Una vez soñé que me despertaba en la mañana con la luz del sol acariciando mi cara. Saqué unas botas y me vestí para hacer un safari. Luego estaba en mi patio, que ya no era el de mi casa, se había convertido en un zoológico.

Yo era una guía y les estaba dando un tour a un grupo de personas, entre ellas destacaba un pequeño joven de rubios cabellos. Se acercó a mi para hablar a solas, cuando me miró a los ojos, me di cuenta que era Naruto (sí el personaje del anime; en esa época veía la serie). De pronto llamó mi atención una figura extraña. Era una tortuga que parecía tener un caparazón de tela, como un títere. Además de dos patas (una adelante y la otra atrás) y un mecanismo interno de resorte. Se movía lentamente, siguiendo los movimientos de una oruga. Era verde y cuando la detallé tenía escamas como un pez. Noté que se dirigía a un charco profundo, quizás era mi representación del mar.

Cuando vi eso, ya era de noche y estaba con Naruto junto a las personas del tour, alrededor de una fogata a la luz de la luna. Con un ademán amistoso, me invitaron a sentarme con ellos. Veía el fuego arder mientras derretía mi malvavisco y hablábamos de nuestras aventuras juveniles con el dulce sonido de las olas del mar (sí, ahora estábamos en la playa). Parecía una reunión de amigos de la infancia.