Un mal viaje (Cuento)

Me encuentro atado en una cama de hospital.d I feel a horrible headache.

Todavía todo me da vueltas y siento un dolor horrible de cabeza.

Un pitido se aloja en mi tímpano.

Mis amigos, con los que estaba en la playa, me miran desde la puerta nerviosos.

No recuerdo lo que pasó, solo flashes alucinantes llegan a mi cerebro.

Recuerdo una hermosa mujer con vestido largo de color rojo que como sacerdotisa hablaba a unas formaciones rocosas con figuras fantasmagóricas.

Nubes negras en el cielo, cuervos que revolotean y piedras milenarias que cubren el suelo.

Sacudo la cabeza.

Estoy confundido.

¿No me encontraba en la playa?

¿No debería estar en traje de baño esa dama?

¿Por qué no entran al cuarto mis amigos?

¿Estaré soñando?

Una enfermera que cruza el umbral de la entrada y revisa un suero que lentamente penetra en mi vena me corrobora que no estoy durmiendo.

-¿Cómo se siente?

Me pregunta.

-Con dolor de cabeza. ¿Por qué estoy amarrado? ¿Puede soltarme?

Me mira con cara de compasión y responde.

-Esa decisión es del doctor.

Sale y veo la indecisión de mis amigos en llegar hasta mi lado.

Cierro de nuevo los ojos y otro flash se escapa de mi cerebro.

La mujer se acerca a mí, no es bella como pensaba sino que posee cara de demonio y su actitud es agresiva.

Me levanto de la arena y corro escapando de ella.

Escucho o veo, las voces de mis amigos que me piden me detenga.

¿Cómo puede verse un sonido?

Todo es confuso, es como si estuviera preso en un cuadro psicodélico.

Una voz varonil me regresa al cuarto de hospital

Abro los ojos y un hombre de mediana edad, vestido con una bata blanca me dice.

-Veo que despertó. ¿Recuerda la razón por la cual está acá?

-No, solo me llegan pequeños recuerdos extraños. ¿Qué pasó?

-Como dirían los jóvenes, tuvo un mal viaje de LSD.

¿LSD? ¿Droga? Nunca he tomado ningún tipo de ellas.

-Está equivocado, no he tomado eso.

-No voluntariamente. ¿Recuerda que tomó una pastilla para la migraña?

Como estimulado por las palabras, las neuronas rescatan de mi mente ese instante.

Llegamos a la playa y Raúl, uno de mis acompañantes, me dio una pastilla para calmar el dolor que sentía en la parte frontal de mi cabeza, de hecho el viaje para la playa fue mi idea para escapar de una situación estresante que me producía lo primero.

-Era para la migraña. –dije ya no convencido.

--No, su amigo quiso jugarle una broma, le dio LSD y el efecto de esta hizo que intentara matar a una joven en la playa, además se cayó a golpes con quienes lo detuvieron.

Ahora entiende la razón por la cual le duelen las manos y todo el cuerpo.

-Más tarde vendrá un psicólogo a hablar con usted y dependiendo lo que él diga, mandaré a desamarrarlo.

Sale del cuarto y mis amigos al fin deciden entrar.

-Lo sentimos, no sabíamos que Raúl te había dado eso.

Me doy cuenta que este no se encuentra allí.

-¿Dónde está?

-Detenido por declaraciones, por su culpa casi ahorcas a esa mujer.

Mi mente está en rebeldía.

No recuerda nada, ya ni los flashes aparecen.

Espero que todo acabe allí.