Una visión del antes y después del 9/11

9/11 Memorial, Nueva York, 6:00 pm – 8:00 pm

El 11 de septiembre del 2001, el mundo se conmovió con la increíble noticia del impacto de dos aviones sobre las conocidas “Torres Gemelas” del World Trade Center, en la ciudad de Nueva York. 17 años después de la tragedia, se pueden destacar grandes cosas de los neoyorquinos: cómo confrontaron el hecho construyendo nuevas estructuras para el Distrito Financiero y, principalmente, la manera en la que honran a todos los fallecidos y a sus familias.

El monumento conmemorativo es de entrada libre, fácil acceso y un lugar indispensable a ser visitado por cualquier turista. Caminando por el nuevo Distrito Financiero de la ciudad, se encuentra este lugar cargado de emociones que recibe a sus visitantes con la desconsolante piscina donde se ubicaba la Torre Norte –primera en ser atacada por el vuelo 11 de American Airlines- y los nombres de gran parte de los fallecidos, grabados sobre una impresionante superficie de mármol negro.

Entrada la noche, la majestuosa North Pool nos sorprende con una caída de agua iluminada hacia un cuadrado más pequeño dentro de la piscina. Las paredes se destacan por la oscuridad de los pequeños ladrillos de mármol que la conforman. En este caso, se puede intuir, que el agua representa la vida, el color negro la muerte y las luces buscan iluminar los nombres de los fallecidos.

Caminando hacia la piscina donde se ubicaba la Torre Sur –primera en desplomarse tras el impacto del vuelo 175 de United Airlines- se observan árboles, gran cantidad de personas conmovidas y un ambiente muy trágico. Rodeado de árboles, sin hojas por el invierno, se observa el museo localizado entre las dos piscinas. De este, se puede destacar su increíble y moderna estructura. Es, definitivamente, una arquitectura maravillosa con forma de rectángulo y llena de espejos donde se reflejan: las nuevas torres del World Trade Center y los edificios cercanos, ubicados en la conocida Zona Cero de Nueva York.

El museo cierra sus puertas al público a las 6 pm, por lo que no pudimos entrar a visitar el lugar. Muchas de las personas que salían de él contaron, visiblemente afectados, aquellas historias que más les impactaron de los fallecidos: cómo miles de bomberos, militares y policías quedaron atrapados, las personas que prefirieron morir en el aire en vez de incineradas y los casos de quienes se opusieron a los secuestradores en los vuelos 93 de United y 77 de American Airlines.

El clima de la ciudad estuvo bastante variado aquellos días. A las siete de la noche, se podía destacar el sigiloso viento que acompañaba a la perfección un lugar embriagado por la tragedia y la tristeza causada por las más de tres mil muertes, la pérdida de infraestructura y la conmoción generada por el asesinato masivo.

Si algo logra en común este espacio es la conmoción y la piedad de miles de visitantes de distintas culturas, religiones, idiomas, intereses y creencias. Ninguno de los presentes pudo mostrarse hostil en este ambiente. Incluso, gran parte de los neoyorquinos lo visitan y lo honran constantemente. Varios de los guías pudieron comentarnos que, cada 11 de septiembre se celebra un espectacular homenaje. Digno de las víctimas, acompañado de oraciones, música y flores.

Algunos de los árboles han empezado a florecer. A pesar de que otros se encuentran secos. La primavera se asoma y con ella la belleza de la naturaleza que, logrará hacer más impresionante a este lugar donde se combinan muchísimas emociones. No es solo la tristeza de conocer, más profundamente, uno de los atentados más conmovedores en la historia de la humanidad; sino cómo lograron reconstruir una ciudad devastada por la tragedia, sin olvidar a aquellos que perdieron la vida y que son, como algunos habitantes dicen, los héroes de la patria.

Un atentado terrorista que lograron confrontar y del que pudieron renacer, pero que, seguramente, jamás podrán olvidar.