Cumpliendo el propósito

“Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?”

Juan 18:4 RVR1960

Este fue un día cargado de eventos de gran importancia para Jesús. Fue la celebración de la Pascua, en la fiesta de los panes sin levadura, y se llevó a cabo bajo las instrucciones precisas del Mesías. Nuevamente hizo uso de Su omnisciencia, conociendo de antemano que habría de suceder y que decir. Tuvo lugar la última cena, y la institución de la Cena del Señor. Jesús sabía que entre ellos estaba quien lo iba a traicionar, sentado a la mesa junto a Él. Anuncia que lo abandonarían, y hasta que Pedro lo negaría tres veces. Con gran nivel de detalle sabía lo que acontecería.

Y luego, se retiraron al huerto de Getsemaní a orar. Cristo mandó a Sus discípulos que le esperaran mientras Él oraba, y se lleva a Pedro, Jacobo y Juan para que le hiciesen compañía. Muy grande es la aflicción que le sobrevino. Sintió angustia, pues vendría un tormento inimaginable sobre Él, y sabía que no habría nadie a Su lado. No tiene miedo. En muchas ocasiones pudo haberse ido, no haber ido a Jerusalén, aprovechar la confusión para evadirse, pero sabe que tiene una misión divina que cumplir que solo Él puede hacer. Se relata que era tanta Su concentración y esfuerzo al orar, que gotas de sudor y sangre caían de su frente al suelo. Pero en ese momento pudo haberse ido. Llegaron soldados, y alguaciles de sacerdotes y fariseos guiados por Judas a capturar a Cristo. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscan? Ellos ni siquiera sabían con claridad quién era Él. Pudo haberse vuelto y escapar. Pero respondió con palabras poderosas: yo soy, y ellos retrocedieron y cayeron al suelo. Jesús, cien porciento hombre y cien porciento Dios, con el poder de resucitar muertos, llamar legiones de ángeles para que lucharan en Su lugar, o destruir completamente el planeta, decidió seguir el plan de Salvación diseñado por el Padre y cumplir Su propósito. Por amor a la humanidad entera, por obediencia a Su Padre, entendiendo que ésta era la única solución posible y perfecta, entregó voluntariamente Su preciosa vida en rescate de millones.

Por Su obediencia tenemos nosotros vida, por entender que el plan de Dios es perfecto y bueno para nosotros millones de almas han sido salvadas. Aún no podemos comprender o listar del todo los beneficios que trajo a la humanidad que el Salvador muriese ese día. Y todo fue posible porque obedeció y cumplió el propósito de Su Padre. Dios nos ayude a ser capaces nosotros también de cumplir el propósito que Él tiene para nuestras vidas. ¡El Señor te bendiga!

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