando el desempeño en las artes y las profesiones. Así que esta es la prueba que ideé en secreto para encontrar al futuro príncipe. Sabia que era muy arriesgado, solo podría intentarlo una vez. Podría ocurrir que el que realizara la prueba la suspendiera o incluso que nadie llegara a encontrarme en el bosque. Si hubieras fallado, mi vida se hubiera sumido en la depresión… y tú; mejor que no sepas que planes tenía para ti si algo salía mal.

Elija aun no entendía nada y seguía aferrado a la idea del hechizo.

Mi señora, pero yo la vi, sin conciencia, sin voluntad casi sin vida, ¡Mi señora usted estaba encantada! –

la princesa soltó una estruendosa carcajada por la cual libero todos los nervios y dudas que había albergado sobre su plan

– Mi querido Élija yo no estaba encantada, - y cogiendo con sus manos la cabeza de Élija, acerco su boca al oído y le susurró

– Encantada me has dejado tú-

Ambos se abrazaron y se relajaron durante unos minutos. Ahora Élija no sabía que decir ni que hacer, la princesa que se percato de ello se incorporó y quedó sentada sobre la roca.

-Elija, ahora volverás a la ciudad y te prepararas para participar y disfrutar de los festejos. Jamás le contaras lo ocurrido aquí a nadie. Al final de la fiesta te elegiré como nuevo príncipe, si así lo deseas.

-¡Mi señora! Nada me haría más feliz en esta vida.

-Bien, pues vistámonos y vayamos rápido a la ciudad en pocas horas hay que empezar las fiestas.

Ambos se pusieron sus ropas, La princesa indicó a Élija como llegar de nuevo al camino y ella montó el caballo que había atado tras unas rocas.

Al entrar en la ciudad y encontrarse con su familia y amigos, estos le recriminaron haber llegado tan tarde y le urgieron a prepararse para los eventos en los que participaría. Le contaron que, hacía apenas una hora, se pregonó la buena nueva de la hora en que el rey y la princesa iban a inaugurar la semana de fiestas. Le contaron que no se sabía nada de lo ocurrido el día anterior con la princesa, pero que habría sido algún malentendido.

Las fiestas se celebraron con mucha alegría por parte de todos. Fue una semana inolvidable al cabo de la cual La princesa eligió como futuro esposo a Élija.

Al cabo de un mes se celebró la boda siendo este otro gran acontecimiento. De donde surgió el rumor no se supo. Pero las gentes contaban en secreto y solo para sus más allegados una historia algo escabrosa sobre la princesa, el bosque y un extraño hechizo del que fue liberada por el príncipe de forma también algo escabrosa.

Quizás fue por el hecho de que los niños habían escuchado partes de esta narración a sus mayores y que empezaron a hacer preguntas incomodas, que el relato fue transformándose y pasó de ser el cuento de la princesa encantada a ser la prueba de que el cuento de la bella durmiente sucedió en aquel reino.

The end