Cupidos con alas de cristal

Sol, guía mis sentidos. Estos ojos sin iris llenos de radares que la naturaleza me dio, ¡que extraño! Busco, vuelo, unas pequeñas alas inquietas me hacen llegar al cielo elevando un delicado cuerpo marcado por la conjunción del día y la noche…amarillo y negro…vuelo, busco…siempre busco laboriosamente algo, lo dice una pequeña voz en mi interior pero ¿que busco? Apenas descubro el mundo, más allá de la pequeña celda donde nací hace pocos momentos; me llamó el sol, me llamaron los colores…ah! Busco colores!
¿Colores? Veo a mi alrededor y todo es tan confuso…el mundo es una paleta de pintor derramada en el paroxismo de la creación. Descubro que sé tantas cosas con tan poco tiempo, toda una historia grabada en mí que alguien llamó evolución, otros, instinto; sigo buscando…
Llega a mí una nueva sensación: siento el dulzor de un suave olor; una mezcla entre el sabor del azúcar y el olor de la rosa hipnótica que me llama más allá de mi voluntad. Una alfombra roja cubre el suelo como un mar hechicero que me atrapa y que siento la certeza del encuentro, es lo que buscaba…
¿Para qué buscaba? Estoy por entender…unos suave pétalos me cobijan cuál sabanas de seda mientras me deleito en la divina recompensa que me ofrece por mi caricia…siento…todo mi cuerpo se hace uno con este delicado ser que sin una razón que aún comprenda sé que es necesario en mi vida, beber de su néctar, sentir su olor, deslumbrarme en su abrazo carmesí. Siento su gratitud, pero ¿qué me agradece? Gracias di yo por tantos regalos, de tanto amor, llegue aquí y comprendí que para esto había nacido.
Pero que ¿siento ahora?¿ Debo irme? No quiero dejar esta plenitud, pero sé que debo partir; me llevo parte de ella en mis patas, llenas de pequeños trozos de oro, lo llevaré conmigo como mi más preciado tesoro. Me elevo hacia otras latitudes, con mi preciosa carga, pero ¿qué será? Me dijo que eran parte de sí misma, su continuidad, y ella es tan hermosa, que quiero plagar el planeta de su imagen, tener más de ella, hacerla eterna.
Nuevamente busco, no se ahora qué, no me preocupa, dejaré que la naturaleza por sí misma comande mis sentidos y guíe mi navegar…allí está de nuevo, bella, irradiando el color de la sangre, de los topacios, debo llegar a ella. Una nueva sensación me invade, un nuevo pensamiento me inunda, debo dejar mi carga, pero ¿por qué? Si es mi regalo por amarla. Toda esa perfección puesta allí para mí debió tener un motivo, un principio universal que definiera tal arquitectura y un milagro de la vida el poseer tantos dones.
El tesoro, esos fragmentos de sol, ahora lo sé, no eran para mí, ¿cómo puedo dar yo continuidad a semejante belleza? Sólo alguien como ella podría hacerlo. Toma, te entrego su vida, haz tu el milagro de renacerla. Mientras, yo partiré con la alegría de haber amado, aunque ella te amo a ti a través de mí, me llevo conmigo su dulzor, alimento para otros que como yo tenemos el trabajo de ser mensajeros de vida, cupidos con alas de cristal.

La polinización, proceso de transmisión genética entre plantas angiospermas de una misma especie facilitado por un vector generalmente zoológico; es uno de los procesos más importantes para el mantenimiento de la vida en el planeta. Sin embargo las prácticas agrícolas tradicionales que implican el uso de pesticidas, y la ingeniería de transgénicos está afectando notablemente este proceso. Alteraciones genéticas tanto en vectores como en plantas que afectan el reconocimiento químico o generan malformaciones morfológicas impiden la efectividad del proceso.
Son muchos los vectores posibles: murciélagos, aves y en gran medida insectos los responsables de la transmisión genética de gametos de una estructura floral a otra. Todo un proceso perfecto diseñado por la naturaleza que la ciencia explica se debe a mecanismos de coevolución que permiten generar señales fisicoquímicas de reconocimiento que incluso pueden llegar a ser tan específicas que una planta es polinizada sólo por un vector en particular. Esto así lo vemos los hombres de ciencia, pero ¿no es esto también amor? ¿No es el amor una explosión de reacciones químicas que permiten identificar al ser amado? Y si entonces una pequeña abeja pudiese decirnos lo que siente, nos hablaría del amor.

Fotografía: tomada por la autora