Era un sitio mágico, un lugar hermoso dónde el verde del césped parecía especial, las flores adornaban como alfombra los caminos, un sitio ideal para reflexionar.

Las ramas de los árboles parecían los brazos de la naturaleza queriendo recibirme, desde la ventana miraba aquel paisaje; una vez más me alegró llegar.

Aunque mi viaje se había tornado muy largo, y algo me había cansado en el camino; no era lo suficiente para doblegar mi voluntad de correr a encontrarme con ese lugar especial.

Dejé mis maletas, bajé las escaleras, y corrí al encuentro con la libertad, el sol, los árboles, la brisa, todo junto al canto de las aves al pasar, nuevamente regresaba a mi lugar favorito de cuando fui sólo una niña y nada más.