— Papá, una pregunta.

— Si, dime hijo.

— Si el mes tiene doce meses, por qué diciembre indica al mes décimo, entonces, ¿cuáles son los meses undécimo y doceavo?

— Caramba hijo, me agarraste fuera de base. Te prometo que lo averiguaré — contestó algo perplejo Rodrigo.

El nunca había cuestionado el origen de los nombres y orden de los meses. Sabía que diciembre era el mes doce del año, pero su hijo tenía razón. Carlos tenía doce años y una mente muy perspicaz que le hacía buscar el por qué de las cosas. Se la pasaba varias horas al día, luego de cumplir con sus labores escolares en youtube, indagando diversos temas y ahora estaba estudiando sobre la navidad.

—Papá — Ahí viene de nuevo Carlitos, pensaba Rodrigo.

— Otra pregunta hijo.

— No papá, quiero contarte lo que descubrí de la navidad.

— Haber hijo, dime, soy todo oído.

Carlitos vio a su padre con un brillo en los ojos y le dijo.

— Navidad es una festividad por el nacimiento del niño Jesús, supuestamente. Pero, él ya no es un niño y tampoco nació en diciembre. Sabías que nació entre los meses de septiembre y octubre, en las fiestas de tabernáculos.

— No hijo, me estoy desayunando — contestó con voz de ponchado de nuevo.

— Papá, quienes nacieron el 25 de diciembre fueron los dioses paganos. Realmente no le encuentro sentido, creo que estamos enfrente de una suplantación de identidad.

— No te entiendo hijo — Volvió a contestar el padre, ahora algo afligido.

El siempre había creído, en celebrar una temporada especial en donde el amor al prójimo se manifestaba en la ayuda al necesitado. Era un total milagro ver como los hombres se trataban cordialmente los unos a los otros. Obviamente pensaba, el espíritu navideño nos une. Pero nuevamente, su pequeño hijo tenía razón.

—Papá, si eso es así estamos en graves problemas — con voz sobria sentencio Carlitos.

Rodrigo no salía de su asombro. Se preguntaba, cuándo su hijo había obtenido esa sabiduría.

—Papá, tú crees en el niño Dios, pues yo no — dijo con tono tajante el muchacho.

— Dime hijo, ¿por qué no?

—Sencillo papá. Jesús ya creció y es un rey. Tal vez esos niños son los hijos de los dioses paganos. No niego que las luces, comidas y regalos son agradables, al igual que el anciano gordo y barbudo del trineo, el que viste de ropa roja. Es bonito pero no me dicen nada del rey, todo se centra en nosotros mismos.

—Papá, yo quiero que me enseñes sobre Jesús y no de San Nicolás.

Rodrigo se quedó pensativo sobre las inquietudes de su hijo. Esa navidad sería muy diferente, pues su propio hijo le enseñó que todo las tradiciones y creencias que llevaba a cuestas, las había asumido sin cuestionarse lo valederas que son. Al fin y al cabo, todos creemos en un único Dios. Carlitos le había demostrado que no era tan simple el asunto.

Desde entonces, Rodrigo empezó a cuestionar las creencias y tradiciones de la mano de Carlitos.

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