El hombre
El hombre derrepente no más que escuchar los latidos del corazón de su amada mientras la estrecha con sus brazos, no encuentra mayor calma ni mayor paz que en sus besos y en sus caricias tan letales como los venenos y tan adictivas como la heroina.
Un síndrome de abstinencia que te convierte en esclavo y en siervo de aquella mujer que no haría nada de esto por ti.
Eso es amor uno de los millones que florece en todo el mundo.