Hoy voy a cerrar el ciclo de las amantes mortales de Zeus con Sémele, hija de Cadmo, rey de Tebas, a la cual el dios eligió por su hermosura para amarla. Se le presentó como un hombre normal pero le dijo que era el amo del Olimpo, ya que no podía dejarse ver por ella en su forma natural. Hera, la celosa esposa de Zeus, se disfrazó de una amiga de Sémele, y la importunó tanto acerca de la veracidad del amante que tenía; que la muchacha habló con el dios.

Sémele hizo que Zeus le prometiera dejarse ver tal como era, y éste no pudo negarse, aparte de que ella ya estaba embarazada; así que la chica murió. Pero antes él consiguió salvar al bebé al que incrustó en su muslo hasta que nació. Ese niño era Dionisio/Baco el dios del vino y las festividades. Cuenta el mito que luego, mucho tiempo después, Dionisio bajó al inframundo a buscar a su madre y la trajo de vuelta a reinar entre los dioses a pesar de que Hera no se puso muy contenta con esto.

Así vemos que Zeus no se contuvo para hacer realidad sus bajas pasiones con las mortales; aunque dicen por allí que no lo hizo con esa intención, sino que vio al mundo tan desprotegido y tan falto de héroes que lucharan y se preocuparan por él, que esa fue la mejor manera de ayudar a los humanos; poniendo el dios su granito de arena (y algo más) por el bien de la humanidad. Habría que preguntarles a todos los maridos cornudos, a los padres preocupados y a las chicas seducidas sin su consentimiento, si esto fue así. Pero eso queda en la leyenda.